Poned la canción cuando diga que está sonando, que me imagino la escena con la canción de fondo y así es más real, y además la letra pega para la situación.
Era la última semana de clases antes de las vacaciones de Navidad y estaban todos ansiosos por acabar. Aunque sabían que después venía época de examenes y que tendrían que estudiar igualmente, pero les apetecía pasar tiempo con la familia, ver las típicas películas que daban en la tele en esa época y salir con sus amigos.
Miriam tenía muchas ganas de hacer un maratón de Solo en casa con Amaia acurrucaditas bajo una manta. Que sí, que había visto esas películas por lo menos mil veces, pero era una tradición que no pensaba romper en la vida.
Aún así, había algunos que no sabían si querían que llegara la Navidad.
-¿Qué coño le compro a Ago? –repetía Raoul, por quinta vez, mientras daba vueltas por su habitación.
-Ya no sé qué más decirte, tío. –suspiró Alfred.
-Algo que le pueda comprar.
-Te he dado mil ideas, y no te gusta ninguna.
-Es que son todas ideas de mierda. –Alfred rodó los ojos. –Sin ofender.
-Puedes hacerle algo manual, así súper cuqui.
-Se me dan fatal estas cosas.
-Dile a Nerea que te ayude, a ella le quedan muy bien. –sonrió.
-¿Y si él se gasta una pasta y yo le hago algo manual tope de cutre? Bua, es que quedaría fatal.
-¿Tú crees que a Agoney le importa el dinero que te gastes?
-No pero... –resopló. –Ya podía haberme quedado enfadado con él hasta después de las fiestas y así no tener que pensar en un regalo.
Se sentó en la cama, agotado de tanto pensar.
-Raoul. –Alfred se sentó a su lado, cogiéndole la mano. –Él va a estar feliz solo con tenerte a su lado.
Por un momento Raoul sintió como si Alfred no hablara de Agoney, sino de él mismo. Sintió un pinchazo en el corazón al ver su sonrisa triste. Estaba de nuevo en medio de los dos, siendo simplemente un intermediario.
Tenía que dejar de pedirle consejo siempre en temas relacionados con Agoney. Pero no podía evitarlo, porque Alfred era su mejor amigo, y últimamente se habían hecho mucho más cercanos. Tanto, que Raoul ya no sabía cuales eran los límites de su relación.
-Ya lo sé. –dijo Raoul, acariciando el dorso de su mano. –Pero es nuestra primera Navidad juntos, y quiero hacerle un regalo.
-Te entiendo. Pero tampoco tiene que ser algo material. Puedes llevarlo a pasar el día fuera, o a cenar...
-¡Claro! –exclamó Raoul, con una sonrisa. –Puedo llevarlo a algún sitio. Tipo un fin de semana fuera o algo así.
-Exacto. –sonrió su amigo.
-¡Gracias! –abrazó fuerte a Alfred. –Eres el mejor, gracias.
Se separaron con una sonrisa, y entonces Raoul cogió la cara de su amigo y le plantó un beso en los labios.
Se quedaron los dos paralizados al darse cuenta de lo que estaba pasando. Raoul se separó lentamente, sin saber qué decir.
A eso se refería cuando decía que se habían hecho mucho más cercanos. Siempre habían sido mejores amigos, pero nunca habían sido tan cariñosos el uno con el otro. En parte porque Raoul no sabía como mostrarse de esa forma, era algo que le costaba expresar. Pero en estos últimos meses, con todo el lío de Agoney, los comederos de cabeza, Alfred ayudando siempre, y habiéndose liado varias veces... Su relación había cambiado. Se habían acostumbrado a abrazarse más, a tocarse, a entrelazar sus dedos cuando estaban hablando de cualquier cosa, a compartir caricias, a darse picos. Y Raoul ya no sabía como calificar aquella relación.
ESTÁS LEYENDO
No Puede Ser
FanfictionRaoul no soporta a Agoney. Es un prepotente, un creído, y lo peor de todo es que no puede evitar estar encoñadísimo de él. Así que se deja convencer por su amiga Nerea para bajarse grindr a ver si conoce a más tíos y se olvida de él. Y funciona. Bu...