A Miriam le sudaban las manos aún con el frío de finales de Noviembre. Se las limpió en el pantalón mientras salía del ascensor y después se quedó parada delante de la puerta.
¿Y ahora qué?
Estaba más nerviosa que nunca y ni siquiera sabía si era una buena idea. Quizá Amaia la mandaba a la mierda. Después de la discusión del día anterior, realmente parecía enfadada. Y no sabía si realmente presentándose en su casa y diciéndole que estaba enamorada de ella iba a solucionar las cosas después de habérselo callado durante tanto tiempo. Tal vez debía dejar pasar un tiempo, que Amaia se calmara y volver a ser amigas en vez de intentar ser algo más. Realmente le aterraba pensar que algo podía salir mal y perderla para siempre. Porque esa chica era lo mejor de su vida, y no se perdonaría nunca cometer un error así.
Sacó el móvil para hablar con Mimi, porque se estaba echando cada vez más para atrás, y necesitaba que le diera ánimos, o que directamente fuera hasta allí y la empujara dentro de ese maldito piso.
Tomó aire, volviendo a leer la conversación y después guradó el móvil. Iba a hacerlo. Iba a declararse a Amaia.
Con la mano temblorosa, picó al timbre, que resonó por todo el piso, el cual parecía en silencio. Pasó casi un minuto esperando, con el estómago revuelto de los nervios, moviendo el pie a un ritmo demasiado rápido. Volvió a picar, y esta vez se abrió la puerta y apareció Amaia en pijama, despeinada y con cara de dormida.
-Qué. –dijo, con la voz ronca.
Pues vamos bien.
-Hola. –dijo Miriam.
-Hola. –contestó la otra chica. -¿Qué haces aquí?
-Quería... hablar contigo.
-No puedo, tengo un montón de trabajo.
-Pero si te acabas de levantar.
-Pues por eso.
-Aitana me dijo que no teníais tantos trabajos.
Amaia resopló.
-Bua, Miriam. No te lo quería decir así, pero es que no te quiero ver. –la gallega sintió que se le estaba rompiendo el corazón a cachitos. –Necesito tiempo para pensar.
Miriam intentó respirar con tranquilidad, pero sentía que le faltaba el aire.
-¿Pensar en qué?
-En mí. Y en lo que es mejor para mí. Y quizá tú no lo eres.
Lo último lo dijo con un hilo de voz, pensando que quizá la otra chica no lo había llegado a oír, pero aquella frase estaba retumbando en la cabeza de Miriam.
-Amaia-
-Vete, por favor. –lo dijo mirando al suelo. No era capaz de mirar a la otra chica a la cara, y antes de ponerse a llorar, cerró la puerta.
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No Puede Ser
FanfictionRaoul no soporta a Agoney. Es un prepotente, un creído, y lo peor de todo es que no puede evitar estar encoñadísimo de él. Así que se deja convencer por su amiga Nerea para bajarse grindr a ver si conoce a más tíos y se olvida de él. Y funciona. Bu...