6. Era un juego

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-Esta noche necesito la casa sola. –anunció Nerea mientras desayunaban los cuatro, algo que no pasaba desde hacía semanas.

-¿Perdona? –dijo Mireya, con la cuchara a medio camino de la boca.

-Pues que necesito la casa sola para prepararle una sorpresa a Aitana.

-Porque tú lo digas. –soltó Raoul. –Tendrás la casa sola cuando queramos irnos.

-No. –negó Nerea con una sonrisa. –La tendré esta noche, porque Miriam me debe un favor.

Todos los ojos se centraron en Miriam, que estaba masticando sus cereales sin mirar a nadie. Cuando se dio cuenta de que estaba siendo observada levantó la cabeza.

-¿Qué? –preguntó con la boca llena.

-Eso digo yo, amiga. –dijo Mireya, levantando una ceja.

-Me prometiste que te apañarías para dejarme la casa sola. –le recordó Nerea.

-Ah, eso.

-Sí, eso. –recalcó Raoul. -¿Dónde coño vamos a dormir?

-Seguro que a Alfred y a Amaia no les molesta que vayamos a dormir con ellos. Podemos hacer una fiesta de pijamas e invitamos también a Ricky y Agoney.

-Ala, ¿vais a hacer una fiesta de pijamas sin nosotras? –preguntó Nerea, un poco decepcionada.

-Todo no se puede tener. –contestó Miriam. –Tú querías la casa sola, pues la tendrás.

-Jo. –se enfurruñó la rubia, cruzándose de brazos.

Y a Raoul no le hacía mucha gracia eso de la fiesta de pijamas, pero solo por joder un poco a Nerea, aceptó encantado.

-Oye Miriam, ¿por qué no invitas también a Mimi? –le comentó Raoul. –Me cayó muy bien.

-Ay, pues sí, qué buena idea. –sonrió ella. –Ahora le pregunto.

Cuando acabó de desayunar, Miriam le envió un mensaje a Mimi y después se fue a duchar, mientras pensaba en la suerte que acababan de tener sin prácticamente darse cuenta.

^*^*^*^*^

Amaia casi se cae de culo al entrar en su habitación y encontrarse a Miriam sentada en su cama.

-¡Joder! –gritó, asustada, aprisionando la toalla con fuerza a su cuerpo.

-Hola Amaia. –sonrió la gallega, aunque se sonrojó un poco al ver que solo llevaba puesta una toalla. –Aitana me dijo que estabas en la ducha y luego se fue, así que me quedé aquí a esperarte.

-¿Y Alfred?

-Está con Raoul.

-¿Estamos solas? –preguntó.

-Sí. Así podemos planear bien lo de esta noche.

-¿El qué de esta noche? –preguntó Amaia, confusa.

-Me olvidaba que no miras nunca el móvil. –puso los ojos en blanco. -¿Te acuerdas ese favor que le debíamos a Nerea por decirnos la contraseña de Raoul? –Amaia asintió. –Pues quiere la casa sola esta noche. Así que venimos todos a hacer fiesta de pijamas aquí.

-¿Aquí? –se alarmó.

-Sí. –se encogió de hombros. -¿Te parece mal? ¿Tenías planes?

-No, no. –negó rápidamente. –Es que no creo que quepa tanta gente aquí para dormir.

-Bueno... –se mordió el labio, nerviosa. –Yo puedo dormir contigo.

No Puede SerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora