Me quedé en el baño tratando de tranquilizarme, no quería masturbarme cuando estaba muy molesto.
John estaba jugando conmigo, era más que obvio, y yo había caído como un estúpido en su juego.
Después de estar cerca de media hora en el baño salí juntando la poca dignidad que me quedaba, abrí la puerta y eché un vistazo pero John no estaba ahí.
Suspiré y fui corriendo por mi ropa, salí de la habitación y me fijé si el auto aún estaba ahí, por fortuna sí. Entonces, el olor a cigarrillo llegó a mi nariz y bajé la mirada.
John estaba sentado a un costado de la puerta mientras fumaba, se veía ansioso. Yo rodé los ojos y cerré la puerta para después regresar a la habitación e irme a dormir.
No sé qué hora era cuando sentí a John acostarse a mi lado, pasó su mano por mi cintura y de inmediato la aparté mientras me separaba más, fingiendo estar dormido, aunque no creo que se lo haya creído; de todos modos no me importaba.
Al día siguiente desperté temprano y pude notar que mi cuerpo dolía un poco menos, a pesar de que habían pasado sólo dos días. Ya podía caminar relativamente bien y eso era genial, al parecer mi sistema estaba lo suficientemente sano como para hacer que me curara rápidamente.
John seguía durmiendo a pierna suelta desde que me levanté de la cama, roncaba de vez en cuando y su cabello estaba totalmente alborotado. Me puse los zapatos y con cuidado de no despertarlo (aunque dudaba que eso fuera a pasar, ya que parecía tener sueño muy pesado), salí de la habitación. El reloj marcaba las 7:30 am, buscaría un lugar para desayunar y luego una tienda donde comprar una guitarra.
Llegué a una linda cafetería ubicada a cinco calles del hotel donde dormimos y que apenas estaba abriendo. Se llamaba “921” y, según un cartel escrito con tiza, desde que abrían hasta las 9:21, el desayuno ejecutivo era mucho más barato. Apenas entré el aroma a café inundó mis fosas nasales, trayéndome recuerdos de los desayunos en mi casa. Busqué una mesa vacía, pero había tantos lugares disponibles que me tomé unos segundos para pensar dónde sentarme. Finalmente elegí una mesa junto a la ventana y me senté, rápidamente un chico se acercó a atenderme. Era de baja estatura, su cabello era negro al igual que sus ojos y sus facciones eran muy marcadas.
—Bienvenido a 921 —dijo con una sonrisa, al mismo tiempo que me entregaba un menú color marrón.
Miré unos segundos el menú, aunque ya sabía desde antes qué iba a ordenar.
—Un café y un muffin, por favor —entregué de vuelta la carta y el chico se retiró.
Cerré los ojos un momento, estaba cansado y enojado. John me había provocado y luego me dejó, ¡me dejó!
Además, estuve a punto de hacerlo con él, con un hombre, ¿qué significaba? ¿Soy gay? Tal vez.
Después de terminar mi café, fui a la tienda de música, revisé varias guitarras, comparando precios y calidad. Terminé comprando una guitarra de buena marca, aunque era usada seguro que podría mejorar el esmalte, sus cuerdas eran buenas y sonaba preciosa.
De regreso al hotel fui tocando, cantando e incluso coqueteé con algunas chicas. Estaba seguro que aquella oportunidad iba a ser mía.
Cuando visualicé el hotel la sonrisa se desvaneció, haber estado afuera me había dado tiempo de pensar. Y es que si Brian se enterara de mi encuentro, me dejaría en la calle.
Necesitaba que John no dijera nada, al menos no hasta que fuera a esa estación de radio y ganara. Debía actuar como si nada hubiera pasado, igual nada pasó, sólo unos cuantos besos y manoseo.
Apenas entré a la habitación John se levantó de la cama, ya estaba vestido.
—¿Dónde has estado?
—Fui a comprar esta hermosura —sonreí un poco mientras mostraba mi nueva adquisición.
John levantó una ceja e hizo una mueca.
—Pensé que iba a acompañarte.
—Estabas dormido y no quería molestarte más.
—No me molestas… —dijo en un susurro.
Respiré profundo, se sentía un poco de tensión entre nosotros.
—Será mejor irnos ahora.
Di media vuelta y caminé hasta el auto, esperé unos minutos a que John entregara la llave de la habitación.
Ambos subimos al auto, John iba conduciendo mientras yo miraba por la ventana. Repetía una y otra vez lo que había pasado entre nosotros la noche anterior, cada vez que las imágenes inundaban mi cabeza no podía evitar sonreír un poco y que las famosas “mariposas” se sintieran en mi estómago.
Pero aquello estaba mal. No era normal que sintiera eso por John, no era normal que sintiera eso por un hombre y menos por el amante de Brian. Mi jefe.
Si él llegaba a enterarse todo se venía abajo, yo perdería mi trabajo y no tendría dónde quedarme.
John dio vuelta en un camino de tierra, las carpas ya eran visibles. Tenía un mal presentimiento.
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The Freak Show [McLennon]
FanfictionA sus 18 años, Paul McCartney debía, como todo chico de su edad, buscar trabajo. Inútiles fueron las súplicas a su padre para que lo dejara seguir el camino de la música, pues argumentaba que no eso no le daría de comer. Así que, quedándose sin opci...