Capítulo 8: Adios Amigo

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El profundo llanto de Charly despertó a todas las personas de la casa

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El profundo llanto de Charly despertó a todas las personas de la casa.
Con grandes zancadas, Kevin se levantó, caminó hacia la cuna y tomó en brazos a su retoño. Comenzó a mecerlo mientras acariciaba su panzita.
El llanto persistía, Sol rodeó los ojos mientras tiraba de su cabello, sentía como sus párpados le pesaban.
El pelinegro apareció, por su expresión se notaba que estaba exaltado.

—Otra vez Charly y sus malditos llantos en la madrugada —dijo el chico, rascando sus ojos.

—¿Ahora entiendes lo que sentíamos tu madre y yo contigo? —cuestionó fríamente su padre.

El niño, lo miró con enojo y se retiró nuevamente a su habitación. Una vez allí, comenzó a golpear su almohada y se lanzó a la cama.

Al despertar, todos tenían unas espantosas ojeras, sin mencionar el profundo malhumor.

Kevin llevaba a Cody al colegio y de paso se iba a su trabajo, por lo cual, la mujer se quedaba con el ojiazules.

Esa pelicular tarde, mientas la muchacha limpiaba la habitación de su hijo mayor, en la esquina de una de sus repisas encontró un montón de trozos de papeles.
Con mucha paciencia, la mujer fue uniendo los papeles, hasta que consiguió la imagen de Lucía.
Cada trozo que formaba la imagen tenían montones de agujeros que traspasaban al otro lado.
Allí recordó cuando su hijo había estado enojado con la rubia, así que concluyó que lo había hecho ese mismo día.
Cogió todos los pedazos de papel y salió de la habitación. El animal y su bebé la observaban fijamente .

—Shhh —dijo, poniendo su dedo índice sobre sus labios. —No le digan a su hermano que encontré esto —rió.

Después de un rato, Kevin la llamó, debía quedarse a trabajar más tiempo, así que ella debía ir por Cody.

Se vistió, aprontó a Charly y se fueron al colegio.

Todos los niños se estaban yendo, el chico... Se encontraba sentado en los peldaños de la escalera , jugando con sus píes.

Un pequeño pajarito pasó por su lado, venía a comer los restos de la comida que se encontraba en el suelo.
El pelinegro rió de forma maliciosa y rápidamente cogió al ave. Esta lo picó reiteradas veces, pero a el no le interesaba, es más... Ni siquiera le dolía.

Apretó con tanta fuerza sus manos, que el animal explotó en ellas. Sangre le salpicó en su rostro pero el chico no dejó de sonreír.
Los profesores se acercaron al verlo tan callado, la escena los dejó sin aliento.

—N-Niño... ¿Que has hecho? —interrogó su maestra.

—Nada —levantó sus hombros. — Solo me divertía.

La mujer, susurró algo en el oído de otro maestro, este asintió con su cabeza. El hombre se acercó al chico y le entregó su mano.

Cody solo observaba la mano del docente, fijamente.

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