Capítulo 9: Nos vemos, diablo.

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Tiempo después del acontecimiento, los padres del chico actuaban de una manera más seca.
No lo dejaban acercase a Charly y también le prohibieron a su tía volver a verlo.

El pelinegro pasaba en su habitación, muy pocas veces salía a comer.

—Hijo, ya está la cena —explicó Sol, sin siquiera mirarlo.

Suspiró y se levantó, tenía bastante hambre.
Una vez llegó a la mesa, su padre lo fulminó con la mirada. Se notaba que la presencia de el, molestaba a sus progenitores.

—¿Aun piensan que fui yo el que asesinó a Eko, no? —interrogó, rompiendo el incómodo silencio.

—Te aclaramos que ese tema ya no se toca más — dijo su madre.

—¿Pero porque carajo ya no me tratan como antes? —cuestionó alterado, levantándose de la mesa.

—Porque eres un DEMONIO —escupió Kevin.

El chico, observó a todos fijamente, incluyendo a su hermano menor. El cual tiernamente comía su papilla.

Sus ojos se pusieron en color negro y su piel se tornó roja. Abrió su boca de manera descomunal y pegó el mayor grito que alguna vez los allí presentes habían escuchado. Había sido mucho mas fuerte que la vez anterior.

Sol comenzó a temblar, sentía que sus piernas eran gelatina y de su frente caía mucho sudor.
No podía creer lo que veía... Su hijo convertido en un mismísimo demonio.

El pelinegro miró a su mamá, apretó sus puños y esta cayó al suelo como una bolsa de papas.

Kevin por su lado, se encontraba al lado de Charly, protegiéndolo.

—Oh papi, has descubierto mi secreto —rió de manera maquiavélica. —Por fin descubres que soy.

La vista del hombre, comenzó a nublarse, su cabeza iba a explotar y sentía que vomitaría.

—J-Jo-Jo-Joder —las palabras apenas salían de su boca.

Cayó al suelo, de la misma manera que su esposa.
No estaba inconsciente, lograba escuchar los pasos de Cody, mientras que su pequeño bebé lloraba desconsoladamente.

—N-N-N-No le ha-ha-hagas daño —logró decir.

—¿Piensas que le haré daño a mi hermano? No te preocupes por eso papito.

Finalmente los ojos del muchacho se cerraron.

[...]

En una oscuridad profunda, un silencio penetrante junto con tranquilidad estaba metido el hombre. No entendía nada, solo estaba quieto, sin poder moverse.
Los pensamientos recorrían su mente, recuerdos felices y emocionantes: Su graduación, cuando conoció a Sol, su boda, y... El nacimiento de su hijo.
Fue ahí, cuando imágenes muy raras se plasmaron en su mente. Todas eran abstractas, difíciles de identificar.
Pasaban una detrás de otra, como si fuese un reproductor. Finalmente, se detuvo en una. Era como un paisaje, pero... Todo era de color rojo.
El agua estaba bañada en un color sangre, bastante oscuro, de las colinas goteaba líquido del mismo color. Raramente, la imagen se fue acercando y el hombre pudo percibir rostros, rostros humanos... Metidos en el agua, con sus mandíbulas abiertas de una manera inhumana. Tenían las manos arriba, como si estuviesen pidiendo ayuda.
Después de mucho tiempo, la imagen volvió a cambiar, era del mismo sitio pero en distinto lugar. Como la anterior, primero estaba alejada, después fue acercándose y fue ahí, cuando lo vio.
Logró observar... A su hijo. Este estaba de pié sobre un montón de cadáveres, con una sonrisa de oreja a oreja. La piel y sus ojos eran iguales a como la última vez que lo había visto.
Sentía los ojos de el, penetrando su mente, queriendo meterse en sus pensamientos para así, aprovecharse y hacerlo sufrir.

Fue ahí, cuando despertó.
Estaba en su habitación, junto a su esposa, en su cama.
Su hijo Charly estaba en brazos de Anne, la cual los observaba con preocupación.

—¡Kevin! —exclamo, mientras corrió a su lado.

Intentó moverse, pero un dolor de cabeza se apoderó de el.

—Mh... ¿Que pasó? —dijo acariciando su cabeza.

—Cody me dijo que tu y Sol se desmayaron, entonces me llamó, vine lo más rápido que pude y el me abrió —explicó.

—¡Eso es mentira! ¿Donde se encuentra el crío? —preguntó con nerviosismo.

—Está en su habitación, jugando con carros... ¿Porque?.

—Nosotros no nos desmayamos, el se transformó en un diablo y nos atacó —explicó alterado.

—¿De que hablas? —cuestionó.

—El... Nos atacó sin tocarnos, creo que lo hizo con su mente, no lo se, pero ese niño no es normal, es un demonio.

—Creo que debes relajarte y seguir durmiendo, el médico que llamé recomendó eso —dijo la tía.

—Debes escucharme, todos estamos en serio peligro, no quites tu vista de Charly.

En ese momento, el celular del hombre sonó. Este se incorporó y lo tomó.

—¿Hola? —atendió.

—Aja... ¿Enserio? —gritó con emoción. —Muchísimas gracias, espero la dirección.

—¿Que sucedió? —interrogó Anne.

—Acaban de llamarme del Orfanato ¡Aceptaron a Cody! —exclamó.

—¡¿Que?! —gritó la mujer.

[...]

—Bien... Ya lo hemos decidido, internaremos al niño allí —dijo la madre.

—¿Ustedes están conscientes de lo que están haciendo, no? —interrogó Anne.

—Por supuesto, estamos poniendo en riesgo a todos, incluyendonos —explicó Kevin.

—Pero, el es solo un niño, porfavor sean razonables —los ojos de la tía se volvían cristalinos mientras pronunciaba estas palabras.

—Ya está decidido, de alguna manera es nuestro hijo y nosotros elegimos que hacer con el —el hombre escupió.

Minutos después, el pelinegro bajó de su habitación. Allí, su tía decidió contarle lo que iba a suceder.
Este, comenzó a llorar, de una manera bastante falsa, pero que su tía logró creer.

El chico, cogió la mano de la muchacha y la llevó a su dormitorio, allí decidió mostrarle la canción que mucho tiempo antes había creado. La había guardado en el armario, en un lugar donde sabía que ninguna persona la encontraría.
La mujer simplemente suspiró, ya no había nada que pudiera hacer. Total, de igual manera su sobrino estaría alejado de ella.

Después de unos días tristes y sumamente cortos para Anne, llegó el día donde su pequeño se iría a ese sitio y no saldría durante mucho tiempo.
Todos estaban en el umbral de la puerta, viendo llegar al vehículo que se llevaría a Cody.

—Por favor, no dejen que me lleven —el niño se abrazó a la cintura de su madre al ver a 2 hombres bajarse del coche.

—Sueltame —desprendió las manos del chico y se alejó.

—Vamos jovencito —llamó uno de ellos.

Anne, se agachó a la altura del pelinegro, con todas su fuerza abrazó el pequeño cuerpo de este. Las lágrimas de ella no paraban de caer, se sentía destrozada.

—Te amo pequeño, iré a visitarte cuando me sea posible.

De los verdes ojos del jóven, caían bastantes lágrimas. La mujer al notar esto, limpió sus mejillas con sus manos y besó su frente.
Fue ahí cuando el hombre mas grande cogió al niño y lo llevó al carro.
Este solo se resignó a ver, a sus progenitores, los cuales abrazaban a su hermano menor, con una expresión de alivio. Esto provocó que su sangre hirviera.

Kevin observaba como el auto arrancaba y los penetrantes ojos de su hijo desaparecían...

—Nos vemos, diablo.


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