8 meses antes
Creerás que estoy loca, pero creo que alguien me sigue.
Hace exactamente dos días, vi una sombra en la ventana derecha del segundo piso de la señora Flemming ¿y eso qué? dirás; pues la señora Flemming es una anciana de 70 años y vive sola. Sabes que ella es tan anciana que no puede subir escalaras, así que vive permanentemente en el primer piso y lo sé porque de vez en cuando arreglo su jardín... ¿Me estas escuchando?
No, Sarah no me estaba escuchando. Estaba metida en su celular, texteando con su nuevo ligue de Facebook, un chico llamado Roberto. Estaba así desde la mañana; no apartó la mirada de la pantalla cuando pasé por ella a su casa, ni la apartó mientras íbamos en la carretera, ni cuando entramos al centro comercial, ni cuando compramos en las tiendas, ni siquiera cuando comimos. Me estaba cansando de andar por ahí con una chica de adorno.
—¿Me estas escuchando? —repetí un poco molesta.
Sarah levantó ligeramente la mirada, tenía los ojos rojos y ruedas negras bajo ellos.
—Sí, tú y tus locas ideas, ¿Esta vez que es? ¿un ovni?
—¡No! —dije ofendida pero antes de que pudiera seguir hablando, su teléfono volvió a vibrar, bajó la mirada y sonrió. En una mezcla de súplica y molestia puse mi mano sobre la pantalla del teléfono —por favor escúchame, esto es importante.
Sarah suspiró resignada.
—Dime ¿ahora que es?
—Alguien me está siguiendo —dije con firmeza.
—Es solo tu imaginación producto de tus muchos libros, series, anime y doramas. Ya te ha pasado antes ¿recuerdas? —empiezo a contar con los dedos— hace dos años, hace un año, hace 6 meses.
—No, de verdad alguien me está siguiendo. Mira.
Oculto en la esquina de la zapatería King & Queen había un hombre de lentes y gorra negra, mirándome, mirándonos. Lo había visto cuando aparqué el auto, lo vi por segunda vez cuando salimos de Bershka y cuando comimos en burger king; esta es la sexta vez que lo veía rondando. Estaba segura que era el mismo sujeto porque era un hombre inconfundible: alto, mucho más alto que la mayoría, atlético y bien constituido, de piel ligeramente bronceada, además, su aura es del tipo que ves una vez y recuerdas para siempre.
Sarah estiró el cuello, tratando de ver por encima de la gente pero su 1.55 no ayudaba mucho.
—Estas loca, ahí no hay nadie.
—Ahí estaba hace un segundo. —Me dirigí hacia King & Queen y en efecto, ahí no hay nadie. De repente sentí que un brazo pasaba alrededor de mi cuello jalándome hacía bajo.
—Amiga, de verdad estas loca— dijo Sarah, 16 cm mas baja que yo— vamos, escucharé tu loco periodo paranoico, si me compras un frappuccino.
Sentadas en la terraza, le repetí lo de la sombra de la ventana mientras sorbíamos frapuccino con caramelo. Sarah había apagado su teléfono y me escuchaba con atención, tal como yo lo hacía cuando me hablaba de sus innumerables crush.
Éramos amigas desde el primer día de escuela, junto con Amanda que estaba de visita a su abuela, las tres nos conocíamos perfectamente y nos teníamos la suficiente confianza para contarnos nuestros más oscuros secretos. En otras palabras, Sarah, Amanda y yo éramos más que mejores amigas, éramos como hermanas; aunque yo tenía una hermana, Kyara, pero ella siempre andaba en sus propios asuntos.
—Entonces —dijo Sarah después que terminé el relato— estas así por algo que creíste ver hace dos días, en la mañana, cuando se te hizo tarde para el cole y pasaste que volabas.
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La Niña y El Lobo Feroz [En Edición]
Hombres LoboDiana es una chica curvy que adora leer, ver anime y dramas asiáticos, su fascinación por los misterios la vuelve un poco rara y su ingenua curiosidad la lleva a espíar a su nuevo vecino. Pero nada en la vida la preparó para el terrible secreto qu...