23. La historia del lobo

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La luz entraba a raudales por la ventana, haciéndome cosquillas en el rostro. Cualquiera que fuera el lugar donde me encontraba, se sentía tan cómodo que no me parecería extraño si estuviera durmiendo en una nube. No tenía ganas de abrir los ojos y saber dónde estaba, no al menos en los próximos 5 minutos. Me di la vuelta para alejarme un poco de luz, fue entonces que sentí a alguien acostado a mi lado. Abrí los ojos de golpe y di un respingo al ver unos enormes y desorbitados ojos dorados a 5 centímetros de mí.

—¡Feliz cumpleaños! —gritó la chica loca antes de arrojar un puñado de tierra sobre nuestras cabezas.

—¿Qué haces aquí? —miré alrededor. Estaba en una enorme habitación— ¿Dónde estoy?

—En el calabozo —respondió— te traje un regalo —me dio una bolsita sucia y remendada— es de parte del cuervo.

¿De qué estaba hablando? Miré el objeto en sus manos. ¿Era la rata muerta?, ella me daba miedo, quería rechazar el regalo, pero al final tomé la bolsita con desconfianza.

—Gracias —respondí antes de dejar el regalo en la mesa de noche, junto a la cama. La chica loca sonrió, sus dientes entraban llenos de lodo, como si lo hubiera comido.

—Guarda la llave muy bien, salvará su vida —se levantó, dejando una silueta de lodo en la tela blanca.

—¿Qué llave? —tomé de vuelta el regalo y lo abrí. La bolsa estaba vacía —Aquí no hay nada. ¿De qué hablas, no te entiendo?

—Shhhh, silencio o ellos escucharan —susurró. Tenía los ojos muy abiertos y fijos en mí, parecía asustada.

—¿Quién está escuchando? —susurré de vuelta.

—Mis piojos.

Era definitivo, esta chica estaba Reloca.

—Ellos traman un complot, quieren apoderarse del mundo. —comenzó a correr en círculo, gritando —¡Ayuda! ¡Quítenmelos! —de un salto salió por la ventana abierta.

—¿Qué ocurre? —la puerta se abrió de golpe y la pequeña pelirroja entro blandiendo una especie de mazo. Miro a todos lados, reparando en mí —¿Por qué estas llena de lodo?

—Eso quisiera saber —me levanté apesadumbrada de la cama —la chica loca de ayer estaba aquí y creo que había comido lodo, me trajo el regalo de un pájaro y aparentemente sus piojos la espían.

—Oh, ella —Feny sonrió— siempre dice cosas sin sentido, pero los mayores dicen que hay que respetarla porque tiene el espíritu más antiguo de la manada. Yo creo que con los años perdió un tornillo.

—Bueno, aquí todos... —me callé, no podía decirle que todos parecían locos.

Ahora que lo recordaba, tenía que escapar, no quería ser reina de nadie y mucho menos casarme con un hombre tan aterrador como Sylkar. Tenía que huir lo más pronto posible, pero antes tenía que deshacerme de esta chica y quizá buscar a Kurjak. ¿Dónde estaría?

Sentí un pinchazo en mi corazón, sabía la respuesta: en la cama de Levana. No me atreví a imaginar lo que estaría haciendo...

—Sí, ya lo sé. Todos son aburridos —respondió la chica sin percatarse de mi cambio de actitud— pero ahora que estas aquí podemos iniciar el club de Kdramas, ¿Qué te parece? Tú serás la presidenta y yo la secretaría, repartiremos folletos para afiliar a...

—O-oye, es una gran idea —fingí— pero antes que te parece si... em —mire a todos lados— ¿Ya desayunaste?

Mientras la pelirija habla y engullía la comida que estaba sobre la enorme mesa de madera, yo repasaba mis planes, apenas prestando atención a su chcachara sobre su club. Tenía muchas cosas que preparar para mi huida. Hice una lista mental: Comida, ropa, buscar mi mochila, algo de dinero, pero, ¿Cómo iba a salir del bosque y de todos los obstáculos? Ni siquiera sabía dónde estaba exactamente.

La Niña y El Lobo Feroz [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora