15. Develando sentimientos

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Las palabras de Kurjak me tomaron por sorpresa. Me quedé como tonta, con la boca abierta.

—¿Por mí? —pregunté rígidamente, señalándome con un dedo—¿Por qué por mí? ¿No se supone que me odias?

—No te confundas, quiero vivir al menos el tiempo suficiente para ponerte a salvo.

Oh, eso cambiaba mucho la perspectiva, porque por un momento había pensado otra cosa, como una producida declaración romántica de K-drama. Suspiré un aliviada, pero... ¿Por qué mi corazón se había acelerado?

—Después puedo morir— terminó Kurjak.

—No puedes morir —me apresuré a decir, sonando como una orden— tienes que ayudarme a encontrar al que mató a mi familia. Prométeme que no morirás hasta que lo hayas hecho pagar.

—No tenemos el tipo de relación para hacernos promesas.

—Kurjak por favor, sabes que yo no tengo la fuerza para vengarme, no aún. Mira mis brazos flácidos —sacudí ridículamente mis brazos como si intentara volar— así que por favor prométeme que harás pagar al culpable, pase lo que pase.

—¿Y si el culpable soy yo?

Mi corazón se encogió.

—¿Tú los asesinaste?

Él se quedó en silenció unos momentos, evitando mirarme.

—¿Tú los asesinaste? —repetí.

—Yo no... los ataqué.

—Sí no fuiste tú, entonces promételo.

—Lo prometeré si tú me prometes que obedecerás mis ordenes sin cuestionar— al ver mi expresión añadió— en situaciones donde nuestra vida este en peligro, por ejemplo: si te digo que corras, corres aunque veas que estoy a punto de morir; si te digo que saltes al vació, saltarás.

Lo pensé. Esto no me daba buena espina, quería decir que nos faltaba mucho peligro por enfrentar y que muy probablemente saldríamos mal parados.

—Está bien —suspiré resignada— prometo que obedeceré tus ordenes sin cuestionar —y susurré en voz baja—según la situación. Ahora tú.

—Prometo que no descansare hasta encontrar al asesino de tu familia y hacerlo pagar.

—Gracias— suspiré reconfortada por su promesa.

Media hora más tarde aun estábamos frente a la ventana, Kurjak había movido sin esfuerzo el sofá más grande hasta ahí. La lluvia había aumentado y empañaba el cristal, ambos contemplamos en silencio la ciudad, sumidos en nuestros pensamientos y arrullados por el sonido de la lluvia.

—¿Extrañas mucho a tu familia? —preguntó Kurjak rompiendo el silencio.

—No tienes idea. A cada segundo, —respondí sin pensar —en cada momento me imagino lo que ellos estarían haciendo si siguieran...

—Lo siento— escuchar algo tan humano provenir de él me sorprendió. Era la primera vez que se comportaba así conmigo — si hubiera llegado un poco antes tal vez Josh...

—¿Y porque no llegaste un poco antes? —soné más molesta de lo que pretendía.

—Estaba en el baile, buscándote.

¿Él estuvo en el baile? No puede ser, él es tan inconfundible que seguramente habría causado un revuelo, yo lo habría visto.

—La cachorra me dijo que habías ido y te seguí. Vi como esos chicos te molestaban y mientras estaba ocupado con ellos te perdí. Chicos llenos de pánico estaban por todos lados, el aire estaba cargado y los olores estaban mesclados, lo que no facilitó la búsqueda. No sabía dónde te habías metido, pero sí a donde irías. Cuando llegué a tu casa los Wampir la habían invadido. Entré por la puerta trasera, vi a tú madre en la entrada, pero ya era muy tarde. Ataqué al que estaba sobre tu padre, lo maté. Era un recién convertido.

La Niña y El Lobo Feroz [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora