El sonido de agua goteando me despertó. Mamá se había olvidado de cerrar por completo el grifo, algunas veces ella podía ser distraída. No le di importancia, quería volver a dormir porque me sentía cansada, tan cansada como si hubiese dormido en días. Rodé de costado y al momento que lo hice un montón de hojas crujió bajo mí. Abrí los ojos de golpe, ¿Dónde estaba?
En definitiva, no era mi habitación. Hacía frío, estaba húmedo y tan oscuro que no podía ver nada más allá de mis narices. Me incorpore torpemente y de repente vino a mí un recuerdo, —sacudí la cabeza— no, no podía ser un recuerdo, había sido un sueño, una pesadilla, no podía ser verdad ¿o sí?
—¡Mamá! —grité, mi voz hizo eco— ¿papá? —las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas —¿Joshy? ¿Kyara? Por favor no me dejen sola —el terror me invadió, no había sido una pesadilla, todos estaban...
Abrecé mis rodillas llorando, estaba en shock.
Después de varios minutos perdida y sin saber que hacer, a lo lejos vi claridad. Se veía tan lejana, tal vez yo también estaba muerta y si me dirigía a la luz podría reunirme con mi familia en el cielo. No dudé y corrí hacia la luz, pero al llegar al final del túnel no estaban mis padres ni mis hermanos, en lugar de ellos encontré a un imponente hombre impidiéndome el paso.
—¿A dónde infiernos crees que vas? —dijo Kurjak con voz ronca.
—¡Tú maldito desgraciado! —la ira me invadió. Golpeé su pecho mientras lloraba— tú los mataste— él no respondió, dejó que lo golpeara hasta que me cansé— ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué los mataste? —lo seguí golpeando, pero parecía no afectarle, ni siquiera retrocedió un centímetro.
—Quédate dentro de la cueva— ordenó.
Lo miré con odio, él aún estaba cubierto de sangre —la sangre de mi familia— acompañada de un olor ácido y putrefacto saliendo de él, me dieron ganas de vomitar.
Inmediatamente traté de huir, pero me atrapó sin esfuerzo y me arrastró de vuelta a la cueva.
—¡Te dije que te quedaras dentro! —gruñó molesto— aún nos siguen.
¿De qué estaba hablando, quien nos seguía?
—Nos iremos de aquí —continuó— cuando haya acabado con todos. Quédate aquí hasta que regrese.
No sé si realmente era tan tonto para creer que le obedecería, pero yo le haría creer que sí.
—¿Dónde estamos? —pregunté antes de que se fuera.
—En el límite del bosque norte, casi salimos del estado.
Me quede estupefacta, eso estaba muy lejos de casa ¿Hace cuánto tiempo habíamos abandonado la ciudad? ¿cuánto tiempo me tomaría volver? Seguramente los que nos seguían era la policía, si era así, tenía una oportunidad de escapar y que le hicieran pagar por lo que había hecho.
Esperé a que él se alejara lo suficiente y salí de la cueva dando traspiés. Kurjak no había mentido, estábamos en un sombrío y espeso bosque donde lo único que reinaba era el silencio y la hojarasca que crujía bajo mis pisadas.
Por suerte yo conocía un poco ese lugar, era donde mis padres nos llevaron a acampar una vez, era donde estaba el roble corazón y la carta de Amanda. Caminé un par de minutos hasta que me di cuenta de que haber estado en un bosque no te hacía experta, mucho menos te ayudaba a orientarte. Estaba perdida, pero no me podía detener, si encontraba un sendereo podría regresar a casa.
Con eso en mente retome mi caminata con más ímpetu, pero a cada paso que daba el bosque se hacía más sombrío. Di media vuelta, seguramente ese no era el camino ya que, por lógica, si quieres estar a salvo sigues la luz no la oscuridad a menos que... la oscuridad te de lo que necesitas para sobrevivir. Me detuve.
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La Niña y El Lobo Feroz [En Edición]
Hombres LoboDiana es una chica curvy que adora leer, ver anime y dramas asiáticos, su fascinación por los misterios la vuelve un poco rara y su ingenua curiosidad la lleva a espíar a su nuevo vecino. Pero nada en la vida la preparó para el terrible secreto qu...