Ella

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Lo importante no es lo que nos hace el destino, si no lo que nosotros hacemos con él. Y eso fue justo lo que me pasó con ella (me limitaré a llamarle así porque es un ser divino que solo el escribir o pronunciar su nombre, en mí es tan poderoso que me hace temblar). Esta tan impregnada en mi piel como un tattoo, con esa actitud yo me voy con ella hasta el ataúd.

El destino me puso en ese lugar, a la hora exacta, ese día. Llegué a ese café porque tenía una cita de trabajo, el recepcionista me llevó a una mesa en la parte de atrás. La brisa de aquella tarde de Agosto me pegó justo saliendo. Ya la había visto por la puerta de cristal, estaba sentada con un vestido que dejaba ver sus perfectas y lisas pantorrillas.

- Por aquí señor - me dijo un mesero que me llevó a una mesa de tres personas que estaba enfrente de aquella mujer que me dejo hipnotizado.

Cuando abrió la puerta una pequeña campana ubicada arriba del marco sonó. Sentí como su mirada se poso sobre mi rostro, una mirada pesada, escrutadora. Me siento dónde me indica el mesero, me dice que si quiero ordenar algo, pido un café americano.

En el lugar sonaba la canción "Hotel California". Pongo mi laptop sobre la mesa, no la enciendo pues quiero ver a esa mujer, inspeccionar su rostro. Conocerlo de memoria hasta sentir que la conozco de años. Siento una mirada que se posa en mí ¿Me estará viendo ella o alguien más? Me pregunto.

Observo como agacha la mirada a la taza que tiene enfrente. "Es mi momento" pienso, así que, me levantó y camino hacía la mesa que está a lado de ella. Afortunadamente su mirada esta pérdida en el objeto de porcelana que humea en esta cálida tarde veraniega.

Levanta la vista y de reojo observo como sus ojos tan perfectos y de un color miel que me dejan estupefacto están viendo a la mesa donde antes estaba sentado. Si me veía, gira un poco la cabeza a su derecha y me mira fijamente, una mirada fugaz que a mí me parecen horas. Todo aquello que estaba a nuestro alrededor dejó de existir. Sus ojos y los míos se encuentran, experimento un recorrer de sensaciones en mi interior que no había sentido antes por alguien. Con premura baja la mirada, toma la pequeña cuchara que descansa sobre un plato y da un sorbo de café. Me acerco sin saber que decir, con más ímpetu que inteligencia.

- Hola, me llamo Farid, un placer - digo con mi voz más segura. Parezco adolescente la primera vez que habla con la chica que le gusta.

- Hola, soy Erin, encantada - sonríe mostrando la perfección de aquellos dientes blancos, esos labios que pintó de color violeta delgados que te incitan a besarlos a la brevedad, y sus ojos miel resaltan aún más con el brillo del sol que se oculta en el horizonte y con ese maquillaje que tan bien supo escoger para la ocasión.

- Me di cuenta que estabas sola, así que, decidí acercarme espero no te moleste.

- No, para nada, lo que sucede es que estoy esperando a alguien que al parecer no llegará.

- Suerte que a mí me cancelaron la cita que tenía, y a ti te dejaron aquí esperando. Vaya linda y fantástica casualidad. - trato de sonreír mostrando seguridad pero siento que se me ve el rubor de mis mejillas, lo cual me desconcierta pues no quiero que piense que soy un adolescente tratando de coquetear con su amor de colegio

- Sí , sonríe de nuevo - ¿Tenías una cita de trabajo o con una mujer?

- De trabajo, no tengo ningún tipo de relación con nadie por el momento, y no es por falta de tiempo ni de ganas, pero no ha llegado la mujer que cumpla con mis expectativas. ¿Y tú a quien estas esperando?

- A una amiga, pero me preocupa que no me ha respondido las llamadas ni los mensajes, no se, tal vez se fue con su novio. - revisa su celular y la hora marca las 19:05hrs.

Una pequeña ráfaga de viento sopla sobre la mesa donde estamos sentados los dos.

- No te preocupes, todo debe de estar bien, ya sabes que las malas noticias vuelan rápido. Estarás toda la noche libre, ¿No?

- A menos que ella no llegue si, estaré libre. - le da un sorbo a su café y sus ojos penetrantes me ven fijamente y me siento estremecer.

Platicamos por una hora más, hay risas (el sonido que produce es la melodía más compleja y hermosa que se ha creado) hay más contacto como poner mi mano sobre la suya. Siento una mágica y misteriosa química con ella, charlamos sin parar cómo si fuéramos viejos amigos.

Me entero que trabaja de psicóloga, y tiene su propio consultorio en la calle Masaryk, sin hijos, aficionada de la música rock, amante del café y de las buenas charlas sin un celular de por medio. Fan número uno (dice ella) de Aerosmith. Tiene un tatuaje en la parte trasera del cuello con un ángel y demonio femeninos, según ella porque representa sus dos lados, la rockera "mala", y la psicóloga dando consultas " buena". Ama leer un buen libro en las tardes de lluvia y gran aficionada de la gimnasia olímpica.

Yo le cuento todo de mí. Mi afición casi enfermiza por el rock (una coincidencia de lo más maravillosa), mi sueño de conocer el mundo ya sea solo o en pareja, mis hobbies que son tocar en una banda de rock los fines de semana, y escribir cuando la inspiración toca la puerta. Soltero, sin hijos, independiente, le enseño mis tatuajes; uno en el antebrazo que es un reloj de arena con la palabra "Vida" diluyéndose con el tiempo, y otro que esta en mi hombro que es el contorno de los 5 continentes.

Platicamos por un rato más, me ofrezco a llevarla a casa, pero ella declina la petición argumentando que tiene carro, la acompaño hasta la puerta de salida, antes de entrar a su vehículo nos despedimos, intercambiamos números de teléfono y dedicamos al otro nuestra más pura y sincera sonrisa.

Y ahora cada vez que la miro, experimento de nuevo ese enamoramiento mágico que me ocurrió la primera vez que la vi. No existe el amor a primera vista; lo que existe es la persona adecuada en el momento indicado.

Peligrosa Falsedad (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora