Los rayos del sol se colaban por los pequeños agujeros en la pared y terminaban chocando en los ojos del castaño que aún se encontraba dormido, no tardo en despertarse una vez que la luz había invadido la habitación completa, se encontraba en un lugar que desconocía, se incorporo a la orilla de la cama para sentarse, tenia un dolor de caderas indiscutible, ni siquiera recordaba lo que había pasado anoche, hasta que Stephen salió del baño con una toalla que cubría su parte inferior del torso, mientras dejaba a total descubierto su muy bien trabajado pecho.
- Veo que al fin despiertas, dormilón.
- Stephen!! ¿Dónde estamos?
- ¿No lo recuerdas? En mi casa, ayer fue nuestro aniversario y os embriagaste demasiado que no tuve opción mas que dejarte dormir aquí.
- Ahh, eso explica mi dolor de caderas.
- No, para nada. Nada intimo pasó anoche, tus caderas te duelen por anciano.
- ¡Que va! ¿A quién le dices anciano, anciano? Seguro es por esta cama dura en la que dormí.
- No es culpa de la cama que tu enorme trasero pese demasiado.
- Y a ti ¿Quién os ha dado permiso de ver mi trasero?
- Se nota de lejos, cariño. - Stephen se acercó lo suficiente a Tony para depositar un beso en su cuello y susurrarle suavemente al oído "Algún día será todo mío"
El moreno se estremeció por dichas palabras y bajo su vista al suelo para ocultar el pequeño sonrojo en sus mejillas, a lo que el mago reaccionó divertido.
- Ve a darte una ducha, debemos regresar a casa, Peter nos espera.
- Ohh, por supuesto, aunque hubiese preferido ducharme contigo.
- Ni hablar, eres muy provocativo.
- No hagas como si no te gustara.
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Ambos regresaron a la torre, Pepper los esperaba con el pequeño Peter en sus brazos, el bebé parecía no querer calmarse hasta que vio a sus padres entrar, la rubia solo les dirigió una sonrisa al ver como el bebé, inquieto se movia para llegar a los brazos del moreno.
Los demás en la sala solo ignoraron a la pareja, a excepción de Wanda quien saludo moviendo su mano de un lado a otro.Steve por su parte se acercó a saludar a Tony, ignorando la presencia del hechicero, Stephen notó de inmediato la intención del soldado, por lo que tomo a Tony de la cintura y le abrazó por detrás mientras recostaba su barbilla en el hombro del moreno.
Steve reaccionó con rabia ante tal acción y solo se limito a dedicarle unas palabras "Tony, necesito hablar contigo", dicho esto volteó y regreso a su asiento.- Bueno, tengo que ir al santuario, si me necesitas solo llamame - Abrió un portal, pero antes se despidió de Peter y Tony con un beso, luego se despidió de los demás y se fue.
- Bueno, yo estaré arriba con Peter, si me disculpan. - Tony dio la vuelta y subió las escaleras con Peter en Brazos. - Por cierto Pepper, gracias por cuidar de Pete - La rubia solo asintió con una calida sonrisa.
El dolor de caderas aún no se quitaba, ahora recordaba lo sucedido, como el día anterior se había entregado al tipo que tanto daño le hizo, se sentía como una mierda en estos momentos, había engañado a su pareja el día de su aniversario, Stephen no le merecía, no merecía a alguien tan repugnante como él, definitivamente no lo merecía, él era tan delicado, detallista y dedicado, ¿Cómo puedes hacerle algo tan malo a una persona así? Deseaba que nunca hubiese pasado, deseaba no haberse dejado llevar por sus impulsos, sus estúpidos impulsos, él no amaba a Steve, su relación nunca fue lo mas lindo del mundo, tenían mucho sexo, si, pero nunca se comprendieron del todo, nunca supo que sentía Steve, ambos ocultaban cosas el uno con el otro, nunca se esforzaron en entenderse, solo sabían que se amaban o al menos eso pensaban, se entregaban de forma física mutuamente, pero fuera de la cama parecían desconocidos, jamás hablaron con nadie de su relación, ni a sus compañeros, ellos se dieron cuenta con el tiempo, a Steve aveces le incomodaba que alguien supiese, prefería mantenerlo para ello, "Somos héroes" escusaba siempre, jamás se tornaba cariñoso cuando estaba alguien presente, pero por las noches, por las noches el era posesivo, le decía cada vez que podía que era suyo, de nadie mas, que nadie mas podía tocar su trasero, nadie mas que él.