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Attis

El gruñido de su estómago compite contra el de Daniel, ya ambos tienen hambre y es comprensible, el haber corrido y seguir caminando hizo que sus cuerpos quemaran grasa y abrieran el apetito.

Suelta un suspiro, revisa los árboles de su alrededor y al ver una equis roja marcando, sabe que están yendo por la dirección correcta. El sonido de un claxon le hace voltear, un pequeño carro color rojo se acerca a ellos, pero con muy poca velocidad.

Frunce el ceño, Daniel se coloca a su lado y alza una mano, la cual tiene el pulgar arriba. ¿Acaso está pidiendo viaje? ¿Está loco?

— ¿Qué diablos haces? –le sujeta del hombro para voltearlo. –Baja la mano.

— No. –alza el brazo nuevamente y aunque se lo intenta bajar, Daniel no lo permite. –Tengo hambre y ya me duele el cuerpo, no soy un Especie.

— ¿Y eso qué?

— Que yo no tengo la misma resistencia que tú, imbécil. –el vehículo se va orillando cada vez más. –Que no se te olvide.

— Tengo muy en claro lo débil que eres, no te preocupes.

Daniel pone los ojos en blanco, pero sonríe cuando el auto se detiene frente de ellos. Ambos ponen su atención en el conductor, es un señor viejo de cabello canoso y cuerpo gordo, la mujer de copiloto para ser su esposa y los dos viejos humanos les sonríen cariñosamente.

Sin pedir permiso, Daniel abre la puerta de la parte trasera y entra, dejándola abierta. Él solo duda un poco, pero al estar ya arriba no tiene escapatoria y no es como que tenga muchas opciones, de todos modos. Cierra, acomoda su mochila entre Daniel y él, pone su mirada al frente y la viejita la sonríe radiante.

— ¿De viaje? –pregunta el hombre, ajustando el retrovisor para verlos mejor.

— Sí, vamos a la ciudad. –Daniel sonríe de lado. – Nuestros tíos viven ahí, vamos a ir a visitarlos. – vaya, el joven humano es un muy buen mentiroso.

— Oh, que tiernos, muchachos. –dice la señora. – Es su día de suerte, nosotros también vamos para allá.

— Muchas gracias. –murmura él, un poco apenado.

— No hay de qué, siempre que vean la oportunidad, ayuden.

Ambos asienten, se colocan el cinturón de seguridad y permiten que la música clásica les abrigue en lo que queda del viaje. Él está bien con eso, aunque lo que más quiere es dejar de pensar en Dora. Sí, la quiere. Vaya que está enamorado de ella, pero eso definitivamente no está bien.

Puede lastimarla muy fácilmente y lastimar a esa bella leona es lo que menos quiere.

Por otro lado, ¿qué tal si ella de él ya se había olvidado? No sería para sorprenderse, tal vez ya un chico humano había logrado conquistarla y poderle dar lo que ella tanto necesita, ¿qué era eso al fin de cuentas? Él nunca la tocó, solo uno o dos besos habían compartido y eso basto para que pusiera límites.

Dora nunca le preguntó del repentino cambio o del por qué se había vuelto tan receloso en algunas cosas, claro que siempre se lo reclamó, sin embargo jamás le cuestionó los actos. ¿Tan poco le importo? ¿Qué si ella con el tiempo dejo de interesarse?

Corre desesperado, no puede ser verdad lo que le acaban de decir, ella no se pudo haber ido así sin más ¿dónde estaban todas esas palabras tiernas? ¿Por qué se va? La ira burbujea en su sangre, haciéndole correr más rápido ¿con quién se va a ir? ¿Irá sola?

Attis / Daniel (Nuevas Especies Fanfic #15)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora