Capítulo quince.

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Los ojos negros de la ex esposa de Johann la observaban con un desánimo indescriptible. Llenos de compasión. ¿Se arrepentiría ella de haber contratado a Poché para matar a su antiguo esposo?

La chica se alejó de aquel lugar y se dedicó a bailar como loca toda la noche. Las botellas de vino desfilaban de mano en mano, de boca en boca, y María José las probó todas. Johann siguió donde estaba, sentado entre cojines, bebiendo botella tras botella. Ni una vez la volvió a mirar.

El sudor le bañaba cada mínima parte de su cuerpo, pero a la pequeña no le importó y disfrutaba cada vez más la música. Una de las cortesanas pasó cerca de ella y los dedos de ambas se rozaron. El contacto le provocó una descarga de rayos en el cuerpo. Aquello era más que una fiesta: era una orgía, una llamada a rendirse al altar de las exuberancias. Y Poché se sacrificó encantada.

Miró un segundo su teléfono y vio la hora... ¡las tres de la mañana! ¿Cómo era posible que el tiempo pasara tan deprisa?

.- Menuda reunión —le susurraron al oído. Al darse la vuelta, Poché se encontró ante unos ojos que la miraban radiantes—.

Ella se balanceó al ritmo de la música.

.- Vaya Mario, pensé que te habías ido.

.- ¿Estás saliendo con ella? ­–Preguntó el chico a la vez que miraba a Calle-.

.- Soy de quienquiera que sepa ganarme.

Mario la cogió por la muñeca y le acarició su delicada piel.

.- Entonces deja llamarte mía durante un par de canciones.

María José sonrió, pero de repente alguien se interpuso entre ambos, una figura alta. Daniela, arrancó la muñeca de la pequeña de la mano de aquel que siempre ha sabido es su mayor rival.

.- Pertenece a otra persona, Ruiz. —La pequeña tomó a Calle por el codo—.

.- Ya basta Daniela, no hagas espectáculos —le advirtió—.

Mario miró a la más alta de arriba abajo y luego levantó las manos.

.- Vaya Dani, veo que andas en todo ¿no es cierto? Solo procura que lo que llamas 'tuyo' de verdad te pertenezca. —No había terminado ésta oración cuando Calle le lanzó una bofetada

.- Fuera de mi vista.

Mario se fue, no sin antes guiñarle un ojo a Poché. La pequeña volvió la cabeza hacia Calle.

.- ¿A qué carajos ha venido eso?

.- Estás borracha María José —repuso, estaban tan cerca que sus cuerpos se rozaron—. Y él también lo sabe.

.- ¿Y? —Mientras lo decía estuvo a punto de perder el equilibrio. Calle la tomó de la cintura para evitar que cayera—.

.- Después me agradeces.

.- Por el simple hecho de que trabajemos juntas no significa que sea incapaz de cuidarme.

Calle no había retirado las manos de la cintura de la pequeña.

.- Mejor te llevo a casa.

.- No necesito escolta —replicó María José—. Me iré cuando me dé la estúpida gana, ¿no puedes pagarle a Lucy para que te haga compañía?

.- ¡Por Dios! No quiero a Lucy ni a nadie más para que me haga compañía —replicó entre dientes mientras tomaba la mano de María José—. Y si no te das cuenta, es porque eres una necia.

La pequeña apartó la mano de un golpe.

.- Soy lo que soy, y me importa menos lo que pienses de mí.

.- Bueno, personalmente sí que me importa lo que pienses de mí. Me importa tanto que me he quedado en esta horrorosa fiesta solo por ti. Y me importa tanto que estaré en mil más solo para poder pasar unas horas contigo siempre que no me mires como si no valiera nada.

Aquella revelación desencajó a María José. La cabeza le daba vueltas.

.- Calle, ya tenemos bastantes problemas con Johann. No quiero sumarme un conflicto más —quiso frotarse los ojos, pero habría dañado su perfecto maquillaje. Suspiró—. ¿No podemos... divertirnos un poco solo por hoy?

La más alta se encogió de hombros. Tenía la mirada sombría.

.- Si lo que quieres es bailar con el idiota de Mario, pues adelante.

.- ¡No me refiero a eso carajo!

.- ¡Entonces dime a qué demonios te refieres!

Ella empezó a enroscar los dedos, pero se detuvo. Volvió a suspirar.

.- Escucha —empezó a decir. La música era tan fuerte que le costaba oír sus pensamientos—. Yo... Calle, aún no sé cómo ser tu... amiga. Desde que regresé olvidé como tratar amablemente a las personas. Y... ¿No podemos discutir esto por la mañana?

Calle negó con la cabeza lentamente. Por fin sonrió.

.- Está bien. Si es que mañana logras recordar algo —se burló. Poché se forzó a sí misma a delinear una sonrisa a su vez. La más alta señaló el baile con la barbilla—. Ve, diviértete. Hablaremos en la mañana.

Luego se acercó a ella, como si fuera a besarle la mejilla, pero al parecer lo pensó mejor. María José no habría sabido decir si se había sentido desilusionada o no cuando Calle le apretó el hombro con gesto amistoso.

Tras eso, la chica se perdió entre la gente. Poché sela quedó mirando hasta que un joven la arrastró a un círculo de personas quebailaban y la fiesta la dominó una vez más.    

La rosa en la guerra. (Caché)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora