Capítulo séptimo.

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Al día siguiente, María José se levantó temprano para llegar a tiempo a su primera prueba con el traje que Gerard le mandó a confeccionar. Después de alistarse y ponerse la vestimenta, salió hacia el pasillo. Cuál no sería su sorpresa de encontrarse a Daniela por ahí tan temprano.

.- Vaya ¿un nuevo regalo? —Preguntó la más alta mientras observaba el traje—

.- Y si así fuera ¿Qué pasa? ¿Te molesta?

Calle se cruzó de brazos. La camisa blanca le apretaba lo suficiente como para que Poché desviara la mirada un par de segundos.

.- No, en lo absoluto. Solo me sorprende que aceptes sus regalos. ¿Cómo puedes perdonarle lo que te hizo?

.- ¡Perdonarle! No soy yo la que va por ahí retozando con Lucy, asistiendo a fiestas o haciendo... ¡lo que sea que has estado haciendo todo el maldito verano!

.- Claro, mi verano perfecto –Ironizo la más alta- ¿Y te crees que a mí me divierte?

.- No fue a ti a la que enviaron lejos.

.- María José, en serio que yo preferiría estar a mil kilómetros de aquí, te lo aseguro.

Ese comentario logró que Poché lanzara una risita irónica.

.- No te creo. ¿Cómo voy a creer siquiera una palabra de lo que dices?

Daniela frunció el ceño.

.- ¿Pero de qué estás hablando Poché por Dios?

.- Nada que te importe. No quiero hablar de eso. Y tampoco es que deseo hablar contigo, Daniela Calle.

.- Pues adelante —replicó ella entre dientes—. Habla con Gerard y arrástrate cuanto quieras. Que te atiborre de regalos, te acaricie la cabeza cual mascota y te ofrezca las misiones mejor pagadas. No tardará mucho tiempo en averiguar el precio de tu perdón, no si... -Calle no pudo terminar porque la más pequeña le ofreció un golpe en la mejilla-.

.- No te atrevas a juzgarme. No digas ni una palabra más Daniela Calle.

.- ¡Perfecto! Eres tan terca que tampoco me escucharías. María José Garzón y Gerard Way: solo ustedes dos, inseparables, hasta el fin del mundo. Y los demás podemos irnos al mismísimo infierno. ¿No?

.- Eso suena al ataque de celos más estúpido del mundo Calle. Sobre todo teniendo en cuenta que has pasado tres meses constantes con él este verano. ¿Qué ha pasado, eh? ¿No has podido convertirte en su favorito? –Calle se quedó callada, manteniendo su mirada fija en Poché- ¡Pues claro que no! Soy María José Garzón, maldición, yo soy la mejor en el pelotón de Wyrd. Y eso no lo cambia ni tú ni nadie.

.- ¿Quisieras dejar tu maldito ego a un lado, Poché?

.- No, mientras pueda recordarte que soy la mejor, lo haré.

.- No tienes ni idea de lo que he pasado este verano. Ni idea, María José.

.- Tampoco me importa.

Poché se apartó de su lado y empezó avanzar hecha una furia, no tenía la mínima intención en detenerse. No hasta que escuchó una revelación que le dolió en el alma.

.- ¡Le hice jurar que jamás volvería a ponerte la mano encima!

Poché se detuvo tan abruptamente que tuvo que tomarse de la pared para no caer ¿Por qué Daniela haría un trato así con Gerard? Sintió como la mujer se acercaba a ella y se detenía muy cerca mientras posaba una mano en su hombro.

.- Le dije que le perdonaría a cambio de esa promesa. Temía por ti, María José.

Poché se volteó y no contó con que Calle estaría tan cerca, tanto que podía sentir su aliento chocar con el de ella. Daniela, inconscientemente, posó sus manos en la cintura de la más pequeña haciendo que ésta se sobresaltara un poco.

.- Suéltame, Calle

.- Te extrañé todo el verano, María José.

Y ya sin poder contenerse, Daniela posó sus labios en los de María José. La más pequeña resistiéndose al comienzo, pero aunque no quisiera aceptarlo, ella también anhelaba esos labios desde que llegó. A medida que avanzaba el beso se tornaba más frenético y lleno de un sentimiento de necesidad la una por la otra. Calle delineó los labios de la pequeña pidiendo permiso para profundizar el beso; un permiso que fue concedido. Las manos de María José viajaron velozmente hacia el cuello de la otra acercándola más a ella. Daniela empujándola levemente para quedar contra la pared más cercana y empezando a crear un camino de besos húmedos en su cuello mientas la tomaba de sus caderas.

Unos pasos cercanos a ellas las hicieron volver en sí, mientras se separaban precipitadamente, Joe pasó cerca de ellas haciendo caso omiso a su presencia. Luego de quedar nuevamente solas, solo se limitaron a mirarse.

.- Poché...

.- Debo irme, Calle.

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Mientras entrenaba, Poché no dejaba de pensar en el beso con Calle. ¿Estaría bien? ¿Por qué Calle le haría prometer a Gerard que no la volvería a tocar? Pero lo más importante ¿Por qué Gerard aceptaría tal trato? No quería volver a hablar con ella. ¿Cómo iba a mirarla a los ojos sabiendo lo que ya sabía? ¡Había obligado a Gerard a jurar que jamás volvería a lastimarla! María José no daría nunca con las palabras necesarias para expresar la mezcla de agradecimiento y sentimiento de culpa que aquella idea le provocaba. Odiar a Calle era mucho más fácil...

En esas estaba cuando un golpe en las costillas la devolvió a la realidad, haciéndola caer al suelo. Mientras se levantaba e intentaba recobrar el aliento, Gerard se acercó a ella.

.- ¿Qué demonios te pasa Garzón?

.- Solo estoy distraída, eso es todo, no te preocupes

.- Más te vale que lo que sea que te tiene así lo resuelvas pronto ­–Gerard la tomó de la barbilla- no puedo arriesgarme a que fracases cuando te toque aniquilar a Johann ¿está bien?

.- Si, señor.

Gerard empezó a caminar alrededor de ella, si no hubiera sido por la revelación de Daniela hace rato, hubiese pensado que el hombre le soltaría un golpe por su torpeza.

.- Hoy Johann irá al teatro –comenzó- y necesito que te alistes y utilices el vestido que te regalé. A cuatro días de la reunión con su compañero, te conviene asistir a ese teatro

.- Yo ya tengo un plan para que...

.- No serás tan orgullosa o necia como para contradecirme ¿cierto? –Poché se limitó a negar con la cabeza mientras miraba a Gerard- desde el palco del teatro podrás espiar a Johann con absoluta seguridad; ver con quién hablaba, quién se sienta a su lado, quién le guardaba las espaldas. Además, se cuento amas la música clásica, podrás salir y presenciar un espectáculo de danza acompañado de una orquesta sinfónica.

Poché no podía rechazar tal oferta. Al terminar, se encaminó a su habitación para arreglarse sin saber con se encontraría más tarde. A la hora acordada, la pequeña bajó hacia el estacionamiento y no pudo evitar alterarse cuando miró a Calle vestida tan elegantemente... y Lucy enganchada a su brazo.

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Gracias a todos por su apoyo. 🌹


La rosa en la guerra. (Caché)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora