Los días pasaban con gran lentitud. Todo el equipo se había trasladado a Suecia, donde anteriormente se encontraban.Allá Steve tenía una casa, bastante amplia. Ahí vivía todo el equipo, hasta que Scott y Clint lograron conseguir ese arresto domiciliario.
Se sentía perdido en el tiempo, ni siquiera contaba con una maldita idea de dónde empezar a buscar respuestas. No quería que las cosas se quedaran así y no podía. Aquel acto había provocado tanto dolor, no en la base, no en Wakanda, en el mundo entero.
Natasha seguía traumatizada, no se dirigió a Steve después de tamaña confesión, después de una dura derrota. Él también estaba bastante enojado. Si se dejara consumir por el enojo tan fácil estuviera armando un alboroto, exigiendo una explicación formidable para ocultar algo tan importante como eso, pero no se dejaría consumir por el coraje, debía tolerar por un tiempo ese nudo en su garganta, hasta que ella mejorara.
No había entrado a su habitación en una semana. Ella no quería ver a nadie, pero era momento de que pensara en sí y se alimentara. Llevaba un plato de comida consigo, algo ligero, pues llevaba mucho sin comer y no le haría bien bocados grandes.
Entró al cuarto, estaba recostada en la cama, de lado, dándole la espalda a la puerta. Ocultaba toda su debilidad bajo esas paredes. Le partió el alma verla así, pasando un momento tan difícil, sola. Pero ella así lo quería.
Cuando entró, ella se levantó rápidamente. Podía notarse que estaba débil, ojerosa, sus ojos rojos, sin brillo y los labios resecos. No descansó, ni descansará.
Se sentó junto a ella, dibujando la mejor sonrisa, pretendiendo contagiar un poco de optimismo en la rubia, pero era imposible. Le acercó el plato y ella lo tomó, pero no consumió nada de lo que estaba ahí. Pareciera como si quisiese decir algo, pero no podía, no encontraba las palabras, no sabía cómo.
Ella en todo momento mantuvo la mirada abajo, directo al plato de comida. Recordaba los horribles ascos que sentía cuando su bebé estaba con ella, esos olores que nunca fueron malos para ella, pero desde el momento en que ese pequeño la escogió como su mamá para protegerlo, cualquier olor penetrante era muy duro y le revolvía el estómago.
Estaba enterada de cada una de las complicaciones que vendrían gracias a él; las náuseas abundantes, los antojos descabellados, pies hinchados, estrías, noches sin dormir y al final el dolor más fuerte que toda madre sentía cuando finalmente llegaba el día del nacimiento. Todas y cada una de esas consecuencias las conocía. Y seguía sin arrepentirse de la causa que las iba a provocar. Con fuerza y valentía aguantaría, pero todas esas esperanzas, se fueron.
Lo que iba a decir a continuación no era nada fácil. Su corazón estaba roto y tenía que tomar otra clase de decisiones.
—Tenemos que separarnos, Steve —soltó de golpe, aún sin mirarlo a los ojos. El rubio no se lo tomó nada bien. Se levantó de la cama y la observó con mucho más enojo.
— ¡¿Estás loca?! —gritó, sin control. No estaba pensando, el Steve con cinco sentidos siempre se controlaría, pero jamás expuesto a una capa de emociones negativas, menos si se trataba de la mujer que quería.
—No lo hagas tan complicado, por favor —suplicó, dando un largo suspiro, como si todo le hartara —. Entiéndeme, no puedo quedarme aquí.
— ¿Por qué no? —ella no respondía —. ¡¿Por qué no, Natasha?! —exigió una respuesta, con los ojos cristalinos.
— ¡Llevamos una semana aquí sin hacer nada! ¡Si sigo aquí me voy a volver loca! ¡Necesito encontrar respuestas! —e igual, en el mismo estado emocional de Steve, con lágrimas en los ojos.
— ¿Qué insinúas, Romanoff? —la vio, dolido —. Yo no me acosté en una cama a llorar. A mí no se me tiene permitido deprimirme, recostarme y llorar por una semana, ¡claro que no he descansado! ¡Me siento pésimo! ¡Perdí a todo un equipo, sintiendo la derrota más enorme de mi vida! ¡También perdí un hijo! ¡No fuiste la única! —absolutamente todo, dolía —. ¡No es tan fácil! ¡Claro que he buscado, sin descansar! ¡No es fácil! —Natasha comenzó a derramar lágrimas con cada palabra que Steve emitía, nunca lo había visto tan mal.
— ¡No entiendes nada, Steve! —estiró sus cabellos, con desesperación —. ¡Aquí siento que me ahogo! ¡No puedo quedarme sin hacer nada!
— ¡Sólo mírate! —la tomó por los brazos y la sacudió —. ¡Mira tu cuerpo! ¡Mira tus ojos! ¡No puedes ni mantenerte de pie! —y sí, tenía razón. El solo mirar tanto tiempo para arriba la hacía marear —. Por favor, Natasha. No me hagas ponerme contigo como un líder.
—No puedes retenerme, Steve.
—No, ni siquiera debería hacerlo. Eres tú la que tiene esa decisión de quedarte, deberías. Me ocultaste tanto... y tú culpa no fue perderlo, fue haber ido a la pelea y que un riesgo a causa de tu decisión ocurriera —dijo por último. Se sentía muy alterado, quería correr de ese lugar. No habían discutido tan fuerte, nunca se había dejado arrebatar de tal forma.
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Todos escucharon aquella pelea. Natasha confesó que estaba embarazada, pero jamás confesó de quien. Sólo Steve lo entendía.
Pero después de esos gritos en la habitación, todos entendieron que estaba pasando. Cuando Steve salió, agachó la cabeza. No quería dar explicaciones ni tenía los ánimos para eso.
El enojo que sentía a Natasha era muy fuerte, demasiado. Es un secreto que no debía serlo. No fue culpa de ella que eso sucediera, el chasquido de Thanos haría desaparecer la mitad del universo, donde hasta los más inocentes estaban elegidos. Pero fue una irresponsabilidad tan grande.
Había estado muy ocupado, sumergido en la biblioteca, intentando encontrar respuestas, pero eran cientos de libros, tanta información que debía procesar, era demasiado y en nada hablaba de las seis piedras elementales.
Regresó, pero cuando entró, todos lo miraban extraño. Bruce se acercó a él, suspirando y negando.
—Se ha ido —trató de no sonar duro, pero sencillamente era difícil.
Él sólo asintió y guardó sus lágrimas. Nunca había estado tan enfurecido. Ella no merecía ninguna muestra de debilidad, ni una sola lágrima. No se creía capaz de perdonarle tanta mentira y daño provocado.
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Bueno, aquí está la continuación que tanto me pidieron y que sinceramente estoy insegura de subir xd Creo que no la verán dentro de meses, la verdad.
Espero que les haya gustado, que se hayan quedado sin ese sentimiento de no saber que pasó después XD obviamente no es lo último, todavía le falta.
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Mi mayor dolor [2]
Hayran KurguCómo soportar el aquel hueco que no sólo dejó en su vientre, también en su alma.