Soltó a mi padre y dio media vuelta. Me vio, y pasó por mi lado sin decir una palabra. Supe que tendría que esperar unas horas a interrogar a mi padre por la cara que tenía.
Pensé en seguirla. Tal vez eso la molestaría.
-Regina...- La seguí.
-Ahora no, Swan...- Continuó caminando.
-Espera...- Me planté en frente suyo para obligarla a detenerse solo un momento.
-No voy a disculparme, ¿de acuerdo?-
-No, por supuesto que no. Soy la sheriff, y no puedo dejarme llevar por mis emociones...pero bien hecho...-
Frunció el ceño y dejó ir todo el aire de sus pulmones. No dijo nada más. Lo entendió, y casi en un suspiro dejó entrever una tenue sonrisa. Asintió, y yo me hice a un lado y la dejé marchar.
A veces olvidaba que era fuerte. Leyendo su diario, todo estaba escrito desde una perspectiva casi infantil. Leerlo me provocaba una sensación de agobio en el pecho, porque quería protegerla pero no podía. Pero Regina era fuerte, la persona más fuerte que conocía. A veces se me olvidaba que había sobrevivido a todo eso y era fuerte. A pesar de todo aún quedaba amor en su corazón. Henry era la prueba.
Regina era complicada. Algunas veces, como anoche, se abría inesperadamente y me confiaba sus temores y debilidades, y otras veces me miraba y se marchaba sin decir nada. Yo era como ella, no me gustaba hablar, huia de las conversaciones profundas. Pero todos necesitamos sentirnos comprendidos de vez en cuando.
Al día siguiente volví a interrogar a mi madre. Me estaba hartando de sus respuestas. Su mayor defensa era atacar a Regina. Así no íbamos a ninguna parte. Le pregunté por el ataque antes de la muerte de Cora, pero aseguró no tener nada que ver con eso.
-Se inventó el ataque como excusa para poder matar a su madre...-
-Eso no es cierto.-
-¿Porque te lo ha dicho ella?- Puso los ojos en blanco.
-Lo he leído en su diario.- Expliqué, y de pronto su rostro ensombreció por el temor. -¿Sabes que están admitidos como pruebas en los juicios? Nadie miente en un diario...-
-Eso es mentira...- Aseguró. -Tú no tienes su diario. Regina no tiene ningún diario, mi padre...-
-¿Lo quemó?- Negué con la cabeza. -Todo este tiempo lo has sabido... Intentó ocultar las pruebas, todos lo hicisteis... ¿Por qué?-
-Porque era nuestro rey... Y ella es malvada, Emma...- Insistió al borde de la desesperación. -Todo esto es una venganza...-
-Pues yo creo que os lo merecéis...- Me levanté, haciéndole creer que ya me iba.
-Espera, Emma...- Pidió. -Tienes que entenderlo...-
Fruncí el ceño y volví a mi silla. Parecía preocupada, estaba apunto de confesar.
-Ella no pertenecía allí...- Trató de explicar con un nudo en la garganta que hacía temblar su voz. -Era una extraña... Mi madre fue una persona buena y cariñosa... Se lo dimos todo, y ella no nos quería... No nos quería, nunca nos quiso...-
Estaba afectada. Estaba loca. Yo me quedé a escucharlo, con la grabadora encendida. Me crucé de brazos.
-Lo único que le pedíamos era compromiso, que pusiera de su parte, pero no quería... Su corazón estaba vacío... Era una mala persona, Emma...-
-¿De modo que se merecía lo que le hicisteis?-
-No le hicimos nada.- Aseguró. -Mi padre era un hombre bueno y justo, y merecía su amor. Es solo que ella no lo entendía... Nos debía todo lo que tenía, y no lo entendía...-
Me armé de fuerzas para no levantarme e irme, o soltarle una bofetada que la tirara de la silla. Estaba confesando. Necesitaba esta confesión.
-No quería ayudarnos... Tenía que irse...-
-¿Y qué pasa con Henry?-
-¿Qué pasa con él?-
-Le disteis permiso para hacerle daño...- Recordé.
-Necesitábamos llegar hasta ella... Él tendría que haber estado contigo, Emma.- Confesó. -No le habrían causado nada grave, solo...lo necesario para llegar hasta Regina...-
-¿No queríais que se supiera?-
-Te estabas entrometiendo, Emma... Seguro que ella te lo habría acabado contando todo, seguro que habría manipulado las cosas y...-
-La obligasteis a casarse con el rey.- Asintió. -La torturasteis durante años y la mantuvisteis presa en vuestro castillo...- Bajó la mirada. -Enviasteis a alguien a matarla y provocasteis todo esto... Por poco matais a Henry...-
Subió la mirada, manteniendo las lágrimas a raya. Resultaba inquietante. -Solo me arrepiento de haber fallado la primera vez.-
Paré la grabadora. Seguía mirándome. Intenté articular palabra, mis labios no pronunciaron sonido alguno. Me levanté de la silla.
-¿No se merece a Henry?- Pregunté con la mirada gacha.
-No tuvo un hijo para mi padre, y no lo va a tener ahora...-
Tragué saliva y apreté los dientes. Asentí. Ahora todo tenía sentido. Cogí aire para contenerme. Todo era mucho más oscuro de lo que la gente pensaba. Me dirigí a la puerta.
-Emma... Era tu abuelo, tú eres de los nuestros...-
-No... No, yo no soy de los vuestros... Yo soy mejor que vosotros...-
Abrí la puerta y salí de allí. Levanté la mirada y vi a mi madre en esa sala. Se secó una lágrima. Estaba loca. Había perdido el jucio. Estaba en el cristal, su reflejo.
-¿Regina..?- Me di la vuelta. Estaba sentada en esa silla, ceño fruncido y mirada enterrada en el suelo, sus labios temblaban y las lágrimas salpicaban su rostro. Intenté acercarme a ella.
-Ni se te ocurra tocarme, Swan...- Se levantó y puso su mano entre ambas, para que no me acercara. -No eres mejor que ellos, no lo eres...-
-Regina...-
Intenté dar un paso más hacia ella, podía sentir su dolor en mi pecho. Ella me agarró la chaqueta por el hombro y empujó con fuerza, rompiendo a llorar y pegandome sin fuerzas en el hombro.
-Lo siento...- Traté de disculparme.
-No...- Sacudió la cabeza. -Necesitaba una amiga... Tú lo sabías, y me utilizaste...-
-Regina...-
-No vuelvas a acercarte a mí, Emma...- Dio media vuelta para marchar, pero una vez más me interpuse en su camino.
-Espera, Regina...- Supliqué. -Escribiste ese diario porque querías que alguien lo leyera, que alguien te ayudara... ¿Por que no me dejas hacerlo?-
Ella me aguantó la mirada, sus ojos ya se habían desbordado por el dolor y la rabia que durante tanto tiempo retuvieron. -Porque ahora es demasiado tarde, Emma...-
Se marchó.
Cerré los ojos. Era demasiado tarde. Nadie la salvó, no hubo salvadora, ningún héroe acudió al rescate. Dejaron que se hundiera, ataron rocas a sus pies y la lanzaron al mar. Observaron. Nadie podía cambiarlo.
Ella tenía razón. Tenía razón en todo. Yo solo era una razón más en su historia por la que odiar a la gente.
Hoy no tenía pensado publicar, pero ya que es mi cumpleaños regalaré este capítulo extra😉