Mi padre había desaparecido. Al parecer el amor verdadero dura hasta la cárcel. Tuvimos que soltarlo al cabo de 24h, y en cuanto mi madre confesó fui a por él. Ya no estaba.
Abrí el diario, todas sus páginas arrancadas. Regina las había arrancado. Quería asegurarse de que no pudiera volver a leerlas nadie nunca más. No respondía a mis llamadas.
Al caer la noche arranqué una hoja de una libreta y, bajo la luz de la lámpara de la mesita, me dediqué a escribir.
"Hay personas que no saben hacer lo correcto. Hay personas que no saben qué camino tomar o en quien confiar. Hay personas que se dejan llevar porque no pertenecen a ninguna parte. Hay personas, como yo, que no saben hacer lo correcto. Tú no eres de esas personas, Regina. Dijeron que yo era la Salvadora porque mis padres eran héroes y yo era fruto del amor verdadero. Nada era cierto, y no luché por ello. Yo no soy la Salvadora, Regina. La verdadera Salvadora debería ganarse su nombre. La verdadera Salvadora debería ser alguien fuerte, capaz de salvarse a si misma cuando las circunstancias se lo requieran. La Salvadora eres tú, Regina."
Escribí esto por un lado de la hoja. Necesitaba que lo supiera. Estaba bien que lo supiera, pero también tenía que saber otra cosa.
"Tenías razón. Necesitabas una amiga, y me aproveché de ello. Me aproveché porque yo también la necesitaba. Pensé que yo podría ser tu amiga y tú serías la mía. Pero las amigas no se mienten. He sido una mala amiga. Al principio pensaba que tú me habías enviado el diario, que querías que lo leyera...no fue hasta más tarde que me di cuenta de que no habías sido tú. Algo trajo ese diario hasta mí. Tal vez fuera lo mismo que llevó el libro de cuentos al armario de mi madre, tal vez fuera el destino. De todos modos debí contartelo cuando lo descubrí. No lo hice porque tú me necesitabas. Me repetí una y otra vez que tú me necesitabas. Yo era la que te necesitaba a ti. Fui egoísta. Jamás quise hacerte daño. Eres la última persona a la que querría hacer daño. No podía soportar mirarte a los ojos y ver como se inchaban tus párpados por el dolor que tu corazón bombeaba. Quería hacer desaparecer el dolor. Haría cualquier cosa por hacerlo desaparecer. Pero tienes razón, ahora es demasiado tarde. Lo único que queda por hacer es enfrentarse al dolor. El amor es el único escudo que puede protegernos del dolor. Por favor, no hagas esto sola."
Metí la nota entre las páginas arrancadas del diario, y lo cerré cuidadosamente. Acababa de poner mi corazón al descubierto, y tal vez si ella lo leía, si leía lo más profundo que había en mí, estaríamos en paz.
..
Regina
No podía perdonarla. Leí sus palabras, y no podía perdonarla. Quería hacerlo, quería creer que podíamos ser amigas, pero simplemente no era así. Ella había leído mis más oscuros secretos. Ella sabía absolutamente todo sobre mí, mis gustos, mis miedos, mis traumas, mis sueños...lo sabía todo. Jamás podría soportar su presencia sabiendo que ella lo sabe.
Dios sabe que necesitaba una amiga, y yo sé que necesito a Emma Swan. Pero por mucho que mi corazón lo supiera, mi cabeza no me permitía perdonar algo así. Tal vez, en otra época, me hubiera dejado llevar por el corazón. Después de todo por lo que había pasado, había aprendido a poner la cabeza por delante. Y la cabeza me decía que no podía volver a verla.
Estaba en mi oficina cuando recibí el mensaje. Recibí el mensaje y mi mundo se paró.
"Tenemos tu diario. Quedamos en el cementerio al alba o todos los habitantes de Storybrooke leerán lo que les hemos preparado. Ven sola."
Fui corriendo a casa, la puerta estaba forzada y las hojas no estaban. Las tenían. No podía respirar. Cogía aire, pero no entraba en mis pulmones. La cabeza me daba vueltas, y sentía los latidos del corazón en el cuello, cada vez más intensos.