"Conociendo al Pequeño de Mamá"

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— ¡MAMÁ! Mamá, mamá mamá.

Dio un brinco y casi cae de la cama, si no fuera por que se sujeto de las cobijas como si de eso dependiera su vida, Christopher se sentía desesperado; con cautela se sentó bien en la cama, se talló los ojos que le ardían y se sentían pesados.

Unos pequeños pasos se escuchaban cada vez más rápido. Dulce, que a su lado seguía durmiendo abrazando la almohada, mostraba una calma imperturbable, como si todo el escándalo de afuera no existiera.

—Mamá, mamá—una voz canturreaba.

Se abrió la puerta y detrás de ella se mostró la figura de un niño de cuatro años, con el cabello despeinado y solo vistiendo una camisa y calzoncillos de cars.

—Mamá… ¿Qué haces tú aquí?—el niño se notaba desconcertado y lanzó esa pregunta dirigiéndose al hombre que estaba en la cama de su madre, nadie podía dormir con su mamá más que él, y aunque ya era un niño grande, había noches en las que le costaba conciliar el sueño y solo el olor del cabello de su madre era como una medicina para poder dormir.

— ¡Hey Alex!—respondió Christopher de manera agradable. Daba gracias a dios que Dulce lo obligaba a ponerse su ropa después de hacer el amor, por si llegaban a encontrarse en esta situación.

—No me llames Aless, solo mamá y el abuelito Fernando puede decime así. Mi nombe es Alessandel—dijo el niño mientras miraba al novio de su madre con recelo. A Christopher al ver como el pequeño niño que aun no sabía pronunciar la "erre" se ponía a pelear con él, le daba mucha ternura y risa.

Empezó un duelo de miradas, aunque solo violento por parte del pequeño Alex.

— ¡Silencio los dos! No me dejan dormir—respondió la silueta femenina que se encontraba en la cama, mientras se removía en su lugar—ven Alex, dame mi beso de buenos días. —la mamá del pequeño se sentó en la cama, el pequeño corrió hacia sus brazos riendo mientras le daba un beso baboso en la mejilla, los favoritos de Dulce.

—Te amo mami—respondió el pequeño celoso mientras se subía a la cama y se abrazaba del cuerpo de Dulce como un koala. Christopher miraba la escena divertida, sabía bien que no tenía caso discutir con el pequeño por el amor de su madre, esa era definitivamente una batalla perdida. Dulce se lo advirtió en su segunda cita, y el saber cómo su familia era lo más importante para ella hizo que él se enamorara más, si es que eso era posible.

∆∆

Era su segunda cita, Dulce era una mujer excepcional y le atraía de todas las maneras posibles, la había conocido en un club de lectura a la cual los dos asistían, siempre la miraba desde las sombras pero cuando fue el último día del taller, decidió no perder más tiempo y la invito a salir. Ella trabajaba en la redacción de un pequeño periódico que apenas estaba comenzando y además colaboraba periódicamente con una editorial que a veces le mandaba libros para que leyera y editara. Él, apenas un médico recién graduado, y tenía solo un par de meses en el hospital. El tenía 26 y ella 24. Continuamente se preguntaba por qué una criatura tan pequeña y aparentemente delicada se esforzaba tanto.

La primera cita fue genial, solo esa palabra la describiría, todo fluyo desde el principio y de inmediato se dio cuenta de que de ser amigos podrían llegar a ser algo más, él quería conocerla a fondo, saber más de su vida, parecía que mientras más la conocía más difícil le era apartarse de ella, así fue que sin pensarlo le pidió verla de nuevo, y ahí estaban, Christopher ansioso de saber más de esa fascinante mujer y Dulce dispuesta a compartir con él, el aspecto más importante de su vida. Ahí fue cuando le conto todo.

Él Pequeño de MamáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora