— Christopher, mejor vámonos, cambie de opinión— Rogo Dulce, mientras hacían fila para que el valet parking recogiera su choche.
—Cariño cálmate, vas a ver que todo saldrá bien. — Christopher posiciono su mano en la rodilla de su novia. Dulce lo miro suplicante.
— ¡Wow, eta casa eta gigante!— Alex exclamo emocionado, mientras tenía su cara pegada al cristal. Dulce miro a su hijo y suspiro, se miraba tan emocionado, no podía a dejar que su inseguridad arruinara una posible relación entre su hijo y sus abuelos.
—Muy bien, vamos
Christopher se estaciono frente al valet parking y se bajaron del coche, Christopher llevaba en brazos al pequeño Alex, mientras que tenía tomada a Dulce de la mano, dándole apretones cada cierto tiempo para expresarle su apoyo.
Caminaron a través del camino de grava hacia el patio trasero. Poco a poco, mientras se iban acercando pudieron escuchar la música clásica que parecía provenir de alguna orquesta en vivo.
Pronto llegaron a la entrada donde había un arco de flores y junto a ella, había una mujer rubia, vestida de negro con unos tacones inmensos, que tenía en sus manos una tablet y un audífono en su oído. Cuando vio que el trió se acercaba, ello sonrió falsamente.
—Usted debe ser la señora Dulce María Espinosa—extendió su mano hacia Dulce—Soy Melannie, los conduciré a sus lugares.
Los cuatro pasaron bajo el arco de flores y entraron al jardín trasero, en donde había cientos de personas en sus caros trajes, bebiendo del más fino vino. La chica que se hacía llamar Melannie, hablo a través de su radio y aunque Dulce no pudo escuchar la conversación completa, pudo distinguir un claro "están aquí", eso la hizo ponerse aun más tensa.
—Esta es su mesa, déjeme tomar eso por usted —hablo Melannie mientras tomaba el obsequio que Dulce traía en las manos.
—Oh... gracias—Melannie asintió y los dejo solos, en la mesa se encontraban sentados una pareja joven, se podía observar que ambos eran casados por las argollas que cargaban en su dedo anular, pero cada uno estaba sumergido en sus celulares mandando correos.
Christopher, Dulce y Alexander se sentaron en sus lugares correspondientes, rápidamente un mesero llego y les sirvió dos copas de vino para ellos y un vaso de jugo de naranja al pequeño.
—Mami, esta fiesta es abulida, me quelo il a casa — Alex poso sus manos en sus mejillas y suspiro, no había nada que hacer, no había niños para jugar y su pierna le estaba picando.
—Cariño, tal vez mas tarde lleguen los niños. Vamos a hablar con tus abuelos y luego si quieres nos podemos ir, ¿está bien?— Dulce acaricio la mejilla de su pequeño.
—Sí, pelo ahola quelo hacel pipi. — Dulce sonrió.
—Yo te llevo Alex—hablo Christopher, mientras tomaba al pequeño en brazos, pues era casi imposible que se pudiera mover.
Dulce no sabía qué hacer, se sentía nerviosa como si algo malo fuera a suceder. Como no conocía a nadie, tomo su celular y empezó a ver las fotos de Alex y las más recientes donde aparecían los tres.
—Dulce María, nos da mucho gusto que nos hayas honrado con tu presencia—Dulce levanto la cabeza y frente a ella se encontraban Florencia y Bernardo Alvarez.
—Hola, gracias por invitarnos.
Entre ambas partes se formo un silencio incomodo.
—Y bien ¿Dónde está mi nieto?—Florencia paso su largo y delgado dedo por la orilla de la copa.
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Él Pequeño de Mamá
De TodoChristopher y Dulce son novios, pero Dulce tiene un pequeño hijo de cuatro años llamado Alexander. Este no se lleva muy bien con Christopher, pues cree que le robara a su mami. Ahora que Christopher le va a pedir matrimonio, debe ganarse al pequeño...