"Como el Inicio"

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Dulce sintió como la brisa del mar, la envolvía y hacia que sus cabellos flotaran frente a ella impidiéndole la visión del mar azul. Su risa resonó por todo el lugar cuando intento apartarse su cabello y este volvió a cubrir su cara. Unas risas se unieron a las de ella, una risa que podría identificar en cualquier lugar.

Sintió unos brazos envolverse a su alrededor, tomo sus manos entre las de ella y entrelazo sus dedos. Suspiro de felicidad, nunca había estado tan tranquila en su vida, podría quedarse para siempre en ese hermoso lugar. Sintió como su esposo la volteaba hacia él, acariciando su cara en el proceso, retirando los rebeldes mechones que se volvían a escapar. Su esposo se rindió y acerco sus labios a los de ella, pero el beso duro muy poco para su gusto, se trato de acercar de nuevo pero solo recibió, de nuevo, un corto beso en los labios. Gruño molesta y escucho la risa de su esposo, se intento acercar, pero no sintió los labios de su esposo.

Volvió a gruñir molesta, pero en esa ocasión los labios de su esposo se acercaron a ella, cerró los ojos por la sensación. Cuando los abrió se encontró con la cara de su esposo que la miraba sonriente, ya no se encontraba en la playa, se encontraba en la habitación que compartía con su esposo Christopher.

—Buenos días pequeña —Dulce hizo un puchero y se trato de esconder bajo las cobijas.

—Buenos días —dijo entre un bostezo.

Christopher bajo la cobija y descubrió el cuerpo de Dulce que estaba abrazando a su almohada y estaba a punto de caer de nuevo en el reino de los sueños.

—Te amo—dijo antes de besarla. Dulce le regreso el beso y abrió un ojo sospechosa. Christopher seguía casi sobre ella sonriendo a punto de hacer su "movimiento".

— ¿Qué intentas hacer Christopher?

— ¿Yo? Nada, ¿no puedo decirle a mi bella esposita que la amo? —dijo con el orgullo herido.

—Claro que puedes, pero no cuando pones esa cara que sé lo que significa. Además los niños ya deben de estar por levantarse.

— por favor, rápido. No hemos hecho nada desde que los gemelos se enfermaron, bueno desde que Emma enfermo y Graham fingió que también estaba enfermo — Christopher rogo y Dulce no pudo evitar sonreír por la actitud de su esposo.

—Estoy cansada, anoche dormí hasta tarde abrazando a los gemelos.

—Por favor—volvió a suplicar.

—Bien, pero con una condición— Dulce levanto su dedo sonriendo.

—La que quieras — Christopher la beso sonriendo.

—Yo estoy a cargo.

—Pero... bueno está bien —Christopher se rindió, pero por dentro estaba emocionado, le encantaba cuando su mujer estaba al mando, pero tenía una hombría que salvar.

—Bien... entonces—en menos de un segundo Christopher se vio con su espalda contra el colchón y Dulce sobre su regazo — Vemos que podemos hacer con usted Señor Uckermann —Dulce puso su dedo en su barbilla — ¿Amordazarlo? ¿Amarrarlo? ¿Tentarlo hasta que ya no puedas? No intentes tocar —Dulce advirtió que Christopher estaba empezando a pasar sus manos por sus piernas —Creo que usare todas — Christopher asintió ansioso — quédate aquí, no te muevas — Dulce le guiño un ojo y bajo de la cama, directo al cajón de las corbatas de su esposo.

— ¡Mamá! Mamá, mamá.

Dulce y Christopher dirigieron su mirada hacia la puerta.

No otra vez no. Christopher pensó. Amaba mucho a sus hijos, pero también quería tiempo con mamá Dulce sin tener que compartirla.

Él Pequeño de MamáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora