04| ¡Quítate, bestia!

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Vegeta abrió sus ojos a las vez que un fuerte dolor de cabeza le hizo volver a cerrarlos. Se mantuvo lo que parecieron ser minutos así, masajeó su cien con ambas manos y soltó un bostezo hasta por fin colocarse de pie. Se sentía del asco, pero el recuerdo de la noche anterior le hizo soltar una carcajada seca.

—¿Y qué hora será?—miró el reloj en la mesita de noche a un lado de su cama y alzó sus cejas de la sorpresa. Eran las once de la mañana ¡Las once!

Tronó su cuello y aún sin creer que se había despertado tan tarde se dirigió a la ducha.

Tronó su cuello y aún sin creer que se había despertado tan tarde se dirigió a la ducha

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Goku terminaba de despedirse de su mejor amiga, soltó un suspiro a la vez que colocaba dos dedos en su frente así apareciendo en la cocina de su casa. Todo era silencio al igual que cuando salió. Contuvo las ganas de ir y verificar las condiciones de Vegeta, pero claro, como si fuese una invocación a su persona el más pequeño apareció por la puerta con el cabello goteando y vestido sólo con bermudas.

—¿Quieres comer?—preguntó notando la presencia de Kakarotto quien se indignó de que le dirigiera la palabra como si nada, por consiguiente frunció los labios.

—¡¡No!!—Vegeta se giró extrañado por reverendo grito y alzó una ceja viendo el rostro de su pareja.

«Berinchudo...»

El príncipe decidió no cocinar, sólo se sirvió leche en un gran pote al que consecutivamente echó cereales. Goku le miraba atentamente, en realidad no tenía hambre —venía de comer en casa de Bulma— y sólo esperaba una disculpa de parte del mayor por todo lo del día anterior. ¿Era tanto pedir? Al parecer a Vegeta sí.

Todo siguió igual, la tensión en el ambiente era terriblemente incómoda para el que desayunaba, Goku le miraba fijo como si no tuviese nada más que hacer que estarle recriminando con la mirada.

—¿Por qué no vas a entrenar?—preguntó por fin, literalmente corriéndole. Goku no respondió, siguió allí—. ¿Estás así por lo de ayer?

¿Y todavía se atrevía a preguntar? Goku apretó más los labios.

«Sí, ha de ser por eso», pensó Vegeta rodando los ojos. Jamás creyó que se tendría que disculpar, pero ¡al demonio! Comprendía perfectamente cómo se debía de sentir Kakarotto. «Maldita empatía», pensó cuando detuvo su mirada en la del chico frente de sí.

—Lo siento ¿ya?—dijo, por fin, luego de lo que parecieron ser minutos y ¡Ah! ¡Pero qué expresivo resultó ser Goku en su rostro! Mostró absoluta sorpresa que no duró mucho, ¡una auténtica sonrisa se extendió por su rostro!

—¡¡Ay, Vege!!—El nombrado se sorprendió por tal cambio de humor en el otro.

Vegeta no lo vio venir —suerte que había terminado su desayuno—. Goku, el que estaba sentado frente a él, ¡saltó por sobre la mesa para poder abrazarle! El ruido de vidrios rotos fue lo menos importante para el de cabello en forma de palmera en tales instantes ¡besó a su amado como si no hubiese un mañana! Vegeta sintió un ligero dolor en la espalda ¡Kakarotto le había tomado con las defensas bajas! ¡Por ello Vegeta había caído de espaldas con silla y todo!

—¡Te perdono, te perdono!—gritó Goku irradiando felicidad para seguido de ello seguir besándole. Aquellos besos comenzaron a bajar, mientras que otra cosa comenzaba a subir: La temperatura. ¡Y como si estuviese totalmente hambriento comenzó a mordisquear aquella zona tan erógena en Vegeta; su cuello!

—¿Kakarotto?

—¿Mmmm?—Ni siquiera era capaz de reaccionar a los llamados de su amado quién ya sintiéndose algo... incómodo de ser tratado de tal manera tan posesiva aferró su mano derecha a la cabeza del menor así alejándole de sí.

—Detente.—Goku hizo un mohín en señal de que le dejara seguir con los besos, pero Vegeta —lejos de dejarse hacer— trató de colocarse de pie. Sólo trató, pues se le hizo imposible con cierto cuerpo encima que parecía no querer dar señales de movimiento—. ¡Quítate, bestia!—gritó perdiendo la paciencia además de tirar con fuerza la cabellera de Goku quien —como si no tuviese sentido común— gruñía como un perro al que le quieren quitar su hueso.

Oh, no. Los perros tenían más sentido común que él.

«¿Y si...?», la boca del más grande fue a parar exactamente al pezón del de "cabello de flama", quien como consecuencia soltó un gran e inevitable gemido a la vez que fuera de sí cambiaba su cabello a rubio ¡y mandaba a su pareja a volar!

No había notado su respiración tan... irregular. Ya menos alterado bajó la mirada donde recién le había lamido Kakarotto y soltó un tembloroso suspiro mientras no dejaba de sentir escalofríos. Aquella sensación había sido rara ¡pero más lo era Kakarotto! Quien volvía de la otra habitación —pues por el impacto del empuje había roto la pared— como si nada. Claro que exceptuando el dolor del tirón de cabello que recién comenzaba a surtir efecto ¡Goku se sobaba la cabeza manteniendo el mohín en sus labios!

«En este caso no me disculpaba...», pensó Vegeta sintiendo como la vena en su frente ¡volvía a tratar de poseer vida propia!

¡Yo voy arriba! | Yaoi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora