11| Fuego.

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Si el día les había parecido incómodo ¡la noche aún más! Dos camas separadas, carajo, y ninguno se atrevía a ir a la del otro aunque fuese lo único que quisieran desde que se habían acostado. Entonces entre tanta tensión e incomodidad llegó un nuevo día, uno en el que Vegeta otorgó un delantal celeste a Goku y comenzó por enseñarle los labores diarios. ¡Vaya que era agotador a ojos de Goku! No pudo evitar preguntarse si Vegeta preferiría quedarse a vivir allí que con él en la Tierra, no haría la pregunta por temor a la respuesta. O quizás solo estaba siendo paranoico ¿cierto?

"No debí irme desde un principio donde Kaiosama o al menos no por tanto tiempo", pensó mirando cómo su príncipe limpiaba las peceras del pez oráculo como un auténtico sirviente, o bueno, eso estaba siendo a cambio de entrenamiento. "Vegeta es tan... Vegeta", soltó un suspiro de manera involuntaria. Es que ¡rayos! ¿Cómo Vegeta podía ser tan guapo, orgulloso, fuerte y guapo?

—¿Qué tanto me miras, Kakarotto?—Aquellas palabras reventaron su burbuja de caramelos y Vegetas en tanga.

—¿Hace cuánto no nos besamos?

Vaya que tal pregunta descolocó al príncipe, ¡pero no por mucho! Aprovechando la cercanía con Goku soltó el trapo que sostenía en su mano derecha y sin duda alguna tocó la pierna de su acompañante —exactamente el muslo—, sobresaltándole. Se miraron con intensidad, y con ello el mayor sonrió de medio lado.

—Deberías prepararte para comenzar a contar los segundos.—¿Qué quiso decir? ¿Acaso Vegeta pensaba...? La distancia se acortó cada vez más, mas cuando estuvieron prácticamente a nada de besarse ¡una nueva voz causó que se separaran por completo!

—¿Cómo van con los deberes?—Goku no supo por qué, pero una molestia especial recorrió su interior al notar que quien les había interrumpido era justamente Wiss.

¿Cimi vin cin lis dibiris?

—Creo que ya me está comenzando a dar hambre—se quejó Goku (como ya le venía siendo costumbre durante el día) mientras lanzaba a sus espaldas la maleza recién cortada

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—Creo que ya me está comenzando a dar hambre—se quejó Goku (como ya le venía siendo costumbre durante el día) mientras lanzaba a sus espaldas la maleza recién cortada.

—El entrenamiento comienza después de los quehaceres.

—¿Entrenamiento?—sonrió con burla—. ¡Terminaré antes que tú y me iré a entrenar!

Y por supuesto que para Vegeta aquello fue suficiente para acelerar sus movimientos. No solo él, ambos se apresuraron. En unos minutos la pareja ya estaba frente a la última mata de maleza con una sonrisa desafiante. Cuando la cortaron no dudaron siquiera un segundo en lanzarse al piso sintiéndose verdaderamente agotados.

—¡Uff! ¡Ya acabamos!

—Lo dudo. Mañana volverá a crecer.— ¡Si Goku hubiese estado de pie al oír tal respuesta, de seguro y caía de cabeza!, mas no le dio tantas vueltas al asunto. Recordó algo mucho más importante ¡y ese algo era que no quería seguir "peleado" con su Vege!

—Por cierto, Vegeta. Quiero hablar contigo sobre...

—Bien hecho, creo que terminaron de podar.—Oh, no. Goku volvió a callar y antes de siquiera molestarse las siguientes palabras del ángel le hicieron ponerse de pie cuan resorte—. ¿Qué tal si comenzamos con el entrenamiento?

—¡Sí!

—Me parece bien.

—Por cierto, Son Goku. Le daré un traje similar al suyo para que entrene.

Y mientras Goku se apresuraba a cambiar su vestuario allí mismo, esta vez fue Vegeta quien miró mal al ángel.

El vago sonido de insectos nocturnos parecía igual de reconfortante que el sonido de olas reventando entre rocas o de lluvia en tiempos de invierno, o eso pensaba Goku, quien recostado y con ojos cerrados disfrutaba el cantar de los grillos, sonid...

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El vago sonido de insectos nocturnos parecía igual de reconfortante que el sonido de olas reventando entre rocas o de lluvia en tiempos de invierno, o eso pensaba Goku, quien recostado y con ojos cerrados disfrutaba el cantar de los grillos, sonido que le recordaba al hogar que tenía con su Vege en las montañas. Giró su cuerpo a un costado, con una mano reposó su cabeza mientras que con la otra ahogaba un bostezo; Desde su posición podía ver a Vegeta en la otra cama, este miraba al techo perdido en sus pensamientos. Vaya, ¿hasta cuándo seguirían... así? Goku se preguntó con pavor si a Vegeta le estaba gustando la vida en aquel lugar. Parecía... tan acostumbrado a esos labores que le asustaba que su pareja le dejara por...

—¡Yuju...!—De pronto la puerta fue abierta por cierto ángel. Goku se dejó caer de espaldas a la cama a la vez que Vegeta se giraba en dirección a Wiss—. ¡Oh, qué bien! Lo que sucede es que requiero de sus servicios, Vegeta.—El nombrado no se hizo de rogar o eso pensó Goku cuando le vio ponerse de pie en aquel mismísimo instante.

—¿A estas horas?—se atrevió a preguntar cuando su príncipe salió del cuarto, por lo que Wiss se encogió de hombros mirándole con una sonrisa ladeada segundos antes de salir tras Vegeta.

No sabía por qué sentía molestia, era como fuego en su interior, un fuego que luchaba por salir. Goku cerró sus ojos y restregó su rostro con ambas manos. Ya no se concentraba en oír el sonido nocturno de aquel planeta ¡pues el sonido era opacado por las risas de Wiss! El recuerdo de la cena de aquella tarde le hizo gruñir; había dicho a Vegeta que era raro que aceptara hacer lo que conllevaba estar en tal planeta, que por su parte ya estaba cansado ¿¡y qué respondió Vegeta!? Él se encogió de hombros y sin mucha importancia le dijo que si tanto se había cansado podía irse cuando quisiera, ¡prácticamente le corrió!

No sabía cuánto había pasado. Goku soltó otro bostezo mirando el techo y cerró sus ojos preguntándose cuándo volvería su pareja, trató de deshacerse de la molestia, ¡pero simplemente no podía! El sonido de la puerta siendo abierta causó que se pusiera alerta. ¿Debía abrir los ojos y desear las buenas noches a su pareja o solo dormir e ignorar al recién llegado? Sus dudas no duraron tanto, el sonido de pasos fue acercándose hasta llegar a su lado. ¡Goku anhelaba tanto abrir sus ojos!, pero no lo hizo. Se mantuvo haciendo el dormido aún cuando las dudas y ganas de lanzarse sobre Vegeta parecían flotar a su alrededor.

—¿Estás dormido?—No respondió, el fuego, aquella... molestia en su interior se lo impedía—. Buenas noches, Kakarotto.—Aquellas palabras cortaron por un segundo su respiración. ¿Vegeta deseándole las buenas noches? Mas lo siguiente casi le causa una taquicardia. El roce de unos labios sobre su frente le hizo replantear el sueño y antes de siquiera reaccionar aquel toque ya no existía. Abrió sus ojos viendo la espalda de Vegeta mientras caminaba de vuelta a su cama correspondiente.

No fue una alucinación ¿cierto? Vegeta le había acabado de besar con ternura ¿no? El fuego molesto desapareció dando paso a un buen sabor de boca, el saiyajin criado en la Tierra sonrió de manera amplia. Es que ¡se trataba de Vegeta! El mismo que si tanto podía encender cosas malas en él, también podía extinguirlas.

¡Yo voy arriba! | Yaoi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora