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Una pieza de Chopin estaba en fondo en el amplió salón mientras ella seguía intentando ese paso infernal.
Attidute Derriere.
Akiko ya estaba frustrada, desesperada no lograba hacer esa posición, tenía salirle perfecto para su presentación. Estaba tan concentrada que no se percató que un par de ojos la observaba desde ya hacía unos minutos.
– Ya deberías estar en tu casa ¿No? – interrumpió una voz de mujer, lo que hizo que Akiko se sobresaltarse haciéndola casi caer y no fue por su habilidad que se a desarrollado por los años.
– !Senpai! Ya estaba por irme – se apresuró a decir mientras se reincorporaba por completo – Solamente quería ensayar un poco más – le regaló una sonrisa.
La conversación no duró mucho como ella esperaba, cuando su Senpai se despidió optó por cambiarse de ropa, o más bien solamente ponerse una pantaloneta y una amplia dudadera para esconder sus ropas para y así poder así irse a su casa y poder descansar al fin.
Salió del salón de práctica muy deprisa que al pasar alado de uno de los pasillos se estampo contra un cuerpo que iba pasando por ahí.
- Gomen - se disculpó lo antes posible antes de poder fijarse de quién se trataba, en cuanto levantan la vista y observo a aquella persona no pudo creer quién era.
"Es el tailandés guapo de mi escuela"
El al sentir el pequeño cuerpo chocar contra el suyo, por puro instinto voltear hacia abajo para ver de quién se trataba, pero al escuchar una voz antes de la acción, su voz, tan dulce y aterciopelada, una que podría escuchar durante todo el resto de su vida y nunca se cansaría de ella, sintió un gran vuelco en su corazón haciendo que sintiera calientes sus mejillas.
Había escuchado su voz a lo lejos o se casualmente cuando a propósito el pasaba alado de ella y sus amigos, pero ahora la escuchaba tal clara como el agua, por segundos tuvo que contener su respiración mordiendo el interior de su boca para no soltar algo que arruinase su gran primera oportunidad real.
Soltó un gran y sonoro suspiro cuando al fin supo completar una frase, la más decente que se le ocurrió.
Ella a ver qué comenzó a ponerse rojo, lo cual pensó que se molestó y pareciendo contener la respiración, algo que hizo que se viera de una manera bastante intimidante desde su ángulo que lo observaba.
Pero cuando soltó el aire que contenía ya no pareció tan aterrador, el busco los ojos de ella, al conectarlos se dedicó una sonrisa lo que hizo que su corazón se sintiera chiquito, no solo su corazoncito también ella.
– No tienes de que disculparte yo iba distraído ha sido mi culpa – se detuvo por un segundo, era el momento de hacer el primer movimiento pensó el – ¿en que área de la danza estás? – se golpeó mentalmente al tan estúpida pregunta, con solo ver qué ropas traía en ese preciso momento se podía saber en qué estaba.
– Estoy en ballet – contesto a mismo tiempo que se alejaba un poco de el – ¿Tu en qué estás?.
El respondió a su pregunta, después de decirlo se formó un pequeño silencio entre ambos, pero él supo como salir de ello y dar lo mejor de sí mismo, lo que se convirtió en un pequeño accidente terminó en una larga, entretenida y amena charla de dos desconocidos a que el la acompañara hasta la puerta de la casa de la menor.
Despidiéndose uno del otro prometiendose que hablarían en alguna ocasiones que se encontrasen en la academia de danza.
Al cerrar la puerta, sintió como se puso su rostro completamente rojo, su corazón latiendo como nunca antes lo había sentido ni cuándo bajo de la montaña rusa que su hermano la obligo a subir hace unos meses, en su estómago le dió una punzada, no dolorosa pero si incómodo a su parecer.
¿Porque se sentía así?
Se sentía tan especial en ese momento pero se le vinieron a la mente todo lo que se ha dicho de él en el instituto, específicamente de una en particular.
Se supone que el está en una relación.
Lo que hizo que se borrará todo en un santiamén, todas aquellas sensación de esfumaron tan como un rayo de luz en una tormenta, solo no esperaba sentir el gran estruendo provocado por el.
En cambio el al verificar que se cerró la puerta de aquella casa, dió vuelta sobre si mismo y salir caminando, casi corriendo. Fue hasta que llegó a la esquina de la cuadra en donde se detuvo en seco ya no pidiendo esconder su gran sonrisa y un pequeño grito de satisfacción al poder al fin entablar una conversación con ella.
Siguió su camino a su casa para poder así ponerle fin a su inimaginable aventura, a su maravilloso y hermoso día, pero no todo dura para siempre.
– Mina ¿que haces aqui?– se sorprendió a ver a aquella castaña parada justo al frente de su hogar.
– Dijiste que hoy iba a conocer a tus padres – sonrio – ¿Qué? Lo olvidaste querido novio.
