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– Hijo estás seguro que es ahí – el padre del tailandés volteo a ver a su hijo con cara de susto – Sé que tenemos dinero pero dime ¿Es de oro el piso que se supone que es de madera? – jiro la parte alta de su cuerpo >o al menos lo que le permitía al estar frente a un volante< en dirección a su hijo, en cambio el solo encogió sus hombros en respuesta a la pregunta.

Ambos decidieron bajar del auto y caminar hacia el interior de la prestigiosa escuela de baile que tenían enfrente suyo. Al entrar una mujer no muy grande los recibió para después darles información sobre lo que impartían en el lugar.

Cada vez al menor le gustaba más ese lugar, ya se imaginaba bailando en los amplios salones.

Al terminar de recibir la información la mujer ofreció dar un pequeño recorrido a la instalación, no rechazaron.

– Me dices que tú quieres baile moderno - el asintio - en estos momentos no hay clase de eso, en estos momentos solo están los de ballet juvenil  – dijo mientras de detenía frente al un ventanal que daba al interior de una de las tantas salas de baile.

Justo como lo dijo, los de ballet estaban en clase,la mayoría eran mujeres en realidad niñas de entre 14 a 18 o eso es lo que el cálculo en su mente, también habrían chicos y como era de esperar eran muy pocos.

Sus ojos fueron de uno en uno hasta que se posaron en alguno en específico.

Akiko.

La vio más bonita de lo que ya la era, y le encanto verla en esas mallas rosadas, bendito sea el que se le ocurrió que debía ser así.

Al tener esas ropas que son ceñidas al cuerpo permitía ver a cada detalle de el, mostrando lo que el uniforme ha escondido durante el tiempo que la ha observado desde lo lejos.

La mujer seguía hablando mientras el solo la veía a Akiko >y que al parecer no se percató< su padre y la mujer volvieron a caminar pero ahora en dirección a dónde estaban en un principio, el tailandés automáticamente siguió los pasos de los mayores, siguieron hasta llegar en donde le dieron la información ambos se despidieron para salir de la academia y estudio de baile.

Una vez dentro otra vez del auto el menor permaneció en silencio lo cual se le hizo raro a su padre pero no dió inicio alguna conversación solo encendido la radio, así fue el trayecto hasta su hogar escuchado música en japonés y una que otra en inglés, cuado se apagó el motor del automóvil decidió hablar.

– Papá!! Necesito entrar a esa academia!! – se apresuró a decir, saliendo su voz urgida y desesperada, saltó sobre su lugar girando a dirección a su padre.

– No creo que sea por las instalaciones, no creas que no me di cuenta de que viste algo que te gustó.


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вonнoмιa ❡ ᵗᵉᶰDonde viven las historias. Descúbrelo ahora