8. Ahora los declaro: maestro y esclavo

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—Siéntate, siéntate —dijo, acariciando la silla junto a él. Yo sabía que él estaba disfrutando más de lo que debería.

—¿Sabes? Eres muy malo como para ser un chico tan bajo—dije yo, tratando de conseguir que se sintiera ofendido.

—Hey, yo no soy tan bajo. Si no llevaras esas cosas, entonces serías mucho más baja que yo —dijo señalando mis talones y mirando con disgusto.

Fingí estar ofendida.

—Mis tacones son mi vida, yo nunca salgo de casa sin ellos —dije con cautela.

—Mmm... seguro —dijo mirando hacia atrás, a la pila de libros—. Empieza a trabajar, y eso es una orden —dijo él. Su sonrisa malvada se extendía sobre su cara.

Trabajamos durante una hora, y finalmente logramos terminar nuestra tarea. Estábamos tomando todo el tiempo posible para hablar, y el bibliotecario finalmente amenazó con que si no nos callábamos nos echaría. Empecé golpeando mi pluma sobre la mesa y mirando alrededor. Todo el mundo estaba ocupado de alguna u otra manera. Estaba tan aburrida. En ese momento me acordé de que nunca me he molestado en mirar las dos últimas líneas del camino no tomado

Mierda. Voy a hacer un punto para mirar hacia arriba cada vez que tenga tiempo.

—Está bien. Así que hemos terminado. Vas a levantarte y recoger mis libros por mí —dijo Tae de repente, haciéndome saltar.

—¿Eh? ¿Qué? —dije, confundida.

—Dije que recogieras mis libros por mí —repitió.

¡Oh no! No estaré cargando sus libros por él, yo no sigo a nadie. Todo el mundo me sigue a mí; además, había un montón de libros, que significa que había MUCHOS.

—No lo haré —le dije.

—Vas a tener que hacerlo —dijo simplemente.

—Pruébame —lo amenacé.

—Está bien. Diviértete en una cita conmigo. —Él sonrió.

Mi expresión vaciló. Por mucho que yo no quiera admitirlo, él tenía razón. Tenía que hacer lo que él decía.

—Está bien —le dije. Equilibré todos sus libros y murmuré sobre como la vida es injusta.

De repente me di cuenta de algo.

—¿Cómo voy a llevar tus libros alrededor de todo el día? —le pregunté. Sí, sí, sí.

—Tenemos el mismo horario ____. Así que ni siquiera pienses en retirarte —dijo rodando los ojos.

—¿En serio? Wow. Nunca te vi, así que no me di cuenta, ug... —empecé a decir.

—Detente. Solo habla cuando te hablen, esa es una de las reglas —dijo.

Oh dios. ¿Qué me pasó? Estoy tomando órdenes de un demonio.

—Está bien, vámonos —dijo.

Salió y empecé a equilibrar los libros juntos. Cuando me las arreglé para hacerlo, lo seguí.

Al salir, alguien me jaló, enviando todos los libros fuera de mi mano. Más le vale a esta persona pedir perdón por que si no juro que le quitaré la cabeza. Gasté mucha energía tratando de equilibrar esto y ahora todo se ha ido.

—¿Quién diablos eres? —grité mientras me estaban tirando.

—Hey, hey, bella dama, cálmate —dijo una voz.

Alerta Bitch. | Ταehγυηg.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora