« El tiempo no borra las heridas, solo las cicatriza » repetí mentalmente las palabras alguna vez dichas por mi madre.
INICIO¡! : 08 - 06 - 18
FINALIZACIÓN¡! : 31 - 01 - 23
BSD no me pertenece únicamente la protagonista de la historia, créditos a...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El ojigris salio del supermercado con la comida de cierto petiso, sin levantar alguna sospecha —además del vídeo de la cámara de seguridad donde se ve como Rashomon se traga el anaquel— anduvo por los barrios bajos de Yokohama, al momento de pisar territorio mafioso, movió su delgado cuerpo a la habitación del pelirrojo. Los nudillos del chico rozaron contra la puerta lacada. Un toque, nada. Esta vez golpeo un tanto más fuerte.
—Nakahara-san...Tengo su comida —no hubo respuesta, la puerta se abrió lentamente dejando al descubierto la cabeza pelirroja. Chuuya tiro del abrigo del peli-negro llevándolo dentro de la habitación, cerró la puerta y apoyo la espalda sobre ella. Parecía asustado, como temiendo que alguien le viese.
—¿Trajiste la pasta? —la mirada del de orbes azules se posó sobre las bolsas que cargaba Rashomon, Akutagawa asintió; no pudo evitar que se le pasase por la cabeza la chica bajita del café—. Gracias Akutagawa —el nombrado procedía a retirarse, sin embargo fue interrumpido—. Dime, ¿Has visto a esta persona? —Chuuya puso frente a él, la foto de una persona enmascarada portadora de una gran gabardina negra y botas Dr. Martens negras. Debido a la falta de luz poco se podía apreciar si era hombre o mujer, llevaba la capucha puesta y una máscara gris. Estaba mirando algo mientras la fotografía era tomada, por lo que todo rastro de identidad se perdía, pero algo que pudo notar Akutagawa fue que la marca sobre el cuello de la persona se figuraba a una cadena de hierro rodeándole el cuello. La había visto, justo ahí, en el supermercado, en el cuello de la chica bajita.
Akutagawa frunció el ceño.
¿Será una coincidencia...? Pensó.
—Ese tatuaje —señaló el chico. Chuuya volteo la fotografía en un intento de verla mejor. Frunció el ceño al notar la mancha negruzca que resaltaba sobre su pálida piel, sin imperfecciones ¿Cómo mierda no lo había visto antes? Se estaba volviendo loco.
—Apenas lo noto, ¿Tiene alguna relación? —el peli-negro asintió.
—Vi a una chica con el mismo tatuaje —a Chuuya se le helo la sangre.
—En el supermercado, me ayudo con la pasta —si era así significaba que la pasta era buena. Chuuya se quitó el sombrero y revolvió su cabello, lo desato y lo volvió a juntar en una coleta alta, hacia demasiado calor.
—¿Podrías conseguir sus datos? —a pesar de que Chuuya tenía su nombre, edad, sexo y descripción física desconocía los datos que lo guiarían hacia su objetivo.
—Antes dime ¿De qué va todo esto? —aquello iba de dos, o iba a matar a la chica o la querían para algo. Akutagawa suponía que la matarían, aunque se preguntaba ¿Por qué? Si era tan estúpida y se veía tan inofensiva.