VI

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“Secuestros pt. II”

La luz me encandilaba horrores, la cabeza me dolía como el infierno. Apenas intente moverme me di cuenta de que estaba atada de brazos y piernas.

¿Es en serio? ¿Siempre que me van a secuestrar golpearan mi cabeza? Bufé.

No era momento de pensar eso.

Lost time —susurre, active mi habilidad, en pocos segundos todo se volvió gris. Antes de que pudiera pensar una forma de escapar me atacó una oleada de cansancio.

¿Cómo? Es lo que pasa con mi habilidad si se usa seguido —junto a otros síntomas— . Lo que me sorprendió fue que ya habían pasado más de 24 horas como para robarse mi energía de esa manera. Apreté los ojos con fuerza, hacía calor en la habitación lo cual me obligaba a apresurarme e irme.

Pero no contaba con que un hilo que recorría el suelo hasta detrás de la puerta estaba atado a mi muñeca.

« Cualquiera que esté en contacto físico contigo o algún objeto sujeto a ti, no será víctima de tu habilidad » recordé las palabras de un viejo hombre.

Es mejor una persona con habilidad, que una organización completa. Muy posiblemente la Port Mafia, dudo mucho que el Gremio usara ese tipo de esposas.

Con lo que tampoco contaba, es que ese conocer a ese usuario de habilidad sería un problema.

Espere a que entrara, no lo hizo, así que tenía que desatarme por mi misma. Después de varios intentos fallidos de zafar mi mano de la correa de cuero, pude salir. Saque todas las correas, baje de la cama y busqué un arma o algún objeto punzante. Estaba vacío, incluso se deshicieron de mi mochila y las vendas de mi cabeza. Con tal condición no podría pelear. Así que solo me quede a esperar su entrada, que no tardó mucho.

Abrió la puerta, y frente a mí se plantó un pelirrojo de coleta, ropa cara y un sombrero de mal gusto.

—Habla rápido —dije apenas en un hilo de voz, una fuerte tos combinada con sangre mancho toda mi ropa y parte del suelo. Otro síntoma.

— ¿Qué pasa? ¿Estás enferma? — no se burló, tampoco se preocupó, solo era un tono neutro en su voz.

—No es algo que deba interesarte —conteste a secas. Limpie la sangre de mi labio con los nudillos de mi mano. El chico se encogió de hombros.

—Entraras como miembro de la mafia —soltó de golpe.

— ¿Qué? Ya formo parte de una organización —m costaba hablar, mis parpados pesaban.

—No, no — se rió entre dientes, una risa amarga casi forzada—. Ambos sabemos que no puedes ayudar gente, tu asqueroso expediente lo dice.

Silencio. ¿Y si vuelvo al pasado? Me pregunte a mí misma.

No aguantaras, no sabemos cuánto tiempo ha pasado desde el hospital me dijo la parte racional de mi cabeza. El petiso ni siquiera se inmutó al ver como me levantaba del suelo y me dirigía a la puerta, dándole la espalda.

—No puedes irte, el jefe quiere verte.

—No voy a entrar.

—Y yo no te pregunté si querías.

Me moví un poco y le solté una patada en la cara al pelirrojo, que fue detenida por la mano del mismo. Perfecto.

La patada servía para dos cosas: golpear al mafioso o como una distracción para abrir la puerta. Y vaya que funcionó. Apenas saque el pasador de la cerradura, salí corriendo. Rompiendo el hilo en el proceso. El mafioso no me siguió. Lo que solo significaba que estaba demasiado confiado en que no escaparía. Idiota.

Aparente resistencia | Bungou Stray Dogs |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora