GROSERO ©

Capitulo 1

—No sé, te aseguro que estoy tan emocionada que ni yo misma me lo creo. —Hablaba, mientras armaba un rompecabezas.

—No seas tan exagerada. Falta mucho tiempo para eso, venga ya, mira que me harta un poco. —decía.

—Es...es que... No puedo evitarlo por más que quisiera. Aún no puedo creer que vaya a cumplir dieciocho, ¡dieciocho! ¿Sabes lo que significa? ¡Seré mayor de edad! —exclamé emocionada.

— ¡Vamos! ¡Ya se sabe que cumplirás dieciocho! ¡Si sigues hablando de lo mismo, me temo que voy a tener que colgarte el maldito teléfono! —contestó con furia.

Me sorprendí al escuchar a mi amiga tan alterada solo por comentarle acerca de mi próximo cumpleaños. Yo sé perfectamente que ella algunas veces es muy amargada y todo le molesta, pero creo que esto había sido una excepción a lo que normalmente estoy acostumbrada.

— Lo siento. No he tenido un buen día. Discúlpame. —dijo después de mi silencio.

—Vale. No te preocupes, discúlpame tú a mí por joderte la vida, de veras. —respondí un poco calmada. Tenía que asimilarlo.

—Entonces, ¿saldremos hoy? ¿Sí o no? Avísame o si no le diré a las chicas para salir. —cambió el tema.

—No lo sé. Sabes que mis padres son muy difíciles para ese tipo de cosas, y ellos dicen que me dejaran sólo cuando...—me interrumpe—. Sí, sí. Sólo cuando tengas dieciocho. Vuelves con lo mismo. Ya lo entiendo. ¿No puedes decirle que vas a hacer tarea, o vas a dormir con nosotras? No puedo creer que no seas lo suficiente inteligente para decirle cualquier cosa a tus estúpidos padres.

Me sorprendía demasiado por qué Arielle me estaba hablando de esta manera. No lo comprendo.

— ¿Quieres dejar de hablarme así? No quiero que vuelvas a insultar a mis padres. ¿Entiendes? Será mejor colgar, cuando estés de buen humor me hablas. ¿De acuerdo?

Cuando termino de poner en su lugar a Arielle, me di cuenta que había sido en vano. Me había colgado.

Estaba preocupada por mi mejor amiga. ¿Cómo era posible que pudiera tener esa actitud? ¿Hacia acaso algo malo? Por otro lado pensaba en Michael, mi novio. Jamás me podría imaginar una vida sin él. Aunque mis padres no estén muy contentos con ello, aunque estén en desacuerdo con mi relación y con la amistad que tengo con Arielle, siento que soy feliz. A pesar de que siempre van a haber obstáculos que los tendré que afrontar cueste lo que cueste, sólo para alcanzar su felicidad.

Sonreí cuando me di cuenta que había terminado de armar el rompecabezas, uno de tantos que he hecho. Me siento orgullosa aunque no sea algo importante.

Salgo de mi mundo cuando siento que mi madre me está llamando para que baje a cenar; tradición de los Adams cenar en familia.

— ¡Voy madre! —grité, mientras caminaba con cuidado para no desarmar mi rompecabezas.

Me dirigí al comedor después que bajé, y me sorprendí ver a mis padres reunidos.

Las únicas que veces que eso ocurría era cuando tenían algo importante que decir o había llegado algún invitado a la casa. Así que puedo deducir que algo está pasando.

— ¿Pasa algo? —pregunté curiosa.

No dejaba de preocuparme el hecho de que mi familia le estaba ocultando algo.

— ¿Por qué lo dices, hija? —dijo mi madre de lo más relajada.

Sé que cuando mi madre se ponía de ese modo era porque estaba ocultando su nerviosismo.

— ¿Que no es obvio? Jamás cenamos completos; siempre falta alguno, ¿desde cuándo pasa esto? —pregunté.

—Desde ahora. Hija, queremos ser una familia más unida y dedicarte más tiempo. —Miré a mi madre con escepticismo.

No podía dejar de pensar que algo se estaban tramando, y bueno no era.

—Como digas. —Me senté en mi puesto y esperé que me sirvieran la cena.

— ¿Emocionada por cumplir dieciocho? —Levanté mi cabeza para mirar a mi padre.

— ¿Sabes cuántas veces me has preguntado lo mismo?

Sé que estaba siendo hipócrita con mi padre, pero ellos estaban peores. No entiendo cuál es su afán para que cumpla dieciocho.

—Tu padre solo quiso entablar una conversación contigo, Chloe. No tienes por qué tener esa actitud tan grosera con él.

Mi madre siempre se acostumbraba a meterse en lo he no le importa.

—Lo siento, papá. — Miré en su dirección y él me miraba con ojos llenos de amor.

—Seguro tu actitud es por esa jovencita Alicia con la que andas.

Jugaba con la comida mientras escuchaba otra vez los mismos sermones de mi querida madre.

—Es Arielle, mamá. ¿Puedes meterte solo en tus asuntos y dejarla a ella en paz? —Me levanté del puesto para irme a mi habitación.

No había probado la cena y no pensaba hacerlo después de que mi madre me la arruinó.

—Chloe— Papá me miró en tono de advertencia—, pídele disculpas a tu madre.

— ¿Por qué...?

—Chloe.

Hice una mueca.

—Lo siento, mamá.

Me fui de allí sin mirar atrás.

Estoy segura que iban a estar hablando lo mismo de mí, pero ya no importaba después de tantas veces que ha ocurrido.

Enciendo mi iPod para escuchar música. No quería oír la charla que estaban diciendo sobre mí. Cuando en eso suena mi teléfono.

— ¿Hola?

—Hola, Chlo. —Saludó mi novio con su radiante voz.

—Michael, ¿cómo estás? —Sonreí.

Al menos esto es lo único bueno que me pasa en la vida.

—Bien, ¿y tú? ¿Ocurre algo? —sonó preocupado.

Michael me conocía perfectamente como para saber que algo me pasaba.

—Mi madre.

Con esa palabra clave, ya él sabía a lo que me refería.

—Oh, ignórala. A ver, ¿qué tal que para que mi bebé no esté triste la invito a salir hoy? —sonreí.

Michael como siempre tan atento conmigo. Sin embargo, no estaba segura por mi madre.

—No lo sé, Michael. Sabes que acabé de discutir con mi madre, no creo que sea buen momento para salir —comenté.

Aunque por dentro estaba muriéndome por decirle que sí.

—Oh, vamos. ¿Desde cuándo eso ha sido un impedimento? Seguro no quieres salir conmigo, es eso. —sonaba triste. Me apresuré para responderle.

—No es cierto, bebé. Es más, dime la hora y el lugar. No tardo en cambiarme —le animé.

No quería que Michael se sintiera mal o pensara mal, por eso prefería tener problemas con mis padres que con él.

—De acuerdo, bebé. —Sonreí.

Había logrado animarlo con lo que tenía a mi alcance.

O más bien él había logrado salirse con la suya.

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