Llegué a mi no-agraciada casa. Tristemente. Era el último lugar donde quería estar.
Para mi suerte no había nadie en el living cuando llegué. Así que, subí de inmediato a mi habitación.
Lo que hice fue sentarme en la cama abrazando a Filiberto. Comencé a llorar para terminar lo que empecé.
¿Así se le paga a la persona que más te ama? Porque si es así, paso. Bueno, ya no podía pasar porque ya estaba jodida.
¿Hubiese amado si sabía que me iba a doler así? Por supuesto que no. No vale la pena querer a alguien cuando existen personas en el mundo que no se toman en serio la importancia de amar, y de no jugar con los sentimientos de los demás.
Ahora estaba llorando porque Filiberto estaba derretido. Lo único que iba acompañarme en mi soledad, en la oscuridad de la noche era él. Porque desde luego hoy no dormiría.
Parece que todos se hubiesen puesto de acuerdo para destruirme. Todos al mismo tiempo me atacaron. Todos quieren verme en el suelo. Ellos lo sabían.
Y yo era la única que no me daba cuenta.
Ahora no sabía qué era lo que más me dolía. Si la traición de Michael y Arielle, el supuesto matrimonio, el dedo chico del pie ó la muerte de Filiberto. Así es, Fili se estaba muriendo y no podía hacer nada.
Un momento.
Si los humanos tienen un lugar para recuperarse de sus males... Los helados...
Salí lo más rápido de la habitación con Filiberto en mis manos. Iba a llevarlo al hospital. Tal vez así podría salvarse.
Llegué de inmediato a la cocina y abrí el refrigerador. Espero que Fili se salve.
Dejé a Fili recuperarse y me dispuse a subir a mi habitación con una tristeza inmensa. ¿Me merecía todo lo que me estaba pasando?
Cuando llegué a mi habitación me encontré con la persona quién menos quería ver: mi padre.
Mi padre y yo teníamos una relación incondicional, y esto para mí, era como la más grande puñalada que pudo haberme hecho. Yo confiaba en él. Yo tenía todas mis esperanzas puestas en él; pensé que me apoyaría, y le llevaría la contraria a mi madre como lo hacía siempre. Pero esta vez estaba equivocada.
-¿Qué haces aquí?-Pregunté indiferente.
-¿Po-podemos ha-hablar?-Preguntó algo nervioso.
-Lo siento. Estoy muy cansa...-Me interrumpió.-Por favor.
Cerré la puerta de mi habitación para que mi madre no nos interrumpiera. Siempre que estaba a punto de poner a mi padre de mi lado, venía ella y lo manipulaba a su antojo, sin si quiera importarle el daño que me hacía.
-Yo...yo sé qué lo que hice no tiene perdón...-Parecía que tuviese un nudo en la garganta. Pero de algo estoy segura, lo que yo estoy sintiendo no se compara al dolor que él siente. Empezando porque él no se golpeó el dedo chico.
Antes de que dijera algo más, me puse a llorar.
¿Nunca han tenido esa sensación de querer tener a tus padres cerca para que te salven del horrible mundo? Eso estaba sintiendo ahora. Independientemente de lo que él había hecho, era mi padre, y al fin al cabo fueron los que estuvieron conmigo desde pequeña.
Mi padre me puso en su regazo y me consoló. Recuerdo que hacia eso cuando tenía esas horribles pesadillas en las noches. Y sin duda las estaba teniendo, sólo que en vivo y en directo.
-Mi niña.-Susurró con la voz adolorida. Me partía el corazón de sólo pensar que estaba sufriendo. Tal vez lo estaba juzgando por lo que me estaba haciendo. De pronto había una razón muy buena para obligar a su hija a casarse con alguien que no quiere.
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GROSERO ©
RomanceEsto no es una historia normal. No hay tristeza, felicidad, risas, llantos como tal. Aquí hay más que esto. A veces la vida es tan seria que las personas están acostumbrado a ver, leer todo aquello que se asemeje a lo que está estipulado en el mun...