Me despierto un poco a dolorida pero satisfecha, mientras me estiro. Volteo hacia mi derecha y lo veo a él durmiendo plácidamente, tanto que su cara refleja una paz que obviamente no la tiene. Miro hacia mi izquierda y veo el reloj.
Wow, pensé que era más tarde.
Me levanto de la cama y me dirijo al baño a tomar una ducha relajante. Me miro en el espejo de éste, y lo único que mis ojos captan es un pequeño moretón que estaba comenzando a salir en mi cuello.
-Oh, ¡mierda! ¡Un vampiro!
No, idiota.
¿Quién dijo eso? Oh, por Dios, sabía que no tenía que estar viendo esas películas.
Y como esa fuera la distracción perfecta para que mi CD volviera a reproducir...
-Hijo de la puerca, me las vas a pagar-susurré para mí misma.
Tomé un vaso que estaba en el mueble arriba del lavabo, luego abrí la llave de éste y comencé a llenarlo con agua. Y estaba fría.
Salí del cuarto de baño y me dirigí hasta donde el grosero estaba durmiendo. Puse el vaso en la mesa, caminé hasta la ventana y abrí las cortinas de manera que todos los rayos del sol se concentraran para que iluminaran la habitación.
Volví a dirigirme a la mesa de noche, tomé el vaso y se lo tiré encima al grosero. Él de inmediato se despertó algo impactado y sensible.
-¡¿Qué mierda estás haciendo?!-preguntó, casi gritando.
-Comprobando si eres un vampiro-Respondí.
-¡¿Y tirándome agua fría es la mejor forma de hacerlo?!
Me encogí de hombros.
-Creí que con el sol no era suficiente.
-¿Qué carajos te pasa por la cabeza?-Preguntó poniéndose de pie.
-Esto me pasa.-Señalé la parte del cuello donde tenía el moretón. Él sonrió.
-Sin duda soy Edward Cullen-dijo divertido.
-Púdrete.-Le comencé a tirar las pocas gotas de agua que quedaba en el vaso.
Joder, ¿por qué se tenía que acabar?
Él me quitó el vaso con rapidez y me tomó de la cintura fuertemente mientras reía.
-Sólo quería dejar en claro a quién le perteneces-susurró, besando el lóbulo de mi oreja.
-¿De drácula?-dije con sarcasmo.
El sonrió.
-Creí que eras más moderna.
-Y yo creía que eras menos idiota. Pero, ya ves, las apariencias engañan.
-¿Estás molesta conmigo?-decía aún con aire divertido.
¿Qué comió? ¿Payasos?
-Sí-solté, intentando quitármelo de encima.
-Vamos-decía, besándome-, nos arreglamos y luego discutes conmigo todo lo que quieras.
-¿Qué?-le miro confundida-. ¿Cómo voy a arreglarme contigo y luego discutir? ¿Qué lógica tiene eso?
-Vaya, algo me dice que quieres ser superdotada.
No entiendo qué me quiso decir y espero que no sea nada malo.
-Es incoherente-volví a decir.
-¿Sabes qué es incoherente, Adams?-Arqueó una ceja.
-Respóndeme tú primero.-Me crucé de brazos.
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GROSERO ©
RomantizmEsto no es una historia normal. No hay tristeza, felicidad, risas, llantos como tal. Aquí hay más que esto. A veces la vida es tan seria que las personas están acostumbrado a ver, leer todo aquello que se asemeje a lo que está estipulado en el mun...