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Las vacaciones de invierno estaban cada vez más cerca, lo cual significaban dos cosas;  podrían descansar de los labores escolares, los profesores malhumorados y de la mala calidad de la comida los viernes.
Pero también significaba que Yoongi ya no podría observar los pucheros de Jimin, sus amplias sonrisas que hacían que sus ojitos se cerraran, sus mejillas coloreandose muy adorablemente y su cabello rosado que caía sobre su frente.

Un puchero apareció por sus labios al notificar aquello. Parecía que ahora que ambos eran más cercanos, el destino o el universo no los quisiera juntos.
Min se imaginaba miles de escenarios donde el menor conocía a un chico atlético, guapo y alto, se enamoraban y tenían muchos gatitos bebés juntos.

Y sí, eso le ponía muy triste.

Ni siquiera sabe por qué comenzó su último día de clase de malas, pero estaba seguro que no quería entablar conversación con alguien que le recordase su mala suerte.

Para rematar, su mejor amigo había entrado por las puertas de la cafetería, con una enorme sonrisa buscando al mayor.
Soltó un bufido, cruzándose de brazos al notar lo alegre que este se encontraba.

Hoseok toma asiento frente a Yoongi, dándole un trago a su leche de chocolate antes de mirar el techo con aspecto relajado.

—¿No es hermoso el día? Nuestros días de insufribles trabajos y tareas terminan por unas semanas... ¿Acaso no es maravilloso, hyung?

Se limitó a murmurar "sí, sí, lo que digas Hoseok, déjame en paz", cerrando los ojos porque realmente no tenía ganas de ver la enorme sonrisa corazón del pelirrojo.

—Parece que alguien despertó de malas... ¿Quizás una cabellera rosa es la razón?

Gruñe, literalmente. Y él mismo se recuerda a Holly cuando no le ha servido de comer.
Sonríe internamente recordando a su mascota, sin embargo, esta desaparece al recordar lo que minutos antes había imaginado.

Ahora Jimin y el chico atlético adoptaban muchos perros. Perros, gatos y conejos.

—En verdad te gusta mucho Jimin, ¿Verdad?— comenta Hoseok, mirando con ambas cejas alzadas a un enfurruñado Min Yoongi. —No tiene nada de malo, hyung. Jimin es muy adorable... Vamos, no me puedes negar que te gusta, porque te gusta mucho, ¿Cierto?

Y Dios, Yoongi tiene un límite de paciencia, en verdad.

Así que, puede que explote un poco.

—¡Vamos hyung! Grita cuanto te gusta Park Jim-

—¡Está bien! ¡Sí me gusta! Me gusta la manera en que sus ojos se cierran cuando sonríe, como frunce el ceño levemente cuando está confundido, y si no entiende algo, sus labios se abultan formando un adorable puchero que me derrite por dentro. Sí, me gusta mucho sus mejillas y cómo se ruboriza cuando le digo lo lindo que se ve, lo bonito que es y lo bien que le sientan esos pantalones. Me mata la manera en que me ve, pero sé y es triste porque es la misma con que ve a los demás.
Park Jimin es hermoso, una persona maravillosa que solamente quisiera tenerlo abrazado. Lo haría todo el día si pudiera.
Pero no soy más que un amigo para él, Yoongi hyung y nada más.
No quería decir nada y darme cuenta de lo que sentía porque es triste ver cómo alguien no corresponde tus sentimientos. Y duele, duele como el infierno que es una hermosa persona pero sabes que se merece algo mejor que tú.
Sí, me gusta Park Jimin.

Y explotó.

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¡no me gusta!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora