Capítulo Veintiséis: Alma Gemela

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KHALESSI

Mis ojos se cierran fuertemente cuando una punzada de dolor llega a mis cienes, desarmando cada uno de mis pensamientos cuando el recuerdo de esos lindos ojos mieles inunda mi mente, haciéndome recordar los pequeños detalles sobre su persona, pero los cuales son los más importantes.

El verlo provoca que risas llenen mi subconsciente, imágenes de ambos tomados de la mano caminando a altas horas de la noche con nuestros dedos fuertemente entrelazados. Mis labios posados sobre los suyos, sus fuertes brazos rodeando mi cuerpo, sus besos por todo el rostro. Mi mano derecha sube inconscientemente por mi pecho llegando al collar que no me he quitado desde que he despertado por alguna razón que desconocía hasta ahora.

Los dos anillos cuelgan de la cadena, mi mirada bajando hacia la joya. La imagen de mi cuerpo vestido por un hermoso vestido blanco se apodera de mi mente, él encontrándose delante de mí con una sonrisa que provoca que todos los bellos de mi piel se ericen gracias a la felicidad que me llena en cuestión de segundos. Mi familia se encuentra y la suya están viéndonos con sus mejores sonrisas. Pero es mi hija quien nos mira enamorados, y cuando ya hemos sellado la ceremonia, ella se acerca corriendo a nosotros, llamándolo papá.

—¡Kai! —exclama entonces. Me levanto de la mesa por acto reflejo cuando se acerca desesperado, rodeándome con sus brazos. El acto se siente tan cálido, demasiado familiar, que no puedo evitar posar los míos alrededor de su cuello, inhalando el reconocible aroma —. Caracola, no tienes ni idea de cuántas veces te he llamado. ¿Dónde has estado? ¿Por qué no has contestado a ninguna de mis llamadas?

—Agradecería que te alejases de mi novia —dice Judah, colocándose en medio de nosotros —. Cualquier duda que tengas, estoy más que seguro que Chase estará encantado de responderlas.

—Estoy hablando con ella, no contigo —replica el castaño calmado. Sus ojos hacen contacto visual conmigo, ofreciéndome una tímida sonrisa que hace a mi corazón latir con fuerza —. Kai, ¿podemos conversar?

—No, no pueden —Judah contesta por mí, mirándole con dagas en los ojos —. Acepta que ella está conmigo, y agradece que estamos en un lugar público, porque hace rato te hubiese agarrado a golpes.

—Basta —me sorprendo con mi propia voz, encontrándome confundida. Subo la mirada para observar los ojos azules de Judah —. Tranquilo, ¿sí? Quiero tener un almuerzo sin problemas entre nosotros.

—Kai, no has contestado a mi pregunta —me interrumpe el castaño.

Me percato que mis manos tiemblan, por lo que las coloco detrás de mi espalda en un intento de esconder mis nervios. Por alguna razón mis ojos se llenan de lágrimas ante el recuerdo que interrumpe mis pensamientos, en el cual mis dos hijos están riendo abrazados a él, llenándolo de besos por todas partes. ¿Qué sucedió entre nosotros? ¿Por qué no es él quién está a mi lado?

—Y-Yo no sé quién eres —confieso, decidiendo irme por la verdad —. Tuve un accidente de tránsito y no recuerdo casi nada de mi vida. N-No sé qué tenemos que conversar.

Su rostro decae, no pudiendo creer lo que acabo de decirle por unos segundos. Entonces parpadea, provocando que mis mejillas se sonrojen al apreciarlo bien, cayendo en la conclusión de que es un hombre muy atractivo de pies a cabeza. Su cabello castaño claro está perfectamente cortado para arriba, resaltando sus afiladas mejillas y definida mandíbula. Posee pestañas largas y labios delgados pero carnosos, sus ojos siendo de un color miel encantador. La ropa informal que utiliza marca cada uno de los músculos de su cuerpo.

Su pecho empieza a subir y bajar con mucha más calma, una tímida sonrisa posándose en su rostro la cual me confunde al no entender la razón de la repentina felicidad. Judah al parecer sí lo hace, debido a que me toma de la cintura lleno de posesividad. No opongo queja alguna, al contrario, me aferro más a su pecho por miedo a colapsar en cualquier segundo.

Campanas de Boda ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora