JUDAH
Siempre he sabido que soy de ese tipo de personas que no aprende la lección hasta chocarse contra el gran muro una y otra vez, hasta que el dolor es demasiado insoportable como para seguir aguantándolo mucho más. Cuando las punzadas en cada extremidad son muy pesados como para continuar con la tortura de seguir soportando cada choque, que solo parece venir con más fuerza que la vez anterior.
Y ahí está ella, mi hermosa niña de grandes ojos azules y dulce mirada se encuentra a tan solo centímetros de mí después de no haberla visto por más de tres años. Ha crecido unos cuantos centímetros desde la última vez que la vi, ahora siendo toda una niña más madura —a pesar de que siempre lo fue —, haciendo que mi corazón se emocione.
—Papá... —susurra mi pequeña leona, soltando el peluche entre sus manos.
Sus mejillas se encuentran húmedas gracias a sus lágrimas. No puedo creer que la tengo delante de mí después de haber llorado tantas noches, después de haberme preguntado cómo estaba, qué hacía y cómo se sentía con respecto a muchas cosas. Un nudo se forma en mi garganta al verla tan hermosa, tan dulce, tan... mía.
—Hola pequeña leona —le saludo con mis propias lágrimas corriendo por mis mejillas.
Los labios de mi hija reaccionan, subiendo en una gran sonrisa llena de emoción, su cuerpo temblando de los nervios, no pudiendo aceptar todavía que me tiene delante de ella. El mundo se ha detenido a mi alrededor, dejando de girar por completo. Solamente existe una persona que me importa en este momento, y es parte de mí.
Es entonces en el que grita con todas sus fuerzas, corriendo directa a hacia mis brazos:
—¡Papá!
Mi corazón deja de latir, deteniéndose en mi pecho, la emoción no dejándome respirar. Voy directo a su alcance sin dudarlo, abriendo mis brazos, a los cuales ella salta directos, rodeándome con los suyos fuertemente. Sentir su delicado cuerpo contra el mío es sentir mi alma regresar a mí después de mucho tiempo. Luz vuelve a llenar mi mundo lleno de oscuridad, dándole sentido a toda mi vida una vez más.
Coloco un mechón de cabello detrás de su oreja mientras deposito varios besos por todo su rostro, apoyando mi frente sobre la suya. Ella también acaricia mi rostro mirándome atentamente, tocándome, asegurándose de que soy real, y que me encuentro aquí a su lado una vez más.
—Papito —susurra, sus manos en mi rostro.
—Mi amor —le sonrío de la misma manera. Beso su frente —. Mi vida, estás hermosa, amor mío.
—Te extrañé mucho —admite, volviendo a rodearme con sus brazos —. No te vuelvas a ir, nunca jamás.
—Moya malen'kaya l'vitsa —Mi pequeña leona —. ¿Vy ne predstavlyayete, naskol'ko ya skuchal po tebe? —¿Tienes idea de cuánto te extrañé?
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Campanas de Boda ©
RomanceTrilogía Prohibido #3 Tocar la mano de alguien y sentir aquella chispa que recorre cada extremidad de tu cuerpo haciéndote volver a recordar lo que es sentirte vivo. Poder jurar que amas a alguien por la forma en que tu corazón late sin control al e...