JUDAH
Un suspiro se escapa de mis labios cuando la madre de mis hijos sale de la sala, escondiéndose en la cocina para no revelar sus emociones. Le ofrezco el vaso con licor al mellizo y le digo que iré a buscar por ella para asegurarme que se encuentra bien.
Camino hacia la cocina y llamo por su nombre con una sonrisa en mis labios, la cual desvanece cuando mis ojos encuentran aquel par de irises marrones que conozco a la perfección, mi corazón dejando de latir por una milésima de segundos al verle delante de mí después de no haberla visto por más de tres años.
Su mirada encuentra la mía, las comisuras de sus labios subiendo en una gran sonrisa mientras que sus ojos se llenan de pequeñas lágrimas, mirándome llena de felicidad. No pasa ni un segundo cuando ya la tengo corriendo hacia mí, rodeándome con sus brazos. Los míos por acto reflejo terminan alrededor de su cintura, todavía no pudiendo creer que esté conmigo, que mis manos pueden tocarla para asegurarse que no es producto de mi imaginación.
—Roxanne... ¿qué haces aquí? —cuestiono incrédulo, mirándole a los ojos.
—¿Qué es ese tipo de pregunta? —dice acariciando mi rostro con sus manos. Me sonríe emocionada —. ¿Qué no puedo venir a visitar a un viejo amigo?
Mis ojos navegan por la habitación hasta parar en la madre de mis hijos, quien parece pender de un fino hilo, el cual no podrá sostenerla por mucho tiempo. Ella no mira hacia nosotros, no, sus ojos están concentrados en los dos niños que miran la escena más que confundidos, siendo el centro de atención.
Un nudo se forma en mi pecho cuando el niño conecta sus ojos azules con los míos, la respiración entrecortándose al pensar que por un momento son los míos, pero las matemáticas en mi cabeza me dan la respuesta de que no pueden estar relacionados conmigo, no cuando parecen tener la edad de mi pequeña leona.
—¿Quiénes son ellos? —pregunto, alejándome un poco de ella.
Puedo ver como un ligero brillo de tristeza llena sus irises cuando me acerco a la madre de mis hijos, tomando su mano entre la mía, acariciando el dorso con mi pulgar trazando suaves círculos. Escucho su respiración empezar a calmarse, el nudo desaparece en mi pecho, sabiendo que entiende lo que quiero decirle con aquel simple gesto: no pienso alejarme de ella aunque vengan miles de personas a exigirlo. No cometeré el mismo error una vez más.
—Niños, ¿dónde están sus modales? —les reprocha Roxanne, soltando una pequeña risita. Se acerca a ellos y posa una mano en cada hombro —. ¿Por qué no se presentan con ellos?
—Me llamo Uriah —responde el niño de ojos azules y cabello rizado negro —. Uriah Sokolov.
—Aphrodite —se introduce la niña a su costado, llena de personalidad al igual que él —. Aphrodite Johnson.
—¿Son tus hijos? —le digo a Roxanne, quien asiente más que encantada.
—Es una larga historia —dice en un suspiro —. Pero los amo como si hubiesen crecido dentro de mí, Judah.
ESTÁS LEYENDO
Campanas de Boda ©
Roman d'amourTrilogía Prohibido #3 Tocar la mano de alguien y sentir aquella chispa que recorre cada extremidad de tu cuerpo haciéndote volver a recordar lo que es sentirte vivo. Poder jurar que amas a alguien por la forma en que tu corazón late sin control al e...