El viernes había llegado y con el mi turno de masaje con Daniel.
Seguía sin comprender por que me eligió a mi, teniendo a Natalia. Yo tenia mis curvas y una pequeña pancita, a diferencia de ella que lucia un abdomen plano y las tetas de cirujano.
Desde que Daniel decido que yo fuera su masajista, ella se convirtió en su hater número uno, el rechazo no era algo que le agradará a Nata.
La hora había llegado, me mire por última vez en el espejo del baño antes de ir a la habitación donde lo esperaría.
Me veía bien, si eso era posible con el típico uniforme blanco.
¿Por qué te importa como luces?
La voz de mi cabeza tenia razón, Daniel era solo un cliente más. Repetí esas palabras mentalmente mientras caminaba a la habitación y entraba en ella.
Todo estaba en su lugar listo para iniciar, sólo tenia que esperarlo.
Él no tardo mucho en llegar, vestía con pantalones deportivos y una camiseta negra que marcaba sus músculos.
—Hola Ángela.
Me saludo, ¿sabia mi nombre?
Lo dice la pequeña placa que llevas puesta tonta.—Me quieres desnudo.
—¿Qué?
—Para el masaje, me quieres desnudo o sólo en bóxers.
Comúnmente los clientes se desnudaban pero con Daniel me sentía nerviosa, incluso tímida. Era como si no hubiera visto un pene en mi vida.
—Boxers.
Dije finalmente, él solo encogió los hombros y se comenzó a quitar la ropa. Cuando se quedo solo en bóxers evite mirar su entrepierna. Hice una señal para que se acostará en la camilla, lo hizo quedándose boca abajo.
Vertí un poco de aceite de jazmín en su espalda y comencé mi trabajo.
Mis manos fueron hasta sus hombros, note nudos en ellos a si que me concentre en deshacerlos. Él emitió sonidos de satisfacción cuando finalmente logre mi objetivo.
Continúe mi camino llegando a su espalda baja, ahora apreciaba mejor su trasero. La tentación de apretarlo se hizo presenté en mi cabeza. Olvide ese pensamiento y seguí con sus piernas.
Éste hombre es todo músculo.
—Puede darse la vuelta -dije.
Daniel hizo lo que le pedí. Mis ojos se abrieron sorprendidos cuando vi la erección presente en sus bóxers.
Deja de mirarle la polla, concentración Ángela.
Dejando de lado su polla, vertí aceite en su pecho. Pase mis manos por el six pack, entendía por que todas enloquecían cuando él se ejercitaba sin playera. Pensé en lo que había dicho Nata y fui por sus bíceps era mi turno de tocarlos.
Sabía que también tenía que masajear sus piernas a si que baje de nuevo las manos.
Sin poder evitarlo mire su entrepierna, la cabeza hinchada de su verga se asomaba por la ranura del boxers.—Listo he terminado.
Mi voz sonaba ronca, tenia claro que si seguía terminaría chupándole la verga.
Mejor aún empotrada en esa camilla.
—Tan rápido – parecía decepcionado, se bajo de la camilla y fue por su ropa. Con la erección aun presente.
Se comenzó a vestir mientras yo me quede mirando sin saber que hacer.
Pídele que te coja
—Ángela
—¿Si?
—Me das tú número- dijo enseñando su móvil.
Sin pensarlo tome su teléfono y escribí los números. Se lo entregue cuando terminé y salí de la habitación.
Prácticamente huyendo de él y mis pensamientos sobre como seria tener su polla en mi boca.
Mí móvil sonó cuando cerré la puerta. Deslice mi dedo para contestar.—Hola.
—Ahora tienes mi número.
Podía apostar que el cabrón estaba sonriendo, por mi reacción y acción. Terminé la llamada y fui directa a tomar un poco de aire que tanto necesitaba.
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Miénteme pero Ámame- TERMINADA
RomanceLos libros que el mundo llama inmorales son los que muestran su propia vergüenza. Oscar Wilde