Infiel

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—Últimamente te veo muy feliz Ángela.

Habló mi jefe, sentándose a mi lado en el sofá de la pequeña sala de descanso para los empleados del Seiken Gym & Spa.

Bastante raro que Marisa se uniera con sus empleados en este lugar tan tarde, pensé que se habría ido como todos los días a medio día.

—Siempre he sido de sonrisa fácil lo sabes.

—Lo se, en cambio Natalia anda de mal humor. Es como si tuviera el período permanente. A esa mujer le falta sexo.

Nata estaba que se subía por las paredes, Daniel no le daba ni la hora. Por más coqueteos de ella y su ajustado atuendo cuando se ejercitaba en el gym.

—Tienes razón últimamente anda en modo rabiosa.

Contesté, ella me miró arqueando una ceja rubia.

—Por favor mujer no me cambies el tema, a mi no me engañas, se lo que sucede entre Daniel y tú. Y se que Nata anda de perra rabiosa por ello. Yo estaría más que feliz follándomelo como coneja.

Si, ahí estaba la Marisa que conocía, era como el personaje de Samantha Jones de Sex and the City. Ella es exigente con su físico, no se detiene ante nada para encontrar a un hombre que llene sus fantasías. Claro que ella busca siempre una relación estrictamente sexual que no traspasé esa línea.

En todo este tiempo de conocerla aprendí que ella sabe escuchar, aconsejar, y especialmente no juzgar.

—¿Cómo es que sabes sobre ello?

Durante el transcurso de estos dos meses sabía que la mayoría de mis compañeras y los compañeros de Daniel estaban enterados de la "relación" que teníamos. Lo que nunca pensé fue que Marisa se interesaría en el tema.

—Me lo conto Leo.

Leonardo era el encargado y socio de ella, también el polvo seguro de mi jefe.

—Así que los jefes hablan de sus empleados.

Dije burlona, lo menos que hacían ellos era hablar.

—Salió el tema, además que jefe sería si no me preocupara por mis chicas.
Su mano subió a su pecho fingiendo estar ofendida.

—Pero dime, ¿es una relación seria o sólo es tú distracción del.....

—Al fin te encuentro, ¿estas lista?- Daniel interrumpió a Marisa.

—Si

Contesté, levantándome del sofá y me despedí de Marisa esta me dio una mirada donde me decía que nuestra conversación no había terminado.
Tomé mi bolso, salimos juntos al estacionamiento.

—Lamento que esta noche no podamos ir a mi casa, Ángela.
Dijo con gesto triste. Ya estábamos en su auto rumbo a mi departamento.

—Sabemos que no siempre tendremos tiempo para nosotros, además he tenido un día pesado. Quiero llegar a casa y dormir.

Él asintió de acuerdo conmigo, encendió el auto. Mientras yo ponía música, el ambiente tranquilo hizo que me relajará. Recosté mi cabeza en el respaldo, cerrando los ojos escuche la canción de fondo. El chico cantaba sobre el termino de su relación , como ella había hecho lo correcto al dejarlo aunque él no quería.

—Ángela, hemos llegado.

La voz que Dan me despertó, al parecer me quede dormida en el camino. El auto ya estaba estacionado en la entrada de mi edificio.

—Sabes que esta es la parte que más odio.

Dijo él girándose para mirarme, su mano acariciaba mi cara. Él tenia esos momentos tontos de romanticismo. Su boca fue directa a la mía, deslice mis manos a su cabeza buscando profundizar el beso.

—Tengo que entrar.

Hable luego de terminar nuestro beso, hizo una mueca triste. Lo bese una vez más antes de salir de su auto.

Entre a mi edificio y escuche el motor de su auto alejándose.

Mi departamento estaba en completo silencio, encendí las luces arrojé el bolso al sofá. Quitándome los zapatos, mis pies agradecieron el descanso de ellos. Camine a mi habitación y me desnude, necesitaba una ducha con urgencia.

Entre en el cuarto de baño directamente a la ducha, en cuanto las primeras gotas de agua caliente tocaron mi piel emití un gemido de satisfacción.

Mi mente comenzó a recordar los momentos con Daniel, no sólo las horas en su cama también nuestras citas, las salidas a la playa esa complicidad que mostrábamos con sólo mirarnos.

Unas manos comenzaron a recorrer mi cuerpo, desde mis caderas subiendo a mis pechos. No había escuchado el sonido de la puerta.

Él esta aquí.

Su boca besaba mi cuello, mis pezones se endurecieron cuando él  los pellizco.

—Angy, me vuelves loco.

Susurró en mi oreja, mordiéndola después. Sentí su polla erecta frotándose en mi trasero. Moví mi culo contra el haciendo que gruñera.

Giro mi cuerpo y tomó mi boca desesperado, sus manos bajaron a mi trasero. Pegando su pecho firme con el mío.

Sin decir una palabra me levantó, inmediatamente mis piernas se aferraron a sus caderas. Su boca seguía saqueando la mía, escuche el sonido de las llaves cerrándose. Nos saco de la ducha, fuimos directo a la cama.

Estaba deseosa, amaba estar con él.  Cada parte que él  besaba y tocaba me excitaba.

Él comenzó a chupar uno de mis senos, una mano bajo a mi clítoris , ya estaba empapada. Mis ojos bajaron a la dura, erecta y, al mismo tiempo, sedosa erección.

Lo quería dentro de mí.

Cómo si él leyera mi mente, me penetró gemí y cerré los ojos con fuerza al sentir su miembro entrar y salir.

Oliver  mi marido me hacia el amor,  él  poseía mi cuerpo y alma.

—Te amo- dijo, sus manos tomaron las mías subiéndolas por encima de mi cabeza. Aumento la velocidad de sus empujes, el sonido de nuestros cuerpos chocando, gemidos y gruñidos inundó nuestra habitación.

La pequeña llama en mi interior, se convirtió en un fuego abrasador.

—Déjate llevar cariño ....Déjalo ir ...

Y así lo hice deje que el fuego me consumiera, llevando conmigo a Oliver.

Aquí entre los brazos de mi marido aceptaba en silencio como cada noche, que le era infiel desde hace dos meses.




Miénteme pero Ámame- TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora