Lunes 23 de mayo (Parte 3/?)

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Narra Camila

—Veamos. —Se pasa la lengua lentamente por el labio inferior—. Estás mordiéndote el labio, Camila. Sabes el efecto que tiene sobre mí.

Me presiona la boca con su largo dedo índice a modo de advertencia.
Dios mío. Apenas puedo contenerme, estoy indefensa, tumbada, viendo cómo se mueve tranquilamente por mi habitación. Es una afrodisiaca embriagadora. Se quita
sin prisas los zapatos y los calcetines, se desabrocha los pantalones y se quita la camisa.

—Creo que has visto demasiado.
Se ríe maliciosamente. Vuelve a sentarse encima de mí, a horcajadas, y me levanta la camiseta. Creo que va a quitármela, pero la enrolla a la altura del cuello y luego la sube de manera que me deja al descubierto la boca y la nariz, pero me cubre los ojos. Y como está tan bien enrollada, no veo nada.

—Mmm —susurra satisfecha—. Esto va cada vez mejor. Voy a tomar una copa.
Se inclina, me besa suavemente en los labios y dejo de sentir su peso. Oigo el leve chirrido de la puerta de la habitación. Tomar una copa. ¿Dónde? ¿Aquí? ¿En Portland? ¿En Seattle? Aguzo el oído. Distingo ruidos sordos y sé que está hablando con Dinah… Oh, no… Está prácticamente desnuda. ¿Qué va a decir Dinah?
Oigo un golpe seco. ¿Qué es eso? Regresa, la puerta vuelve a chirriar, oigo sus pasos por la habitación y el sonido de hielo tintineando en un vaso. ¿Qué está bebiendo? Cierra la puerta y oigo cómo se acerca quitándose los pantalones, que
caen al suelo. Sé que está desnuda. Y vuelve a sentarse a horcajadas sobre mí.

—¿Tienes sed, Camila? —me pregunta en tono burlón.
—Sí —le digo, porque de repente se me ha quedado la boca seca.
Oigo el tintineo del hielo en el vaso. Se inclina y, al besarme, me derrama en la boca un líquido delicioso y vigorizante. Es vino blanco. No lo esperaba y es muy excitante, aunque está helado, y los labios de _____ también están fríos.
—¿Más? —me pregunta en un susurro.
Asiento. Sabe todavía mejor porque viene de su boca. Se inclina y bebo otro trago de sus labios… Madre mía.
—No nos pasemos. Sabemos que tu tolerancia al alcohol es limitada, Camila.
No puedo evitar reírme, y ella se inclina y suelta otra deliciosa bocanada. Se mueve, se coloca a mi lado y siento su erección en la cadera. Oh, la quiero dentro de mí.
—¿Te parece esto agradable? —me pregunta, y noto cierto tono amenazante en su voz.
Me pongo tensa. Vuelve a mover el vaso, me besa y, junto con el vino, me suelta un trocito de hielo en la boca. Muy despacio empieza a descender con los labios desde mi cuello, pasando por mis pechos, hasta mi torso y mi vientre. Me mete un
trozo de hielo en el ombligo, donde se forma un pequeño charco de vino muy frío que provoca un incendio que se propaga hasta lo más profundo de mi vientre.
Uau.
—Ahora tienes que quedarte quieta —susurra—. Si te mueves, llenarás la cama de vino, Camila.
Mis caderas se flexionan automáticamente.
—Oh, no. Si derrama el vino, la castigaré, señorita Cabello.
Gimo, intento controlarme y lucho desesperadamente contra la necesidad de mover las caderas. Oh, no… por favor.
Me baja con un dedo las copas del sujetador y deja mis pechos al aire, expuestos y vulnerables. Se inclina, besa y tira de mis pezones con los labios fríos, helados.
Lucho contra mi cuerpo, que intenta responder arqueándose.
—¿Te gusta esto? —me pregunta tirándome de un pezón.
Vuelvo a oír el tintineo del hielo, y luego la siento alrededor de mi pezón  derecho, mientras tira a la vez del izquierdo con los labios. Gimo y lucho por no moverme. Una desesperante y dulce tortura.
—Si derramas el vino, no dejaré que te corras.
—Oh… por favor… ______… por favor.
Está volviéndome loca. Puedo oírla sonreír.
El hielo de mi pezón está derritiéndose. Estoy muy caliente…caliente, helada y muerta de deseo. La quiero dentro de mí. Ahora.
Me desliza muy despacio los dedos helados por el vientre. Como tengo la piel hipersensible, mis caderas se flexionan y el líquido del ombligo, ahora menos frío, me gotea por la barriga. ______ se mueve rápidamente y lo lame, me besa, me
muerde suavemente, me chupa.
—Querida Camila, te has movido. ¿Qué voy a hacer contigo?
Jadeo en voz alta. En lo único que puedo concentrarme es en su voz y su tacto.
Nada más es real. Nada más importa. Mi radar no registra nada más. Desliza los dedos por dentro de mis bragas y me alivia oír que se le escapa un profundo suspiro.
—Oh, nena —murmura.
Y me introduce dos dedos.
Sofoco un grito.
—Estás lista para mí tan pronto… —me dice.
Mueve sus tentadores dedos despacio, dentro y fuera, y yo empujo hacia ella alzando las caderas.
—Eres una glotona —me regaña suavemente.
Traza círculos alrededor de mi clítoris con el pulgar y luego lo presiona.
Jadeo y mi cuerpo da sacudidas bajo sus expertos dedos. Estira un brazo y me retira la camiseta de los ojos para que pueda verla. La tenue luz de la lámpara me hace parpadear. Deseo tocarla.
—Quiero tocarte —le digo.
—Lo sé —murmura.
Se inclina y me besa sin dejar de mover los dedos rítmicamente dentro de mi cuerpo, trazando círculos y presionando con el pulgar. Con la otra mano me recoge el pelo hacia arriba y me sujeta la cabeza para que no la mueva. Replica con la lengua el movimiento de sus dedos. Empiezo a sentir las piernas rígidas de tanto
empujar hacia su mano. La aparta, y yo vuelvo al borde del abismo. Lo repite una y otra vez. Es tan frustrante… Oh, por favor, _____, grito por dentro.
—Este es tu castigo, tan cerca y de pronto tan lejos. ¿Te parece esto agradable? —me susurra al oído.
Agotada, gimoteo y tiro de mis brazos atados. Estoy indefensa, perdida en una tortura erótica.
—Por favor —le suplico.
Al final se apiada de mí.
—¿Cómo quieres que te folle, Camila?
Oh… mi cuerpo empieza a temblar y vuelve a quedarse inmóvil.
—Por favor.
—¿Qué quieres, Camila?
—A ti… ahora —grito.
—Dime cómo quieres que te folle. Hay una variedad infinita de maneras —me susurra al oído.
Alarga la mano hacia el paquetito plateado de la mesita de noche. Se arrodilla
entre mis piernas y, muy despacio, me quita las bragas sin dejar de mirarme con ojos brillantes. Se pone el condón. La miro fascinada, anonadada.
—¿Te parece esto agradable? —me dice acariciándose.
—Era una broma —gimoteo.

WRONG (Camila Cabello Y Tu) G!pDonde viven las historias. Descúbrelo ahora