ocho.

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Qué asco.

Fue lo primero que pronunció en el día, sintiendo como si los rayos del sol estuvieran invadiendo su espacio personal, se sentía acalorado y su cabeza dolía como la mierda.

Ni siquiera estaba lo suficientemente despierto cuando se quitó los pantalones y la ropa del torso para reemplazarlo con una de las grandes camisas blancas y gigantescas que muchos de sus primos tamaño jirafa le regalaban, quitó algunos botones y se sintió fresco, como si una brisa viajara por sus muslos descubiertos.

Algo cegado por su dolor de cabeza y sin pensar con totalidad su estado, se puso sus pantuflas y se dirigió a la cocina. Ahí estaba un pelinegro decorando con fresitas un panqueque y poniéndole chocolate encima, mientras que a su lado un jugo de manzana complementaba el desayuno.

-¡Hyung!- saludó animadamente.- B-buenos días...- pronunció nervioso, mientras se tapaba su cara con una de sus manos para ocultar su notable sonrojo al ver así a su Hyung.

Taehyung sonrió algo distraído y con el corazón acelerado sin esperar ver a Jungkook ahí, ni siquiera recordaba con luminosidad qué había pasado después de la llamada de aquel hombre. Sentía molestia con sólo recordarlo.

-Le he preparado el desayuno.- sonrió el azabache, Taehyung sintió como ese sabor amargo se disolvió entre tanto dulce que Jungkook desprendía.

Se sentó justo enfrente de este, olvidándose que sus muslos estaban al aire, mientras Jungkook quería gritar por ver no un poco, sino mucha piel de su hermoso Hyung.

-¡Gracias Jungkookie!- sonrió abiertamente hacia el menor, apreciando esos detalles tan lindos.
Metió a su boca un poco de aquel panqueque de vista apetitosa y dirigió su mirada de nueva cuenta a Jungkook, notando que estaba parado.

Viéndolo desde el otro lado de la barra de la cocina, pudo apreciar su prominente mandíbula.

Imágenes comenzaron a llegarle de la nada, recordaba como su corazón se sentía cálido al estar acurrucado en un fornido pecho, recordó como sus labios tocaban dulce y momentáneamente la mandíbula del menor en un beso tierno fogoso, recordó como tomó alcohol en demasía y empezó a decir estupideces.

-Jungkookie... Te quiero mucho.-

-Serías un buen novio, Jungkookie... ¿Quieres ser mi novio?-

-¡Jungkookie!-

-Jungkookie...-

Sintió como aquel pedazo de panqueque se atoraba en su garganta y como el azabache corrió hasta su lugar.

-¡Hyung!, ¿Está bien?- sus gestos mostraban preocupación, y sus manos se dirigieron a su espalda para darle leves golpecitos.

¿En serio yo hice eso?

Su cara demostraba su batalla existencial en ese instante, quedándose sin parpadear y casi cayéndose de la silla por aquella algo violenta intromisión de información.
Casi, ya que el azabache lo tomó entre sus brazos antes de que cayera.

Su boca se trababa y las palabras que quería decir sólo se quedaban como tartamudeos indecisos. Sintió la preocupada mirada de Jungkook sobre él y cuando lo miró y sus ojos se conectaron, gritó de una forma algo aguda, separándolo con un gesto infantil y algo de fuerza leve. Corrió hacia el sofá y se tiró en él.

Jungkook no sabía qué hacer y es que no había visto a su Hyung actuar de esa manera, él siempre mantenía su estado de superioridad humilde de algún modo pero sin dejar su elegancia, provocando que sientas que desprende madurez.

Pero eso no es así.

Taehyung era un bebé, un bebé que ha estado sometido a actuar diferente por los demás y sintiéndose frustrado por como las personas se alejaban.

Porque lo veían como un muñeco hermoso, hermoso pero desechable.

-Hyung...- su tono era confuso con auras tristes, no le gustaba ver así a su Hyung, pensó que algo había hecho él, pero realmente eso era todo lo contrario.

Taehyung había colapsado por fin, el auténtico Taehyung se había cansado esta vez.

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my secretary jeon ⊹  ⎙ tkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora