8° Viaje

265 49 15
                                    


Eran tal vez las 11 de la mañana, y Dean seguía conduciendo, llevamos apenas cinco horas de dejar la casa polvorienta, cinco horas que llevaba en ese auto, cinco horas de música de hace medio siglo. ¿Acaso este tipo no se cansaba de las mismas canciones del año del caldo? Seguro que no, porque ni siquiera eran CD's eran Cassettes, realmente viejo todo. Incluso el auto. Ya quería salir de ahí, últimamente había comenzado a hacer calor y cerraba los ojos a ratos, sólo esperaba que no estuviera drogado de nuevo con el desayuno. Tal vez si se dormía no lo volvería a hacer o tal vez despertaba atado a una silla y pronto moriría.

Sabía que estaba siendo pesimista, pero la situación no era la mejor. Esperaba a que en cualquier momento nos detuvieramos, me matara en fin punto de la carretera y tirara mi cadáver a los lobos o lo que sea que ronde los bosques en estos días. Pero él jamás se detuvo, el auto siguió con decisión por el camino que quedaba oculto a la vista, realmente tienes que saber sobre ese camino para dar con él, y salir de ahí o entrar, incluso resulta difícil entrar.

— ¿A dónde nos dirigimos? — Pregunté buscando calmar mi ansiedad por saber que sucedería.

— Eres muy impaciente. — Fue lo único que dijo.

Iba a continuar hablando con él, pero en la siguiente vuelta entramos a un túnel. Al principio comenzó oscuro y apenas podíamos ver por donde íbamos, pero a medida que el auto avanzaba todo era más oscuro, encendió los faros del vehículo y el túnel tomó más forma. Aunque realmente ese túnel tenía varias curvas, pero Dean se veía concentrado y conocedor de cada una de esas curvas.

— ¿Qué es este lugar? — Pregunté buscando respuestas.

— Las preguntas al final.

— No creas que-

— Si quisiera matarte ya lo habría hecho hace cinco horas. — Soltó tajante. — Ahora deja de hablar, o por lo menos aguarda un poco más.

— ¿Qué aguarde? Oh no. Podría salir de aquí si lo quisiera, imbécil. — Lo amenacé, estaba cansado que me tratara de idiota, era un agente respetado y un adulto.

— Mira, por fin veo un poco de carácter. — Se burló. Y eso me hizo molestar aún más. — Tómalo con calma, sólo deja que lleguemos a donde tengamos que llegar y hablaremos mejor.

Me crucé de brazos y  miré por la ventana, tratando de evitar a Dean. Pocos segundo después la luz fue mayor y entramos en lo que podría decirse un garaje, uno mas grande que uno habitual. El auto se detuvo y Dean bajó, después de él lo hice yo, observando mi alrededor, los autos viejos pero en buen estado y las paredes altas, hechas de concreto. Estaba tan adentro de la observar a mi alrededor que no noté a Dean acercarse a pasos decididos con unas esposas y colocarlas en una de mis muñecas y luego la otra.

— Prevención. — dijo con una sonrisa. — Vamos.

— Quiero que sepas que cuando pueda salir de aquí, tú serás el primero al que vaya a matar. —  No importa que ese tipo no tenga idea quién soy o que haga, ya se enteraría.

— Eres un encanto. — Rió de buena gana y salimos de ahí.

Caminamos por pasillos con varías puertas hasta que llegamos a un salón mucho más grande, una mesa con un mapamundi en él, sillas a su alrededor, máquinas extrañas aquí y allá y el techo era mucho más alto que los anteriores pasillos.

— Bienvenido al búnker. — Extendió sus brazos si quisiera abarcar toda la habitación. — Será mejor que te pongas cómodo, tú y yo estaremos aquí por mucho tiempo. — Soltó con falsa alegría y se acercó a mí de nuevo. —  ¿Algo de beber?

— Estás loco. — Empezando con el hecho de que estábamos en un maldito búnker en quién sabe dónde.

— Oye, estoy arriesgando mi cuello por ti. Si no piensas mostrarme un poco de respeto, por lo menos no me maltrates.

— ¿Maltratarte? Perdón, ¿Estaba siendo rudo? No me di cuenta.

— Ja Ja Ja...  Vamos, yo sé que podemos llevarnos bien.

— No, así que comencemos a poner las cosas claras. — Avancé un paso, tomando cercanía. — No somos amigos, no somos conocidoso somos nada, estoy aquí porque me tienes en contra de mi voluntad, estoy aquí porque mataste a mi hermano. Y no voy a irme de aquí sino es con una bala entre tus ojos.

— ¿Terminaste de amenazarme?

— Yo siempre te estaré amenazando.

— Bien, ya que dejamos las amenazas de lado. ¿Comes hamburguesas? Tenía  planeado hacer algunas. — Mencionó con tranquilidad.

— ¿Estás de coña?

— Oye, comí hace ya varias horas, no esperes que no tenga siquiera un poco de hambre. ¿Tú no?

— Moriría de hambre antes de comer algo que tú hayas cocinado.

— Eso fue dramático, ¿No? — Hizo una mueca. — ¿Practicabas teatro dramatico de pura casualidad? Porque seguramente eras bueno. — Me dió la espalda y se fue caminando hacia otra habitación contigua.

Sin dudarlo mucho, tomé su descuido como una oportunidad y avancé a pasos rápidos pero silenciosos hasta él, levanté los brazos, intentando que las esposas en mis muñecas lo tomaran del cuello y asfixiarlo.

Apenas me acerqué lo suficiente, él se dió la vuelta y me aprisionó contra el pilar a su izquierda, su mirada en mí era determinante y fría.

— ¿¡Es en serio!? — Lucía molesto, tal vez desesperado por mi terquedad en matarlo. — ¡Ni siquiera han pasado diez minutos joder! ¿Acaso quieres morir?

— En todo caso ya no tengo nada que hacer en este lado. — Hablé refiriéndome a que morir sólo sería un gusto.

— Deja tus instintos suicidas para cuando los necesites, dudo que tu hermano quiera que caigas de cabeza a la muerte y menos por algo tan insignificante como intentar atacarme por la espalda.

— Tú no sabes nada sobre mí o mi hermano. — Mi voz era fuerte y en total seriedad. — Así que mantén tu distancia conmigo. — Amenacé.

Pero Dean, en vez de inmutarse por mis palabras, apenas y conseguí una sonrisa en su rostro, una sonrisa divertida. Me soltó y comenzó a reír mientras se sujetaba el estómago y me miraba de vez en vez, causando que su risa aún fuera mayor.

— ¿Qué te causa tanta risa? — Aventuré a preguntar.

— Eres hilarante Castiel. — Respondió en un aire libre de su risa. — Deberías de ver tu cara cuando amenazas a alguien, es tan... Adorable. — Siguió riendo mientras siguió caminando por el mismo pasillo.

Lo fulminé con la mirada. Nunca en todos mis años como agente alguien se había burlado de una amenaza mía, realmente se lo tomaban muy en serio e incluso me amenazaban de vuelta, pero Dean... estaba loco. Una amenaza para la sociedad y mi país.

— Lo mataré en serio lo haré. — Me dije a mí mismo después de verlo desaparecer en el pasillo.

Igualmente lo seguí, podría conseguir algún tipo de información sobre su grupo terrorista. Debían paga por sus crímenes, eran peligrosos, no sólo Dean, sino todo aquel que yo diga y mientras me encuentre atrapado en esta situación buscaré todo tipo de cosas importantes para derrocarlos.

Fuego Cruzado | Destiel | AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora