13° Insinuaciones

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Casi una semana después de mi secuestro, me encontraba sentado en la biblioteca con un juego de ajedrez, no sabía jugarlo así que inventé mis propias reglas, lo llamé: Mata al fastidioso cazador. Estaba seguro de que no tenía mucho sentido, pero me mantenía ocupado y evitaba que tuviera interacción con Dean.

— ¡Cas! — Y así fue como mi día se arruinó. — Tengo buenas noticias.

— ¿Por fin te vas a morir?

— Que encantador. El asunto es que vamos a salir, una cena simple, elegante y de la cuál se requiere mi presencia.

— Te vas sin cuidado y ojalá te atropelle un tren.

— Tú vienes conmigo.

— ¿Qué? ¿Por qué?

— Bueno, los ángeles mordieron el anzuelo y tengo que estar en la cena hoy en la noche, mucha gente estará vigilando y espero que todas ellas me vean.

— Creí que el punto de ser una de las personas más buscadas era: Tener un perfil bajo y no llamar la atención.

— Cas, Cas, Cas... Tal vez tu trabajo de ángel espía funcione así, pero recuerda que todo es un show, tienes que ser el foco de atención para darles una función y crear una escena tras otra y otra. Tú y el resto de ángeles idiotas son mi público.

— Estás demente.

— Es simple planeación, una obra de teatro, así funciona el mundo.

— Pones vidas en riesgo.

— Salvo vidas, agente Novak. Hay un traje en tu habitación, úsalo y espero verte aquí en una hora, no me hagas amenazar a tu novio.

Lo miré molesto, era solamente un juguete en el tablero, no una pieza. Busqué bajar mi molestia y me fui a lo que Dean llamaba "mi habitación", para mí sólo era el lugar donde dormía, era el lugar que más evitaba, incluso solía dormir sentado en la biblioteca y al despertar solía encontrar una taza de café a mi lado, Dean la ponía ahí cada vez que me quedaba dormido en la silla. Era un gesto extraño, lo último que esperaba era que se comportara agradable, después de ser un imbécil las primera 24 horas de conocernos no esperaba una acción como esa.

Entré a la habitación y un traje se encontraba en la cama, saco y pantalones azul oscuro, la camisa blanca y la corbata azul. Parecía de mi medida, lo cual era escalofriante y estúpido en muchas formas, pensar el como es posible que parezca hecha para mí. Fui a darme un baño antes de vestirme,  fue rápido y antes de que pudiera dar una queja por ser obligado a ir a una cena, ya tenía el traje puesto y aún trataba de decidir si usaba corbata o no.

— No la uses sino quieres. — Habló Dean recargado en la puerta de la habitación, no necesité de voltear a verlo, él era predecible. — No hay mucha diferencia, te quedará igual el traje.

— No pedí tu opinión. — Hable sin girarme a verlo, aún.

— Y no te la estoy dando, el que lo hayas escuchado no quiere decir que es para ti. — Inmediatamente se giró y siguió una conversación en el celular.

— Tu abuela se verá bien sin corbata. — Susurró. Tomó la corbata y se la puso. — Demonios, soy tu abuela. — Sin decir una palabra más se quitó la corbata y la arrojó a la cama.

En situaciones como esta, sólo él se entendía porque era más fácil decir un comentario absurdo sobre una abuela, que afrontar una realidad o decir las cosas con certeza.

Salió de su habitación jugando con el botón de una manga, no sabía que hacer con sus manos así que sólo aparentaba hacer algo a la manga. Dean lo esperaba en la biblioteca, ahora Castiel tenía una vista completa de Dean, su traje negro como el suyo, un pañuelo en su bolsillo, la corbata puesta de color verde oscuro y el arma oculta que llevaba dentro del saco. Habría problemas, eso era seguro.

Fuego Cruzado | Destiel | AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora