I

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Hoy el sol se escondió,
y no quiso salir,
te vio despertar
y le dio miedo de morir.

Otro año, otra fiesta.

El mismo lugar, la misma hora, las mismas personas.

El evento que más le aburría a Dipper Pines.
Anualmente, su familia, junto con otras, eran invitadas a un evento navideño, en donde se realizaban subastas.

Era lo mismo. Llegar, ocupar sus lugares con el apellido 'Pines' marcado en ellos, esperar los mismos treinta minutos y comenzar con la batalla de dinero entre aquellas familias.

La familia de Dipper era conocida. No había persona en la fiesta que no saludaran, todos resultaban ser viejos amigos y si no era así, alguna otra persona presentaba a las nuevas familias que se integraban al evento.

—Hola, mi nombre es Bill, Bill Cipher.

De acuerdo, ésto sí era diferente.

El castaño extendió la mano hacia aquel rubio y sonrió, forzadamente. Tenía que aceptar que en un inicio, los primeros tres años en que asistieron a aquel evento había sido algo cool, pero después se volvió una rutina anual totalmente fastidiosa.

—Mucho gusto, me llamo Mason Pines —el chico no sabía como entablar una conversación, así que sólo dijo lo primero que pensó—. ¿Es la primera vez que vienes?

—¿Tan evidente es? —el rubio de ojos color miel, sonrió, pero esa sí era una auténtica sonrisa—. Pues así es, mi familia ya había estado en éstas fiestas desde que yo había cumplido quince, el asunto era que ellos consideraban que era muy torpe para éste tipo de reuniones, y tu pregunta confirmó eso.

—Vaya, no, el asunto es que yo vengo a éstas fiestas todos los años desde que tengo trece —el castaño hizo una mueca—. Pero bienvenido a lo más aburrido del Universo —bromeó—, ¿cuántos años tienes?

—Ventiuno, ¿y tú?

—Diecinueve.

—Oh.

Listo, una gran conversación.

—Veo que esto no te gusta...

—No, es que —Dipper se interrumpió a sí mismo, ¿por qué mentirle a éste sujeto?—. Sí, ésto apesta y no quiero estar aquí.

—Uh, qué agradable. Espero no tener que ver en nada de esa decisión.

—Claro que no —el menor lo miró—. Dime Dipper.

Dipper. Diablos, no recordaba cuándo fue la última vez que le dijo a alguien su apodo. Todas las relaciones que formaba a base de las reuniones de sus padres simplemente lo conocían como Mason, un chico simple, con gustos triviales y muy, muy tímido.

—Dipper... Bien.

Otro silencio.

—Me gustan tus ojos.

El castaño miró al mayor. Eso si le había tomado por sorpresa, más que nada el hecho de que se acababan de conocer y que realmente, no se sentía incómodo estando ahí.

La gente que se presentaba a esos eventos muchas veces tenían caras tan planas que sus miradas le inspiraban incomodidad por todos lados.

Más sin embargo había que admitir que aquel comentario le había halagado. Y más que eso, le había subido el egocentrismo quizá un setenta por ciento.

Porque vamos, el que fuera tímido no le quitaba lo egocéntrico que era.

—Gracias.

—Hey, Bill... —la idea se borró de la mente del de ojos azules en cuanto vio a su hermano hablando con el castaño.

—Will, él es... Mason. —Dipper agradeció internamente que Bill no se haya dirigido hacia él por su apodo recién revelado en frente de aquel chico de cabello azulado—. Y Mason, él es Will, mi hermano.

Los recién presentados agitaron sus manos un par de segundos con una sonrisa y después se devolvieron a como antes estaban.

—Yo, eh —susurró el castaño, captando la atención de los gemelos—, debo irme. Espero vernos después, Bill.

—Bien. Cuídate.

Se despidieron con otro apretón de manos y Dipper se fue por donde había llegado.

De cierto modo le había caído bien hablarle a alguien nuevo. Ciertamente estaba cansado de absolutamente lo mismo, eso lo había visto como una oportunidad para cambiar aquella misma rutina.

Ojos Color Sol | BilldipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora