Lie. |Tercera temporada de Juegos.|

No más

-En serio, Hades. No sé que comprarle.-

-Oh, vamos.- rió la rubia.- Llevamos siguiendo a Louis desde hace tres horas, debiste de haber notado algo que le guste.

Medad rascó su cabeza con desesperación, no tenía idea de cuál sería el regalo adecuado para un sujeto como Louis William Tomlinson.

-Espera... ¿Dónde está tu papá?-

Buscaron la mirada a donde había partido Louis, al no encontrarlo decidieron caminar.

Una punzada en el corazón de Medad comenzó a molestarle, sus piernas temblaban con miedo, impotencia y un gran nudo en su garganta.

-Oh, estaba en los baños.- notaron como el castaño salía, con las mejillas rojas y unas lágrimas queriendo salir, seguido de él, caminaba Harry, con una sonrisa en el rostro.

El rubio apretó los puños con fuerza, odiaba ya esa sonrisa.

"-Por favor... Quédate.-

-¡Esto ya no es vida! ¡Joder!-

-¿¡Te irás con alguien más!?

-¡De nuevo con lo mismo! ¡No tengo a nadie más!- "

Cómo lo humillaba.

"-No hagas esto más grande y entra.- los zafiros inundados en lágrimas.

-¡No! ¡Siempre me estás jodiendo con lo mismo! ¡Ya no quiero está puta vida!

-Harry, por favor... Quédate.- "

La dignidad de Louis se había ido en aquel entonces.

"-¡Deja de castrarme!- un golpe.- ¡Me molestas!- otro.- ¡Toda la puta vida estás jodiendo!-

-¡Déjalo!- a sus trece años, Medad se paró enfrente de la puerta, sus puños cerrados y con inmensas ganas de golpear al rizado.-

-¿¡Tú qué te metes!?- gritó.

-¡Ya no le pegues!- con pasos temblantes, se acercaba.- Métete con alguien de tu tamaño.- empujó a su padre con las pocas fuerzas que su miedo le permitían.

-¡Te enseñaré a respetar, hijo de puta!-"

No había sido la primera vez le golpeó a ambos, ni que los humilló.

"-Desde ahora, ya no son mi familia.-

Louis con un poco de sangre abrazaba a Medad quien tenía las mejillas rojas por las bofetadas de Harry.

-Ni tu la nuestra.- susurró Medad.

-¡Ve para acá, maldito niño!-

-¡No, Harry! ¡Déjalo!- "

Que golpizas se ganaban Louis y él por llevarle la contra.

Siempre que intentaba defender a su padre, Harry le lanzaba como trapo viejo y le decía una y mil veces que no era su hijo.

Infinidad de veces los echó de la casa y tuvieron que dormir fuera o el castaño rogaba porque les dejara entrar.

Y esa sonrisa, esa maldita sonrisa de superioridad.
De haber cumplido con su cometidos.

Humillar y someter.