Mi madre no sabía que responder, mi padre estaba muy enojado y euforico por la ausencia de una respuesta. Así que tomo a mi madre por sus muñecas y la estremeció y golpeo su rostro, obligándola a que ella le diera alguna respuesta.
Mi madre en un intento de zafarse de su agarre le contesto en sollozos.
Edith: Esta con Frank!!- Dijo
El a escucharla, la suelta dejándola caer en el piso y se aleja de ella.
No podía creer en lo que su dulce y tierno esposo se había convertido, se levantó rápidamente seco sus lágrimas y entró al baño antes de que su hija llegase y la viera en ese estado.
En cuanto llego a casa Frank me acompaña hasta la puerta y se despide de mí con un corto beso en los labios.
Abro la puerta y todas las luces están apagada –que extraño- (Pensé)
Recorro la casa buscando a mi madre, voy hasta su habitación y toco la puerta.
-Se puede?- Pregunte. Pero nadie me respondió, así que abro la puerta con mucho cuidado para no hacer tanto ruido, pero no veo a nadie, voy hasta su baño y encuentro a mi madre sumergida en la bañera y de un tirón logro sacar su rostro del agua.
-Mama que sucede? Que estabas tratando de hacer?- Le hablo de forma histérica, pero ella no me respondía nada solo se sentó y empezó a llorar desenfrenadamente.
La saque de la bañera, la seque y la ayude a vestir, se veía muy frágil, tan incapaz y sin esperanza, trate de animarle con algún anécdota del pasado pero ella solo miraba de forma perdida al vacío...
La acosté en su cama y la arrope, ella seguía aun si cerrar sus ojos, cuando me dispongo a salir la habitación ella me toma del brazo.
-No!! Quédate- Me dijo con su voz quebradiza y sus ojos inundados de lágrimas.
No pude evitar sentir tristeza también, no sabía ni entendía que sucedía con ella, pero sin preguntar más, me acosté a su lado en silencio, ella me abrazo rodeándome con sus brazos y acariciaba mi cabello con mucha ternura, como solía hacerlo cuando era una niña pequeña; y lo entendí ella extrañaba a su pequeña niñita que correteaba junto con ella en los montes de la hacienda, con la que hacía galletas en las tardes cuando la lluvia solo se dedicaba a caer, aunque eso nunca nos detuvo para salir a correr a caballo y ensuciarnos en el fresco lodo, como extraño yo esos momentos que viví con ella.
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La Estirada
TienerfictieDespués de la suciedad de mi rostro y la mugre en mis uñas, fui aquella a la que alguna vez llamaron la estirada, una mujer elegante y refinada, de buenos gustos y con mucho glamour, con buenos modales y mucha clase, mucho porte; ¿pero en qué moment...