Mi historia comienza en una mañana soleada, yo me encontraba jugando con mis muñecas, imaginándome que eran unas princesas, y escucho el timbre de la casa sonar, así que me levanto y corro hasta la entrada y me dispongo abrir la puerta, cuando el grito de mi mama me sobre salta
-GEORGINA!! Cuantas veces te he dicho que no abras la puerta sin mi permiso- Y me mira con una cara fulminante, yo agacho la cabeza y me retiro corriendo para esconderme de tras de la escalera.
Escucho que mi mama abre la puerta y camino hasta el borde de la pared para poder ver de quien se trata.
-Buenos días Sra Benson.- Habla un Sr muy bien vestido, al que nunca había visto.
-Buenos días, que desea?- Le pregunta mi mama con mucha prudencia.
- Vengo de parte del banco, aún no han cancelado la cuota de los últimos dos meces, temo que su casa sea embargada-Dijo el Sr quitándose el sombrero, mi mama se quedó callada por un momento.
-No!! Esta es mi casa, así que por favor lárguese ahora mismo.- Y tranco la puerta de un portazo, dejando aquel hombre hablando solo. Vi como mi mama se tumbó a llorar en la puerta, y Salí de donde estaba.
-¿Estas bien mami?- Le pregunto sin entender que pasaba, ella respiro profundo, hecho su cabello para atrás y negó con la cabeza, se levantó y subió las escaleras para encerrarse en su habitación.
Si algo sabia de mi mama es que era una mujer fuerte, nunca antes la había visto llorar, ni siquiera cuando mi abuelo murió el año pasado, ella ya había pasado por muchas cosas anteriormente que ya nada podía afectarle, en ese tiempo yo no pude entender lo que sucedía y a que se debía la visita de aquel Sr, solo tenía 4 años, pero ahora que he madurado y conozco mejor a mi madre, no fue por el miedo de que le quitaran su casa por lo que ella se echó a llorar, si no por el que dirán de la gente.
Esa noche en cuanto llego mi padre de su trabajo, yo estaba en mi habitación ya acostada en mi cama, pero el sueño no venía a mí, podía escuchar toda la discusión de mis padres desde aquí, los gritos de mi mama y mi papa tratando de tranquilizarla, solo pensaba en quien sería aquel hombre que hizo que mi mama se molestara tanto con mi papa.
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La Estirada
Novela JuvenilDespués de la suciedad de mi rostro y la mugre en mis uñas, fui aquella a la que alguna vez llamaron la estirada, una mujer elegante y refinada, de buenos gustos y con mucho glamour, con buenos modales y mucha clase, mucho porte; ¿pero en qué moment...