Aún faltaban algunos meses para culminar mis estudios, pero yo no quería que pasara, no quería regresar a casa, no quería casarme, no aun, no me sentía lista para dar ese gran paso, pero no podía defraudar a mis padres...
...
Regrese a casa, y el día de mi boda ya se acercaba y yo rogando para que el tiempo pasara más lento, aun no me acostumbraba a Frank o a que pronto sería su esposa.
En cambio Frank si se veía muy entusiasmado, demasiado diría yo. ¿Tanto así le gusto?
Todos hablaban de mi boda, de cómo sería, que servirían en las mesas, la música, las flores, el pastel... pero nadie me preguntaba nada a mí, de cómo yo quería que fueran las cosas, después de todo sería mi boda y ni eso me dejaban opinar, estaba destinada a ser la novia más infeliz de todas...
Faltaba solo un mes para la boda y hoy es el día de ir a probarme un vestido, pero solo mi madre me acompañó, gracias a Dios...
Edith: entonces qué vestido quieres probarte cariño!- Me dice mi madre emocionada.
Georgina: Es en serio? Puedo escoger el que yo quiera?- Estaba un poco confundida la verdad, hasta ahora nadie me había preguntado qué quería yo.
Edith: Sí! Es en serio, es tu boda, tú eres la novia, puedes escoger tu propio vestido, el que te guste.
Pensé que mi mamá se había golpeado la cabeza, pero no, por fin algo que yo podría elegir a mi gusto.
Después de 5 vestidos, ya me estaba dando por vencida...
Edith: Ay hijita escoge uno pronto, ya se está haciendo tarde, y ya sabes cómo se pone tu padre con la impuntualidad.
Georgina: Sí, sí, creo que este sí, lo vas a amar en cuanto me veas.- (Son ideas mías o también me estoy emocionando)
Edith: Ay por Dios, ay... por Dioss, mi hijita que HERMOSA te ves- y se levantó para abrazarme y no pudo evitar llorar, era un momento muy nostálgico y me encantó compartirlo con ella y la abracé, la abracé con mucha fuerza. Al separarnos le pregunté si le gustaba el vestido y ella solo asentía mientras secaba sus lágrimas y sonreía a la vez emocionada.
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La Estirada
Teen FictionDespués de la suciedad de mi rostro y la mugre en mis uñas, fui aquella a la que alguna vez llamaron la estirada, una mujer elegante y refinada, de buenos gustos y con mucho glamour, con buenos modales y mucha clase, mucho porte; ¿pero en qué moment...