Lewis estaba repleta de transeúntes ese martes por la tarde. Era verano, pero las temperaturas habían bajado cinco grados y la gente debía salir con algo de abrigo que evitara la carne de gallina y la tiritera, especialmente, las mujeres que gustaban de salir con sus hombros de cara al aire y con un buen escote que realzara sus senos.
Edward y Sadie no contaron con el tiempo, los dos iban de camino hacia la iglesia en un día normal y corriente sin haber escuchado las campanas como anuncio de un nuevo discurso soporífero y latoso. Sadie se había negado a ir, no porque tuviera miedo, sino porque no tenía ni idea de la historia del Dios al que se alababa cada domingo, lo que la empujaría a no saber cómo comportarse. Jones le pidió que intentara relajarse y no hablar, así como también le pidió que estuviera atenta a cualquier señal o gesto para que dijera lo que él le iba a ir diciendo siempre y cuando fuera estrictamente necesario.
⸺No me apartaré de tu lado. Espero que no te mueras antes de llegar ⸺bromeó él⸺.
A veces no entendía el humor de su afectuoso y granujilla compañero, pero lo aceptaba tal y como era y así había aprendido a cogerle cariño. La promesa de no separarse de ella la mantuvo en sosiego hasta que acechó la gran y hermética puerta. En menos tiempo de lo que un dragón tardaría en disparar a su víctima con el fuego de sus glándulas, Sadie se retractó y retrocedió un paso y después otro. Edward empatizó con ella, sabía que la niña no estaba en absoluto acuerdo con el plan llevado en marcha. La tomó de las manos y le sonrió ampliamente sin temor, transmitiéndole la confianza con la que la estaba mirando. Y aunque le costó adelantarse a los pasos anteriormente retrocedidos, lo hizo con tal de cambiar las cosas y para que su "yo" más valiente, saliera a batallar contra la maldad humana. Uno junto al otro, abrieron la puerta y se introdujeron en la cueva de un lobo que no estaba en casa. Momentáneamente, Edward se alejó y barrió el polvo de la madera de un confesionario pegado a uno de los extremos de la pared con uno de tantos dedos.
Sadie volvió a perderse entre las vidrieras de colores, colocadas a una alta distancia del suelo, construidas probablemente para evitar asaltantes ya que las ventanas no tenían barrotes. Bastaba una pedrada a los cristales y romperlos, pero estas construcciones estaban bien pensadas. Bastante.
Edward, tan audaz desde los cinco años, movió las cortinas azuladas del confesionario seguidamente, abriendo la puerta para meterse en el interior de él, ocupando asiento en un rectangular banquillo para, segundos tardíos, simular la voz de un adulto que parecía cualquier cosa menos lo que intentaba imitar. Sadie abandonó las vidrieras con sus ojos y desde el otro lado del confesionario, se preguntó qué diantres estaba haciendo.
⸺Mírame ⸺dijo Edward, con ese gracioso tono de voz⸺. Soy el Padre Thomas y vengo a que Dios se trague tus pecados.
Sadie rio a pulmón, abrazándose a su propio estómago como si sus propias risas fueran a matarla de un infarto a corazón.
⸺No tengo ni idea de por qué usan esta cosa si huele a viejo y a culo de ranas. Ag ⸺replicó Edward, saliendo de allí⸺.
⸺Y te has dejado las cortinas abiertas. Serías un intruso muy indiscreto ⸺respondió Sadie, dejando todo como estaba⸺.
El desorden y la indiscreción eran los puntos a destacar del joven Jones, que no se daba cuenta nunca de dejar las cosas en su sitio después de manipularlas. Aparte, Edward era tan optimista y tan seguro de sí mismo, que siempre tenía la certidumbre de que sus ideas saldrían perfectas.
Un flojo jadeo interceptó la curiosidad de los niños, que se miraron entre sí preguntándose por telepatía qué había sido eso. De forma simultánea, se alzaron de hombros y caminaron hacia el portón de la sacristía cuando volvió un segundo jadeo haciendo eco por los paredones de la parroquia.
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Kielhalen: Dulce Venganza (La Esclava blanca 2)
RomanceEsta historia cuenta las venturas y desventuras de Sadie, una niña de nueve años que es acusada de ser una víctima de brujería en la época de los colonos británicos en América Sadie se verá envuelta en una lucha interna y física por sobrevivir a pel...