Capítulo XVIII

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[ UNA SEMANA DESPUÉS ]

"Porque es negro". Esa era la condenada frase que retumbaba una y otra vez en los pensamientos de Sadie, sentada en el suelo junto al fuego de la chimenea con los brazos extendidos hacia adelante, abrazando las llamas desde una distancia acorde sin quemarse.

"Porque es negro". Le dijo otra vez la mente, manifestándose con la voz de Edward. Casi estaba cayendo la hora de la siesta, pero Sadie no tenía ganas de dormir, sino de comprender. Comprender por qué una persona con el color de tez opuesto al blanco no tenía los mismos derechos que alguien que no lo fuera.

Entre el crepitar del deslumbrante tono amarillento del ardor del fuego, Sadie se recordaba a sí misma correr al lado de Edward aquella mañana después de que su compañero, le dejara un punto rojo en la punta de la nariz con una fresa, la excusa idónea para jugar a un pilla-pilla que les hizo alejarse de la ciudad y perderse en medio de una desconocida plantación de cacao en la que conocieron a Sirhan Essien; un niño de piel oscura, de doce años y valiente que, con su delgada anatomía, tenía que trabajar de sol a sol sin límite de horas. La primera impresión casi les hizo huir del lugar y esconderse bajo tierra: Sirhan tenía gran parte de la cara morada por arañazos verticales y horizontales con bastante profundidad, sus ojos negros expresaban el daño con el que cargaba desde hace ya varios años y sus labios, sellados por costras resecas de haber estado mucho tiempo sin beber algo, gritaban ayuda. Edward, el único que era consciente de haber hallado con un esclavo, se mantuvo firme y oteó el fruto cultivado encima de las manos de Sirhan, el niño que miraba atrás y agudizaba sus oídos, asegurándose de que el encargado no vagaba paseando por ahí con un palo que usaba para golpear costillas o espaldas. Sadie sólo tenía vista en los cortes del desconocido, eso le hizo recordar a los niños malheridos de la cripta y quiso llorar de impotencia y abrazarlo a la vez. Y eso fue exactamente lo que efectuó sobre la silueta de Sirhan: un abrazo puro y sin malicia donde él, estático y sin reaccionar, se volvió trémulo. Sadie desconocía el significado de esclavitud y todo lo que se ocultaba bajo las diez letras que formaban dicha palabra. Sí que había visto a gente de color trabajando duramente, pero ni por asomo, lo relacionaría con algo así de hostil. Ella veía a todos por igual, tal y como le enseñó su padre.

⸺¿Te has caído? ⸺Sadie se deshizo del abrazo y continuó mirándole⸺. ¿Te duele? Edward y yo podemos curarte ⸺tragó saliva⸺. Yo soy Sadie, puedo ayudarte...Quizás si les dices a tus padres que te lastimaste...

Edward se puso al lado de ella y, con cuidado, cogió el cultivo, dejándolo en el suelo sin que Sirhan tuviera que cargar con peso.

⸺Es su trabajo ⸺dijo Jones⸺.

⸺¿Su trabajo? No sabía que los niños ya tuvieran trabajo.

⸺Él sí porque es un esclavo.

⸺¿Y por qué es un esclavo?

⸺Porque es negro. Es injusto, lo sé.

Y desde entonces, Sadie jamás pudo borrar esa frase de su cabeza. Se atrevió a retroceder, parecía que Sirhan había hecho algo malo sólo por ser diferente. Y no lo merecía. La voz del capataz sonó a lo lejos, Sirhan reaccionó y los condujo a una dirección donde les pidió que permanecieran allí hasta que volviera. Sabía mejor que nadie lo que ese señor era capaz de hacer si lo descubría sin hacer nada. Y ante su inocencia, pensó que les haría lo mismo tanto a Edward como a Sadie, los niños a los que quería proteger por haber sido los únicos de piel opuesta que no le habían juzgado por ser esclavo.

Edward pasó un brazo detrás de los hombros de ella y la cuidó hasta que el niño volviera y, cuando volvió, Edward metió las manos en sus bolsillos, otorgándole el derecho de comerse todas las fresas que le habían sobrado.

Kielhalen: Dulce Venganza (La Esclava blanca 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora