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Capítulo 4

—Además de los humanos, existen otros tipos de seres: están los ángeles, que son aquellos que gracias a su naturaleza son capaces de aliviar el dolor. Es decir, antes se les utilizaba para aliviar el dolor de gente poderosa. Me refiero al dolor mental y sentimental, claro está... A día de hoy eso se ha perdido, y casi ningún ángel alivia el dolor de nadie. Son los seres más puros que existen. No mentirán nunca, ni tampoco tienen maldad. Físicamente son iguales que tú y que yo, pero no puedes matarlos...bajo condiciones normales y como lo harías normalmente con un humano. Existen los ángeles caídos, que son aquellos que antes eran ángeles, pero fueron corrompidos por algún otro tipo de ser. Todos los ángeles caídos han sido antes ángeles. Pueden llegar a ser ángeles caídos por haber concebido un hijo con una humana, por ejemplo. Vuelvo a repetirte que no hay ningún Dios que juzgue a estos seres, son aquellos que tienen el rango más alto dentro de su raza los que deciden cambiarles el nombre, que es lo único que cambia al fin y al cabo. No hay otro tipo de consecuencias... es como una especie de tatuaje que les recuerda que han hecho algo que no deberían haber hecho —tengo la boca abierta y trago saliva de cuando en cuando. ¿Pero este señor con qué se droga? —Jade... ¿Me estás entendiendo?

—Sí... sí —asiento y sonrío, pero no estoy muy segura de haberlo entendido todo.

—Después están los ángeles guardianes. Estos están especialmente relacionados con los humanos. Al principio de los tiempos hicimos una especie de pacto: no habrían guerras entre nosotros si una parte de los nuestros los protegían. Cada ángel guardián elige a la persona que cree merecer y la protegen desde que nace hasta que muere. Cada diez años humanos equivalen a uno de los nuestros, así que cada uno tiene que proteger al menos a cinco personas a lo largo de su vida.

—¿Por qué cinco? —pregunto. De perdidos al río...

Él se encoje de hombros.

—No tengo ni la más remota idea, hija. Ese es el mínimo que se estableció.

—Oh... vale.

—Continúo —digo que sí con la cabeza —. Por último están los asmodeus. Yo antes era uno de ellos. Tienen mala pinta ¿eh? —asiento. Recuerdo haber leído un par de cosas sobre esos demonios —Son menos malos de lo que parecen, aunque son los peores de todos. Por eso los llamaron así. Se parecen mucho al demonio que lleva ese nombre en algunas religiones humanas. Ellos están pagando la peor penitencia de todas: no conocen los sentimientos. No sienten absolutamente nada. No pueden. A no ser... que encuentren a su Godot. El Godot es el alma gemela humana de un asmodeus. Todos ellos están destinados a encontrar a su alma entre los mortales, pero no es fácil conseguirlo... y de hecho casi nadie lo consigue. Yo lo conseguí. Conocí a mi querida Lauren, con la que me casé y he vivido feliz hasta día de hoy. Ella vive aquí, con nosotros. Sacrificó su vida humana para ayudar a mejorar la villa, que es donde vivimos todos.