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Capítulo 28 (contenido +18)

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KAI

—Estás en un buen lío —dice el agente cuando llegamos a comisaría.

—Me da igual. ¿Dónde está Jade?

—¿La chica? —pregunta levantando una ceja —Ahora vendrá. Tenemos que tomarle declaración. Pero no te acerques a ella o tendrás más problemas aún.

—Eres la última mierda que podría decirme si puedo o no acercarme a ella —murmuro poniendo la mayor cara de desprecio de mi vida.

La puerta de la comisaría se abre y aparecen un par de policías seguidos de Jade.

—Nena —hablo autómata.

—¿Nena? Estás como una maldita regadera —refunfuña viniendo hacia mí —. Casi lo matas. Está en coma, ¡en coma! —mueve sus manos y tiene la respiración agitada —Sabes que vas a tener graves problemas, ¿no?

—Me da igual, ven aquí —pido acercándome a ella, aún esposado.

—No, ni de broma —lleva un abrigo negro y un vestido corto y ceñido del mismo color.

—Señorita, si usted lo autoriza, después de tomarle declaración lo dejaremos en libertad con cargos hasta que el agredido presente la denuncia.

—Sí, lo autorizo —asiente sin pensarlo.

Ella apenas me mira y yo no dejo de mirarla..., porque no puedo.

—Perfecto, acompáñeme. Tiene que firmar un par de documentos y nos tiene que contar qué es lo que ha pasado exactamente.

Jade me mira furibunda y yo le sonrío. Está tan guapa hoy...

Al cabo de unos minutos sale de la sala y se dirige al mostrador en la que una agente le toma los datos.

Le da un dossier que le hace firmar a ella y luego a mí.

Cuando el policía se asegura de que todo está correcto, mete la llave en la cerradura de las esposas y las abre.

—Ten cuidado con lo que haces —advierte el más gordo —. No vas por buen camino.

Desde luego que él tampoco si no quiere morir de un puto infarto.

—Que os jodan —respondo déspota.

La puerta de la comisaría se cierra tras de mí y miro hacia delante.

La mujer más hermosa del puto planeta está cruzada de brazos delante de mí con cara de querer ahogarme con sus propias manos y yo sólo puedo pensar en comérmela a besos.

—No puedo creer que hayas hecho eso.

—Jade, ven aquí —voy hacia ella, pero retrocede, negando con la cabeza.